domingo, 23 de mayo de 2010

El 'game changer' que no cambió nada y dejó "tó manchao"

CÓDIGO NEGRO: El post está cerrado para aquellos que no hayan visto la season finale de la sexta de 'Grey's Anatomy'. Si quieres ir de valiente y que te derriben los spoilers a las primeras de cambio, no digas que no te avisé.

Shonda Rhimes está sentada frente a la pantalla vacía de su MacPro, con una taza de café en la mano, y preguntándose qué hacer en la doble season finale de la sexta temporada de su Grey's Anatomy. "Veamos... Ya he tenido negligencias médicas, bombas, muertes casi paralelas, me he ido hasta Irak... Y no, no voy a hacer estrellar un helicóptero porque paso de que me sigan comparando con ER, claro está, y tampoco voy a sacar un rollo de última hora porque eso es lo que llevo haciendo durante estos seis años y ya me comparan con Sex and the City también... Y, además, los polvos no impactan a estas alturas porque hasta he gastado el cartucho de las lesbianas". Total, que la showrunner se levanta frustrada de la silla, se va a la estantería de DVDs y coge un título: La matanza de Texas. Y, de repente, todo tiene sentido para ella. "¡¿Pero cómo no había jugado la carta del psycho antes?!".

Hace unas semanas, Rhimes empezó a calentar el ambiente de la finale con la promesa de un 'game changer', un acontecimiento o giro de guión que, como su nombre indica, se utiliza para dar un rumbo nuevo a la serie. Y no se le ocurrió otra cosa que encargar litros de sangre falsa, buscar algún personaje resentido para ponerlo a vagar por el Seattle Grace pistola en mano y cargarse a todo cirujano que se le pusiera por delante. ¿Sería Gary Clark, el viudo cabreado por que desconectaron a su mujer vegetal, en realidad una imagen de la psique de Shonda cuando tiene que enfrentarse a los caprichos de su elenco? Si este capítulo hubiera llegado a ser la apertura del año en vez del cierre los fieles a Grey's hubiéramos sabido seguro quién no sobreviviría. Pero ya habrá tiempo para llegar al tema de bajas.

Un situación límite para poner a todos los pelos de punta y forzarles a tomar las decisiones que no se atrevían a tomar a lo largo de los 22 capítulos anteriores. Básicamente de eso tratan 'Sanctuary' y el muy bien titulado 'Death and all its friends'. Ya lo sabéis: si queréis que vuestro novio os proponga por fin matrimonio, contratad a un maníaco para que le entre el canguelo. Aquí no hubo proposiciones de ningún tipo, pero sí aparentes resoluciones de lo más forzadas en los dos triángulos amorosos, Mark/Lexie/Alex y Teddy/Owen/Christina. Pero, de entre los dos, sin duda MLA se lleva la palma. Después de que Mark y Lexie rompieran por los problemas que causaba de la hija secreta de Sloan, la idea de Alex y Lexie, que ya había sido explorada en forma de rollete allá por la cuarta temporada, me empezó a calar.

Al pobre Karev le ha tocado aguantar en pantalla toda la pelea de la productora con Katherine Heigl y eso se ha notado un poco en el desarrollo del personaje, que aún así, ha experimentado un crecimiento brutal. Sin embargo, ¿por qué fastidiarlo todo con una mención a su ya ex mujer, Izzie, en la camilla desangrándose? Y, sobre todo, ¿por qué Lexie, de repente, le suelta "te quiero" cuando sólo llevaba unas semanas saliendo con él en serio y aún se derretía con la declaración de Sloan en el capítulo anterior? Las cosas dichas en caliente no sirven para arreglar los problemas, y seguro que este trío seguirá dando que hablar el año que viene. Yo sólo pido que traten bien a Alex y le aclaren un poco las ideas a Lexie, que va a tener que hacer más para que me crea que ha escogido a Karev. Y también a Mark, porque será por episodios que no ha podido recuperar a Little Grey en vez de estar con Teddy.

La cardiocirujana llegó este año para incordiar entre Hunt y Yang. No es que fuera de las subtramas más populares, pero por lo menos estaba más justificada que el triángulo que acabamos de ver antes, y aportaba tensiones en ambos lados de la pareja, ya que, además de ser colega de guerra de Owen, es la mejor profesora que ha tenido Christina, y sabemos lo que eso significa para ella, que está casada con el bisturí. Eso sí, ha hecho falta que a Christina la hayan encañonado a pocos centímetros (un maníaco en medio de una operación, tal cual) para que Owen la escoja, y que a este le peguen un tiro para que Yang le perdone, y a Meredith aborte de forma espontánea en ese mismo momento. Todo a la vez. A este paso, los desfribiladores del hospital se van a estropear de tanto usarlos con el espectador.

Y menos mal que Derek estaba en manos de Yang (Sandra Oh, sensacional) porque la protagonista de la serie no estaba preparada para perder a su post-it marido y al hijo que se enteró que esperaba en un mismo episodio. El embarazo de Grey debe de ser uno de los más fugaces de la historia y, de acuerdo con Rhimes en una entrevista con Ausiello, éste parece ser el tan comentado 'game changer' del que todos hablaban. Respiremos. ¿Ha hecho falta montar una carnicería en todo el hospital para que Meredith pierda a su hijo y se dé cuenta de que su vida es Shepherd? Hombre, Grey es un poco dura de mollera y le cuesta entender ciertas cosas a veces, pero este camino es exagerado incluso para ella.

Da la impresión de que la finale se ha orquestado para causar el mismo efecto devastador que el de la segunda. Se queda bien lejos en su cometido, y sólo la del año pasado se acerca. El doble capítulo es una sucesión de WTFs desde el primer cuarto de hora cuando Clark dispara a bocajarro a la frente de Reed, fulminándola, y luego a Karev, y después a Charles, que muere en los brazos de una inmensa Chandra Wilson que vuelve a dejar claro que Bailey sólo hay una. Ya habéis leído dos de las bajas y ahí se queda la lista. Dos secundarios incorporados este año. Para eso, Mama Shonda ha traído a los SWAT, que por patetismo ni siquiera acertaron en el tiro a Clark. Para eso, todo este escándalo. Todo este globo para que el Chief siga vivo, veamos que ha vencido definitivamente su adicción a la bebida, y lo más importante, que sea él quien acabe con la amenaza a 'su' Seattle Grace, convenciendo a Clark para que se suicide en un alarde de habilidad Jedi. Webber nunca dejó de ser el mandamás, y ahora que Shepherd estará convaleciente estoy segura que volverá al cargo. Él es el 'game changer' que nadie nos engañe.

A Callie y Arizona les duró un telediario lo de estar separadas porque ella, la pediatra de los patines, no quería niños. La forma en como dejaron la relación apuntaba a reunión tarde o temprano. Pero a Callie le hizo falta un loco para saber que la desconfianza de Robbins hacia ella era lo que le impedía decir sí a los hijos, y a Arizona temblar de miedo para que se le quitaran las dudas acerca de Callie. A pesar del final feliz, ellas tampoco se salen del esquema de comportamiento que ha planeado la jefa Rhimes para todos los personajes durante la finale. Para todos, menos para el de rol de Mandy Moore, a la que me costó reconocer al principio.

Acabar con sólo dos mercywesters en el hoyo (April debería estar ahí también, pese a la capacidad actoral de Sarah Drew), y asustar al resto del personal, menos a un sorprendente Jackson, no es lo que una tenía en mente en un principio, después de todo el 'hype' que se le dio al doble episodio que cosechó unos 13 millones de espectadores y un 4.3 en los ratings. Pero, a pesar de todo el sinsentido de las tramas, y las audiencias mejoradas para lo que acostumbra el show en los últimos tiempos, ahora toca preguntarse: ¿cómo empezará la séptima temporada?

Hay que reconocer que Shonda es única en conjuntar dos cosas: aumentar las críticas y las ganas de ver más.

PD: Disculpad la falta de actualización de las últimas semanas, estoy en plena escritura de un trabajo para el máster que estoy haciendo y eso afectará a mi actividad seriéfila habitual como mínimo hasta finales de junio. Iré escribiendo, aunque soy consciente del hecho de que, esta vez, haya sido 'Grey's Anatomy' la que me ha sacado de mi autoimpuesto retiro xD