jueves, 17 de mayo de 2012

Es complicado

LETRA (NO TAN) PEQUEÑA: Spoilers de la tercera temporada de The Good Wife.

Allá por diciembre ya dije que la tercera temporada de The Good Wife no había perdido un ápice de esa garra con la que, a veces, nos llegó a malacostumbrar en su segunda etapa. Es fácil que lo venga después decepcione cuando se ha llegado a un clímax tan potente como éste. Conociendo a Alicia Florrick todo lo que vino después del 'ascensorazo' no iba a ser un paseo de mujer liberada como los que se pegaba Carrie en la Quinta Avenida por mucho que luego se viera a la abogada haciendo cosas Will cuando nadie miraba,  en una de esas escenas en las que dos caras y cuatro palabras bien situadas irradian más alertas de NSFW que cualquier revolcón obvio de la Bradshaw y sus amigas o, ya puestos, de cualquiera de las series de la HBO.

Si a lo largo de los dos primeros años, Florrick aprendió a deshacerse de sus ataduras tanto en lo personal como en lo profesional, este año ha sido el de los escrúpulos y las dudas. Pero a consecuencia del miedo que podía llegar a tener la Alicia apocada de los primeros episodios, sino de la responsabilidad, y de saberse detentora de cierto poder que, sin brújula, podría llevarla a la deriva. Todo en Alicia han sido un paso adelante y dos atrás, todo fruto de su prudencia y de intentar reconciliarse con un pasado que ha redescubierto como una etapa feliz y plena de su vida a pesar de la traición de su marido. Las subtramas de la recompra de la casa familiar, con las manipulaciones de la suegra Jackie, y la campaña política de Peter, con esa necesidad de aparentar unión de cara a los medios,  han servido para desarrollar este conflicto de la protagonista, que se ha despedido de nosotros delante de una puerta a la que parecía poco probable que se acercara al inicio de esta entrega de 22 episodios. Sobre todo, porque este movimiento recuerda a una vuelta a la primera base que, en realidad, sabemos que no es tal. Puede que ella haya cruzado esa puerta de nuevo, pero no es la misma mujer que salió de esa casa con el camión de la mudanza detrás. O, al menos, así se ha encargado el matrimonio King de recordárnoslo capítulo tras capítulo con el día a día de Alicia en Lockhart & Gardner.

Caso a caso se nos ha ido mostrando el ascenso de Alicia en una escala corporativa en la que ha encontrado en Diane su principal valedora y,  no tanto, en un Will perseguido por las negligencias cometias años atrás. También hemos podido asistir a su revalorización como abogada, con un Louis Canning que no duda en ofrecerle subidas de sueldo para que se vaya con él y, de paso, poner a prueba su lealtad y sus ambiciones. Que no es que Alicia no las tenga, sino que si por algo destaca este personaje es que siempre las pone al servicio de aquellos a los que le debe fidelidad última: sus hijos. Así, no duda en exponerse y  presionar a Diane para que le aumente la nómina y no tener problema en pagar la susodicha casa. Es decir, llegado el momento, no le importa apretarle las tuercas a quienes le hicieron el favor de darle un trabajo cuando se separó.


- I'm stopping you.
- I'm not really sure hou you'll do that.
- I'm a lawyer. Watch me.


Durante toda esta temporada, Alicia ha empezado a navegar en serio en el mismo y peligroso mar de grises en el que tanto Peter como Will y el mayoría de los personajes de The Good Wife intentan mantenerse a flote tras haber naufragado varias veces en el pasado. El descubrimiento del secreto de Kalinda le terminó de abrir los ojos y aprendió a desconfiar de su entorno y a endurecer su postura en bastantes ocasiones, a veces con razón, a veces sin ella. En 2009 hubiera sido imposible ver a una Florrick que se enfrenta de forma tan directa a un 'attention whore' corrupto y maquiavélico como Mike Kresteva (uno de los grandes recurrentes de este este año, interpretado por Matthew Perry recién resucitado del Hades televisivo) cuando quiere aprovecharse de ella y su vínculo con Peter para provocar su (segunda) caída en desgracia, por ejemplo. Pero, al mismo tiempo, hace tres años, también hubiera sido poco probable ver a una 'bitch' celosa de su rincón cuando percibe que una novata como Caitlin (Anna Camp) está le está subiendo a la espalda... y que, en realidad, todo sea producto de su imaginación.

En The Good Wife nada queda al azar, y las consecuencias de ambas situaciones son bastante representativas de cómo han evolucionado los otros grandes frentes abiertos por la serie durante estos ocho meses: los polos Will y Peter. En la primera mitad de la temporada, Peter seguía disfrazado de aparente villano en una persecución contra Gardner que, dentrás de la excusa de lucha contra la corrupción en el sistema legal, escondía celos. Pero también  es cierto que, gracias al asunto de Kresteva, se ha visto otra arista en el personaje de Peter, al que no le importa admitir la realidad de su matrimonio con Alicia para sacarla del radar de Kresteva y, de paso, admitiendo errores que pueden costarle la derrota en las elecciones. No sabemos cómo se desarrollará la relación entre ambos personajes a patir de septiembre, pero Alicia puede haber recuperado un aliado en donde menos esperaba encontrarlo.

Si bien Peter acabó el curso con una nota más positiva que negativa, el viaje de Will ha consistido en macular esa imagen de intocable y triunfador con la que nos ha alimentado desde que empezó la serie. Siempre ha insinuado que había algo oscuro detrás de ese encanto de camisas planchadas, y junto con el espectador Alicia lo ha ido descubriendo. El hecho de que Caitlin entrara en el bufete más por un favor que Will le debía David Lee (el tío de Caitlin) que por méritos, y que ese favor compense el que Lee le hizo a Will al votar en favor de Alicia cuando se consideró su contratación, le dio una ligera idea de que Gardner no era lo que parecía y, a la vez, le dio cierta perspectiva para tratar con el caso de sus presuntos sobornos a jueces y, después, con su suspensión de seis meses por apropiación indebida de dinero.

Parecido a lo que ocurre con el caso de Peter, el acercamiento a Kalinda en los dos últimos episodios significa también una vuelta a los orígenes. Ya vimos que la desaparición de Grace fue el inicio del deshielo, pero no ha sido hasta los últimos episodios en los que Alicia ha perdonado a la investigadora a cambio de algo con lo que a ésta le cuesta lidiar: transparencia. La caja de Pandora de Sharma no ha hecho más que empezar a abrirse con el acoso del capo Lemond Bishop y el regreso de ese marido misterioso que (siguiendo con ese paralelismo de las puertas en la 'season finale', y en contraste con el caso de Alicia) quiere cruzar el umbrar para algo muy distinto de una reunión de familia.

Más allá de eso, Kalinda se ha prodigado poco esta temporada, al igual que Eli Gold, personaje con el que tuvo unos momentos de tándem  muy buenos en los primeros episodios. El 'spin doctor' ha tenido un impacto escaso en las tramas del bufete, aunque su guerra con Julius Cain y David Lee por colocar su nombre en los membrete de la firma ha dejado esos destellos de comedia absurda que tan bien sabe manejar The Good Wife. Asimismo, le ha querido dar un poco de peso a su situación personal, con esa necesidad de desdoblarse para Peter y su ex, Vanessa, que se presenta como candidata a senadora del Estado, pero el resultado se ha quedado un poco en la superficie.



Con todo, veremos cómo sigue esa pelea por convertirse en el tercer hombre de la oficina, ahora que el 'Dream Team' de Canning y Nyholm puede haberle dado una estocada mortal a las cuentas de un negocio en el que Diane ha demostrado ser la verdadera líder, repartiendo más de un sabio consejo, tanto en lo personal como en lo profesional, y todo, sin desatender sus canitas al aire con los republicanos.

Y para rubricar la temporada, la vuelta a lo hijo pródigo de Cary Agos desde la Fiscalía del Distrito, que viene a confirmar esa voluntad de mover las fichas a sus casillas iniciales tras haber acumulado un bagaje que inevitablemente las ha cambiado en su núcleo. Porque ahí reside la grandeza de esta ficción de la CBS, en la sutileza que imprime a cada transformación de sus personajes y en la paciencia con la que acomete los procesos. Puede que esta tercera temporada haya sido menos espectacular que su antecesora, pero el trabajo de orfebre que los King han realizado con sus criaturas ha sido encomiable hasta el punto de tapar a unos casos que, por lo demás, mantenido los niveles habituales de pertinencia y brillantez que acostumbran a mostrar.

The Good Wife no se ha dejado llevar por el frenesí de hacer que todo corra por la autopista y, en su lugar, ha intentado que cada detalle quede lo más natural y realista posible, aunque eso signifique pararse a veces a reflexionar o reconectar con el pasado. Si por algo dicen que la vida da muchas vueltas...