miércoles, 31 de marzo de 2010

El hospital fantasma

¿Os acordáis de la ouija? ¿Aquel juego del más allá al que alguno de nosotros jugó de adolescente y en el que siempre había dudas de si alguien estaba moviendo el vaso a propósito o no? Pues parece que se va a convertir de aquí a poco en la herramienta preferida de Shonda Rhimes para elaborar los guiones de Grey's Anatomy si es que no lo es ya. Cuando un actor entra en desgracia dentro del alborotadísimo set de rodaje de la serie, no penséis que su status queda reducido al de un simple figurante. No, no. Si de por sí ya es bastante vergonzoso que le pongan las orejas del más burro de la clase, todavía más que le disfracen de fantasma y te hagan actuar como tal.

Primero fue Isaiah Washington, luego T.R. Knight, luego Brooke Smith, Melissa George, y ahora después de muchos 'sí y no', Katherine Heigl, la agitadora oficial de la serie, que pide perdón por todos los quebraderos de cabeza causados. Primero, heroína por defender los derechos de su amigo Knight y después, caprichosa diva de comedia romántica a la que no le gustaban los guiones que le daban, se quejaba de las horas que tenía que currar y se encomendaba a la baja maternal para cuidar de su hija. Precisamente, ésta es ahora su (supuesta) razón principal para decir adiós de verdad tras su aparición en el episodio doce de la actual sexta temporada. Y ya está. Ahí se queda. No sé si su marcha supera en frialdad a la de Brooke Smith dejándolo todo en el parking, pero para haber sido un personaje con mucho peso, la despedida es cuanto menos humillante.

Ya sabemos cómo se las gasta Shonda si la sacas de sus casillas. O hace que te arrolle un bus y se rían en tu funeral, o, más fácil, al día siguiente no apareces y tu nombre se convierte en tabú. Ironías de la vida, de todos estos actores, el que tuvo la salida más digna fue Washington, la Pandora de la caja de los líos allá por la tercera etapa. Será que los niveles de cabreo de la showrunner se elevan año tras año, porque eso fue muy 'light' en comparación con lo que vino después. A este paso, habrá que jugar a Cluedo con los posters del elenco en las diferentes temporadas, además del clásico juego de la botella. Aunque esto último está presente desde el primer segundo del piloto de Grey's.

Pero tampoco es cuestión de que seas un chico malo o que no gustes a los jefes, como le pasó a la pobre Smith (despedida por fea, sin eufemismos), también puedes verte arrastrada por las circunstancias. Me estoy refiriendo al personaje de Chyler Leigh, Little Grey, a la que yo veo más cerca de la laguna Estigia que del Seattle Grace en los últimos episodios. Recordemos que George se fue desvaneciendo de la foto poco a poco como la familia de Marty McFly después de que naufragara su rollo infame con Izzie. Y viendo cómo ha acabado el tema de Lexie con Mark Sloan pues da que pensar, para qué ser ilusos viendo la saga de desapariciones cosechadas y el nuevo interés amoroso de McSteamy.

Porque comprobado que la carta de los cuernos dio unos resultados pésimos, si hay que romper parejas, se rompen y se ponen parches en un 'plis' como el que arregla la rueda de una bici. En serio, en vez de volver a la carga con otra serie de médicos, Rhimes debería intentarlo con una sobre mecánicos, o (ya que se está haciendo una película de Facebook) sobre Meetic.com. Al fin y al cabo, a estas alturas pocas dudas hay ya de que Grey's Anatomy es una casa de citas... Con sus espíritus pululando.

miércoles, 24 de marzo de 2010

Skins 4: Consecuencias


DISCLAIMER: La casa no se hace responsable del consumo indebido de spoilers.


Hasta cierto punto las cicatrices son a la vida lo que las notas a un examen: restos de haber pasado por una prueba, con la única diferencia de que si contestas mal, te hieres de verdad y la marca que queda, la veas o no, te protegerá de volver a cometer el mismo error otra vez. La cuarta temporada de Skins ha hecho caer a la pandilla de Bristol del estado de euforia, pasotismo y despreocupación en el que parecían vivir hasta la llegada del nuevo curso escolar, con unas consecuencias todavía más pesadas que las que que tuvo que soportar la primera generación en su día.

Parece que la luz tiende a irse del Roundview College en los años pares pero, hasta el momento, 2010 ha sido en el que más cerca se ha estado de la oscuridad total en las tramas. Cook, Effy, Freddie, Naomi, Emily, Katie, JJ, Thomas y Pandora, unos más que otros, eso sí, las han pasado muy perras. Tanto, que han consegido trasladar su sufrimiento al espectador capítulo a capítulo convirtiendo la experiencia de ver Skins en una tarea difícil a veces. No obstante, antes de meternos de lleno en la historia, vayamos primero a los formalismos.

Con un diseño de episodios que lleva al extremo el interés por poner el foco en los personajes, una de las principales virtudes de la serie se ha convertido en la principal responsable de una temporada irregular y llena de agujeros argumentales que, casi en ningún caso, se pueden justificar bajo una capa de invisibilidad llamada elipsis. Con la tanda habitual de diez capítulos recortada a ocho por motivos supuestamente económicos, y por tanto con dos personajes en el aire sin episodio, el movimiento se antojaba arriesgado, si bien existía la posibilidad de que se recurriera a capítulos compartidos, o la trama fuera dirigida a fomentar esa unión de grupo de la que carecía la nueva pandilla en la pasada temporada. Finalmente, no se optó ni por una cosa ni por otra, y así tuvimos a personajes como JJ y Thomas que hacían apariciones fantasmales fuera de sus episodios, o Pandora que, además de quedarse sin minutos propios, casi hubo que buscarla con lupa cual hormiga para disgusto de quienes disfrutamos con sus locuras.

La situación de PandaPops es diferente a la de quien ha acabado por revelarse como una de las piedras angulares de esta generación: Naomi. Pese a quedarse también sin capítulo, ha sido el catalizador de la desgracia con la que se abría la temporada y que luego pondría en jaque su relación con Emily. Esta situación se ha aprovechado para mostrarnos un personaje mucho más vulnerable y complejo de lo que creíamos. El proceso costó manchar la imagen impoluta que se tenía de ella, pero valió la pena porque ha dado lugar a uno de los personajes más tridimensionales de Skins, que hasta da pena que no se haya sacado aún más partido a su historia personal. Su declaración de la finale debería ocupar un puesto en toda lista de momentos 'shippers' épicos/azucarados que se precie (como el de la pared que le compra Pacey a Joey en Dawson's Creek).

Si por algo se ha caracterizado esta temporada ha sido por humanizar a santos (Thomas tampoco se libró de ser infiel) y demonios. Así, nos vamos a Cook, el otro buque insignia, que alejado de la lucha absurda por Effy, ha conseguido disipar cualquier atisbo de odio que pudiera tener sobre su persona en la anterior tanda de episodios. Ver el peor reflejo de sí mismo en su hermano pequeño Paddy, aguantar a una madre ególatra y aceptar toda la parte de culpa que tenía Naomi en el suicidio de Sophia ilustró uno de los mejores episodios de la temporada. Luego siguió siendo el mismo Cook de siempre, pero ahora entendemos por qué.

Algo parecido ocurre con Katie, en el que para mí es el episodio más divertido (la familia Fitch es oro puro) y equilibrado en cuanto a interacción de personajes entre sí. En medio de todo el drama personal terrible en el que se ve inmersa, la 'evil twin' es la única que mantiene la compostura cuando todo se viene abajo y su hermana toca fondo. Porque, del mismo modo que Katie fue capaz de dar lo mejor de sí misma e incluso volcarse con su otrora archienemiga, Effy, su gemela Emily mostró su peor cara casi toda la temporada, haciendo dudar de su posición de víctima, atrapada en el limbo de venganza y perdón por el que transitan los que han sido decepcionados en lo más hondo.

Mandy = Estatua de Lost

JJ, uno de mis favoritos el pasado año, quizá haya sido el personaje con menos evolución. Su capítulo, a pesar de servir de descanso ante tanta trama retorcida con su aire de comedia romántica, fue una pérdida de tiempo para desarrollar adecuadamente la carnicería de guión de la que ha sido presos Freddie y Effy. Aún perdiendo ese misterio tan suyo, no llegamos a conocer del todo al personaje, al que siempre ha gustado mantenerse en la sombra observando. Sin embargo, por su viaje durante cuatro etapas, plagados de drogas y períodos de mutismo, tiene sentido la depresión psicótica que ha evidenciado la salud mental de la pequeña de los Stonem; una tía dura, pero que cuando se rompe, lo hace en trozos demasiado pequeños.

Algo distinto a lo que sucede con el doctor John T. Foster, del que difícilmente se podrían deducir instintos asesinos de cualquier tipo salvo en los últimos cinco minutos del episodio siete cuando se carga a batazos al pobre Freddie. Escena, por tanto, gratuita y carente de la suficiente construcción dramática porque se sabía que era un mal profesional, pero ¿su obsesión por Effy? Un personaje con esa responsabilidad necesitaba más desarrollo. El efecto sorpresa de una muerte violenta siempre debe estar presente porque así es la vida, no avisa, y Skins, a través de sus momentos surrealistas y extremos, siempre ha honrado a la realidad y la amplia gama de sentimientos y pasiones humanas. Pero, en última instancia, esto es ficción. Del mismo modo que en la vida se psicoanaliza a un asesino a posteriori para tratar de enteder por qué mató, las acciones de los personajes deben estar sugeridas (que no evidenciadas) a priori para que el espectador vea un sentido cuando vuelva la vista atrás. Porque, al contrario que el psiquatra, él nunca va tener la oportunidad de sentarse con el asesino frente a frente. Nunca había sido tan obvia la diferencia entre el estilo de los diferentes escritores de la serie hasta esta temporada, y.... Jamie Brittain dice que es el mejor guión que ha escrito. Casi.

"I’m a fucking waste of space... Just a stupid kid... I got no sense....A criminal...I’m no fucking use...I am nothing...so please... please... get it into your...you know...into your bonce....That you killed my friend...."

En general, se aprecia un bajón considerable en los últimos cuatro episodios que culmina en la mencionada muerte que, teniendo el antecedente de Sophia, se confirma como la otra gran protagonista de la serie este año. El asesinato de Freddie sobrevuela y condiciona una season finale que mantiene el tipo con la resolución de Naomily y con un climax muy abierto, muy Skins y nada halagüeño para Cook, Effy y Karen, la hermana de Freddie. Asimismo, da tiempo a contestar preguntas sin respuesta de episodios anteriores, aunque se cierran de manera algo torpe y acelerada los destinos de algunos personajes que apenas habían vuelto a visitarse.

Tirando mucho de suposiciones (y aquí es cuando fallan las elipsis) vemos que Thomas llevaba un tiempo corriendo, mientras que Pandora había desaparecido en combate porque había estado estudiando como una loca para obtener su beca de Historia para Harvard, tal y como se deduce de su 'Unseen' (otro recurso malgastado este año, que, además, se escapa de quienes siguen la serie a la manera tradicional). Todo ello en el único episodio en el que vemos a los personajes en grupo, sin percatarse de la terrible verdad del paradero de Freddie, sobre el que Effy piensa que se ha ido temporalmente, asustado por la complicada situación de su novia.

En mi cabeza, estoy segura de que el Cookie Monster se encarga de poner las cosas en su sitio. Es más, así espero que se confirme en la película que se está preparando sobre la segunda generación y con participación de la primera (Tony Stonem es más necesario que nunca, es el muro que debería haber sujetado a Effy este año). El guión corre a cargo de Jack Thorne, responsable de los episodios de Chris y Effy en la primera serie, Sketch y la finale de la segunda, y el de Naomi en la tercera. Por tanto, harina fina que me hace confíar en un final cicatrizado para esta pandilla que me ha ganado definitivamente y que, de momento, como ya hiciera el año pasado se despide al grito de "I'm Cook!!".

Hablando de decir adiós, sobre la tercera generación sólo adelantar que Bryan Elsley, el otro creador de Skins junto a su hijo Brittain, no estará al frente de ella. De hecho, su vinculación a la cuarta temporada casi se ha limitado a la escritura de la finale porque se encuentra preparando el remake americano (miedo) del que hace poco trascendió el cast. ¿Ha influido esto en cómo se ha desarrollado la recién finalizada tanda de episodios? Un caso de "JJtismo Abramsiano' a la británica que espero no se extienda a las nuevas historias y personajes el año que viene.

miércoles, 17 de marzo de 2010

Los buenos secundarios

The Good Wife está siendo la revelación de la actual temporada apelando a la 'vía aristotélica', a la retórica y poética televisivas más clásicas que podamos imaginar. Una opción tradicional que ha estado fuera del manual de alabanzas de la crítica desde hace mucho tiempo porque se ha abusado de ella y, más bien, no se ha utilizado correctamente. Se llevan las historias vanguardistas de tramas enrevesadas como la hiedra, pero basta que aparezca un roble viejo para que destaque.

Como muchas obras de artesanía, lo original no es un parámetro que sirva demasiado para juzgarla. Aquí se valora la técnica y, amigos, aquí es donde la serie alcanza cotas excelentes. Va mucho más allá de contentarse con cumplir a rajatabla los pasos de la guía práctica del procedimental de la CBS, y brinda a los espectadores una galería de personajes inolvidables que nos obligan a volver con ellos cada semana. En realidad, no hace falta que la voz de Alicia Florrick recuerde después de cada capítulo: "Stay tune" ("Manteneos sintonizados"). Ya vamos nosotros solitos.

Sin embargo, no me refiero únicamente al misterioso encanto de las caras de póker de Kalinda, ese inminente triángulo que se huele entre Alicia y Peter Florrick y Will , la humanidad que esconde Diane tras esa fachada de abogada implacable, o los divertidos comentarios de Cary. Está claro que estos personajes soportan la serie sobre sus espaldas, tienen ese mérito, pero ¿qué hay de esos clientes, familiares y peritos que desfilan por Stern, Lockhart & Gardner?

El traficante del episodio 15 ('Fleas') o el experto en armas del anterior ('Bang') son sólo un par de los numerosos ejemplos que se podrían escoger. El 'gangsta' que supera el estereotipo y presume de unos modales tan exquisitos ante Alicia que cualquiera sospecharía de sus actividades, o el hilarante tira y afloja político entre el experto y Diane. Podrían limitarse a cumplir su función de meras herramientas al servicio del libreto, y aún así, los guionistas se toman el trabajo de imprimirles algo de complejidad dramática en los pocos minutos que van a salir en pantalla. Algo así se agradece dentro de episodios autoconclusivos, ya que se disfrutan mucho más.

Con la subtrama del arresto domiciliario de Peter nos han presentado a Eli Gold, un nuevo personaje recurrente, en la línea de esos excéntricos o políticamente incorrectos que nos ha venido mostrando la serie, como aquel marido (Dylan Baker prestando su rostro inquietante) que supuestamente mató a su esposa en 'Bad' (1x13). No estoy segura de las cotas de cabronería que puede alcanzar el nuevo asesor personal de Florrick, pero ya me imagino alguna que otra jugarreta al inefable Glenn Childs para júbilo de quienes lo queremos fuera de su despacho de fiscal del distrito.

Como el roble, el tronco de esta serie es grueso y sus raíces se hunden a una profundidad suficiente como para que venga un temporal y lo arranque. The Good Wife no es exótica, ni una delicia visual, y, sin embargo, da la sensación de que las vivencias de Alicia Florrick en el bufete de abogados y en casa con su marido infiel y convicto, pueden salir ilesas de cualquier inclemencia meteorológica futura, a diferencia de otras producciones que conservan de milagro el tejado de su casa de diseño (Heroes).

miércoles, 10 de marzo de 2010

¿Por qué no pulsar el FF?

El próximo 18 de marzo va a ser uno de esos días que no quiero que lleguen nunca por dos razones bien distintas. En primer lugar, porque significará el adiós de la segunda generación de Skins, lo cual no tiene por qué ser necesariamente triste (eso espero, Jamie Brittain & co.) pero, al ser una despedida, ya tienes asegurada tu gota de azul en el panorama con independencia de lo que te muestren. En segundo lugar, ese mismo jueves regresará de su parón FlashForward, y no precisamente para ocupar el lugar del grupo del Roundview College. Tengo clavos mejores para quitar el anterior, gracias.

Tal es mi indiferencia ante la vuelta de Mark Benford, sus caras constreñidas, y sus potenciales cuernos conyugales que no miento cuando digo que no me acordaba de qué iba el último capítulo emitido antes de sus vacaciones temporales en la ABC. Como si me hubieran hecho lo mismo que a Jason Bourne en las películas, así os lo digo. Suerte que para eso está Google y me han vuelto los recuerdos, porque tampoco me daba la gana de hacer un barrido rápido al capítulo. Demasiados movimientos de tecla que más vale ahorrarse.

Si mi entusiasmo con esta serie roza el paroxismo después de sólo diez capítulos, no sé a qué atenerme cuando todavía quedan catorce más de supuesto entretenimiento. Todo hubiera sido más fácil si Disney hubiera imitado la estrategia de la NBC con Day One. Le vas cortando las cabezas al monstruo poco a poco hasta dejarlo en el DVD release de rigor, aunque nunca sabremos si esta serie se merecía, en efecto, tal sentencia. A diferencia de los pavos reales de Peacock, la ABC se pasó de confiada y vivió un frenesí 'marketiniano' con FlashForward que está pagando (y nos hace pagar) muy caro ahora mismo. Porque decidir quitarle capítulos a tu serie estrella del año, tras haber anunciado con pompa y circunstancia que iba a tener temporada completa, hubiera sido una 'achantada' de escándalo. Además de dólares, también hay mucho orgullo en juego: no es plan de que el Abecedario le dispute ahora a la NBC el papel de bufón de las 'networks' que tan bien ha interpretado en los últimos tiempos.

Seriéfilos y cadena estamos, pues, atrapados con este producto. Yo sigo con ella por cabezonería y porque estoy segurísima de que no veremos una segunda temporada, salvo que la salida del creador de la serie, David S. Goyer, haya significado un cambio sustancial para bien, algo que dudo a estas alturas. Además, la pérdida de espectadores que ha ido acusando la serie desde su estreno en septiembre (de 12 a 7 millones), unida al hiato de tres meses, tampoco ayuda a arreglar la situación.

Flashforward puede quedarse en una interesante premisa saboteada por decisiones creativas desafortunadas y un casting que no da la talla. Su piloto fue un espejismo que nos cazó a unos cuantos, y los que nos hemos propuesto llegar al final tampoco encontramos en el mando el botón FF que nos facilite la tarea.

lunes, 1 de marzo de 2010

De pacífico, nada

Ayer apenas estábamos celebrando la entrada del nuevo año y, sin ni siquiera haber echado mano del Delorean, mira tú que hoy nos hemos plantado ya en marzo, el mes guerrero por excelencia. Pero en este 2010 será especial. A partir del día 14, nos esperan diez semanas de bombardeos, sudor, metralla y misivas manchadas de sangre desde el océano más grande de la Tierra. Ya se sienten la marcha de los marines yankis por el frente pacífico y el murmullo del piloto japonés que ora antes de convertirse en kamikaze. Ya se huele el aire yodado y ceniciento de The Pacific.

Empotrados otra vez a la HBO, Steven Spielberg y Tom Hanks han puesto muchas expectativas por las nubes con su segunda incursión en el universo de la II (valga la redundancia) Guerra Mundial tras la épica Band of Brothers. Con doscientos vienticinco millones de dólares desembolsados en la producción, The Pacific es la serie más cara de la historia, así que no se le puede acusar a priori de falta de recursos para impresionar a los espectadores. En este sentido, el canal de cable viene llevando a cabo desde mediados de 2009 una potente campaña de márketing para colocar la miniserie en el mapa. Como si realmente hiciera falta; de todas formas, ya conocemos el 'modus operandi' de la HBO: siempre a lo grande, y más, tratándose del estreno estrella de su programación para este año.

Por eso, para ir preparando morteros, recopilo aquí los pósters, tráilers oficiales y otros clips que nos han ido llegando hasta el momento. En dos semanas, estaré lista para comprobar si he superado el trauma de ver a Joseph Mazello y que me venga a la cabeza la voz de niña repelente que le pusieron en el doblaje de Jurassic Park.

CARTELES










































TRAILERS
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OTROS

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