martes, 29 de septiembre de 2009

Qué perra es la vida de modelo...

Y qué cabrona es la audiencia. Poquísimo, dos avances de telediario, le ha durado a Ashton Kutcher su incursión en el mundo de las pasarelas. Tan malo ha sido el resultado que su colección, The Beautiful Life (TBL), no estará a la venta ni en las mejores perchas del mercadillo. Algo más de un millón de espectadores en el 'front row' y 0,5 de aprobación en el target comercial sentenciaron a Mischa Barton a tener que buscarse otro medio en el que buscarse el pan, y, de paso, también a los aficionados a no tener que comernos el tarro para ver qué serie estrenaría el sello de la cancelación.

Parece que The CW no está dispuesta a mantener una serie por debajo de los dos millones de espectadores, cifra media, más arriba o más abajo, alrededor de la que danza el resto de su parrilla liderada en estos momentos por The Vampire Diaries, que ahora mismo cosecha más de tres millones de adictos a las historias de los hermanos chupasangres de apellido italiano. La cadena 'verde' se ha revelado como una buena aprendiz de los métodos de FOX, sin duda, pero su decisión de cargarse TBL se entiende cuando las reposiciones del remake de Melrose Place (según TVbytheNumbers, también en la cuerda floja a falta de la aparición de Heather 'Amanda' Locklear) obtienen similares datos de audiencia a los de los dos episodios emitidos de la serie de Kutcher. De hecho, los refritos de los vecinos glamourosos ocuparán a partir de mañana el hueco que dejan los malogrados aspirantes a top models, a pesar de que ya se ha puesto en marcha una iniciativa para salvar la serie (!).

Debido a su consideración de hermana pobre de la familia, The CW es la peor posicionada para practicar las virtudes del santo Job en lo que a programación televisiva se refiere. Hay que ahorrar costes y Dawn Ostroff, mandamás del barco, lo sabe bien, pero la cancelación de TBL no hace más que evidenciar el fracaso de la oferta de ficción de la cadena, enrocada absurdamente en la faceta más casposa del 'teen' y, por tanto, sin la suficiente diversidad en su parrilla como para idear un plan de contingencia.

Cualquier análisis de la situación en el primer mes de la nueva temporada de series puede resultar prematuro, pero no tratándose de la cadena que nos ocupa, que lleva pegada la palabra 'crisis' desde su nacimiento hace tres años. Por su juventud no puede permitirse los gastos de las grandes 'networks', aunque esa situación es lo que debería estimular el talento y la visión de los responsables de The CW a la hora de buscar y fomentar productos de cierta calidad en la línea de su madre, la difunta The WB, de la que salieron productos sólidos, juveniles, y con más audiencia que las de su descendiente. Sin ir más lejos, me remito a las cifras de Angel que Seriéfilo menciona en este post sobre el periplo de la producción a lo largo de cinco temporadas.

Más allá de si traslada, o no, sus emisiones al cable (en caso de que desee mantener su status de cadena 'teen'), o de pensar en la desaparición, la supervivencia de The CW pasa por un replanteamiento de aquellos contenidos o historias que está dispuesta a emitir. Quitando las modas, existen lugares comunes entre los adolescentes de hoy y los que lo fuimos hace diez años y disfrutamos de Sunnydale, Capeside, Stars Hollow, o, muy al principio, de un embrujado puente de San Francisco. The CW debe encontrarlos.

jueves, 24 de septiembre de 2009

Battlestar Galactica 4, "nothing but the rain"

ÚLTIMO AVISO DEL ALMIRANTE ADAMA: Si no has visto la cuarta temporada de Battlestar Galactica, no estás autorizado a entrar. De lo contrario, te arrojaré al calabozo de los spoilers.

Hace casi dos meses asistí al fundido a negro final de una de las mejores series de los últimos años y la sensación de vacío fue tan sobrecogedora que no me he atrevido a escribir esta entrada hasta hoy. No quería reconocer que había terminado Battlestar Galactica, que había completado sus cuatro temporadas en un maratón tan apasionante como absorbente gracias a una alianza de tramas trepidantes, referencias mitológicas y, sobre todo, personajes colosales que jamás olvidaré. La Flota Colonial ha protagonizado en este blog los meses del verano que ya ha acabado, así que, sin más rodeos, montémonos por última vez en el Viper de Starbuck, esa chica que regresó de la muerte al final de la tercera temporada.

Como es lógico, los 20 capítulos siguientes se abren con los recelos de la casi toda la tripulación de la Galactica hacia Kara. Que si es un cylon, que no puede ser que su aparato no tenga un sólo rasguño, cómo puede ser que diga haber estado en la Tierra... Lo peor, sin embargo, pasa por la propia cabeza de la Capitán Thrace, que tampoco sabe ni qué es, ni por qué está donde está y, por si fuera poco, su conocimiento del camino hacia el planeta es confuso. El destino y la verdadera naturaleza de Starbuck ha sido uno de los enigmas y también una de las grandes decepciones, ya que al final los guionistas dejan al espectador en el terreno de las hipótesis. No es cuestión de mostrar todas las cartas sobre la mesa, pero al tratarse de un personaje y una subtrama en la que se ha venido redundando desde la segunda temporada la desilusión es mayor. Nunca sabremos con certeza las aparentes conexiones de Kara con el mundo de los cylon que se revelaron en la recta final de la temporada al son del All along the watchover, aunque la teoría de que Daniel (a.k.a. la 'tostadora' perdida) es el padre de Starbuck gana enteros por las características similares de ambos personajes (los dos son artistas) y, claro está, por las connotaciones especiales de la canción que le enseñó a su pequeña hija. ¿Es Kara el primer híbrido?

En cualquier caso, si vemos el asunto desde el lado simbólico, las previsiones se cumplen. Las profecías de los híbridos de las naves cylon acerca de Thrace se hacen realidad en 'Daybreak', la grandiosa series finale. Sí, ella es el "heraldo de la muerte", pero también es el "ángel impaciente que conduce a su gente al hogar", tal y como la llamó Leoben en la calabozo de la Demetrius. Starbuck efectúa el último salto FTL de la Galactica hacia su última oportunidad para encontrar un planeta habitable, si bien eso cuesta la muerte de las Doce Colonias como civilización. Y una vez completada la misión, el destino del personaje, ella desaparece ante Lee bajo la promesa de que jamás será olvidada. Al estilo de los héroes clásicos como Aquiles, Starbuck busca la eternidad, pero no muere víctima de una debilidad, sino que simplemente se esfuma de la nueva Tierra reforzando el 'deus ex machina' en el que descansa la resolución de la serie.

La mística religiosa es un ingrediente que nunca ha faltado en Battlestar Galactica , aunque en esta temporada se ha hecho mucho más hincapié con vistas a 'Daybreak'. Por ello, no sorprende que Ron Moore acuda al recurso que acabamos de mencionar (lo del cadáver 'Racetrack' apretando el botón es caso aparte). El ser divino vs. ciencias, las creencias vs. las certezas, han mantenido su particular pulso a lo largo de los capítulos, y el campo de batalla donde han chocado se llama Gaius Baltar. En un principio, este personaje, con todos sus defectos, representa la idiosincrasia de las Doce Colonias, un mundo hiperfuturista donde poca cabida hay para discusiones sobre el más allá (más asociadas tradicionalmente a sociedades primitivas), pero poco a poco (animado por ese espíritu de supervivencia tan suyo) inicia un proceso de conversión, o mejor, dicho de retroconversión, pues acaba arando tierra como su destestado padre, vuelve con Caprica, y, eso sí, harén/secta mediante, adquiere una cierta conciencia religiosa.

La gigantesca evolución de Baltar, certificada por el "orgullo" que Caprica dice sentir por él, se corresponde a la de la sociedad colonial misma. Una vez asentada en la nueva Tierra, vuelve atrás, se permea con ese mundo primitivo, para cambiar, romper el ciclo de repetición nietzchiano, de eterno retorno al que parece estar condenada la raza humana, que no puede evitar corromperse en algún momento. "And this will happen again and again".

A pesar de que, en mi opinión, el exceso de misticismo lastra la primera parte de la temporada, ofreciéndonos capítulos un tanto irregulares, la dirección de la trama no podía ser mejor, especialmente en lo que concierne a Roslin y Adama, que por fin reconocen (sobre todo, ella) 'lo que hay', y la revelación ante la Flota de Tory, Anders, Tigh y Tyrol como los cuatro cylons originales. Pero el momento más espectacular, no obstante, se encuentra en la llegada a la antigua, destruída e inhabitable Tierra, en un implacable cliffhanger precedido de un perfecto plano secuencia, que dará paso a finales dramáticos para algunos personajes e increíbles subtramas para los espectadores. Así, la sensación de 'tanto sufrimiento para nada' se apodera de Gaeta, y unido a Tom Zarek, pondrá en marcha un motín/golpe de estado que sacará el lado más duro de Roslin. A esta mujer no la para ni el cáncer.

"- Tom Zarek: You have to think about the people of this fleet now, and surrender.
- Laura Roslin: No. Not now. Not ever. Do you hear me? I will use every cannon, every bomb, every bullet, every weapon I have down to my own eye teeth to end you! I swear it! I'm coming for all of you!"

El descubrimiento de la vieja Tierra viene a ser el detonante de un motín que viene germinándose desde que las Colonias decidieron unirse a los enemigos. La subtrama política tenía que estar en el guión, y desde el principio de esta última tanda de episodios, vemos a los cylon envueltos en una guerra civil comenzada por la facción rebelde de las Six, D'Anna (debería haber continuado hasta el final), las Eights (menos 'Boomer') y los Seven contra Cavil y el resto. La cuestión de los Cinco Últimos en el medio. Lo rebeldes piden ayuda a las Colonias a cambio de una rendición incondicional y tecnología para salvar a la vieja Galactica 'oxidada' de tanto salto hiperespacial. Como era de esperar, los humanos no aprueban que aquellos que destruyeron su vida se beneficien de, por ejemplo, la atención médica de la Estrella de Combate, y menos aún que Tigh, un cylon, sea el segundo de abordo. Otra vez el miedo hacia el otro, y también la constante búsqueda de una identidad propia que se hace más clara que nunca en los diálogos de los cylons rebeldes.

Con respecto al Coronel Tigh, y viendo la importancia mínima que al final tuvo el asunto de Hera y las visiones de la Ópera, no tiene sentido su relación con Caprica y la concepción del primer bebé cylon puro. La historia en sí no llevó a nada y, claro, luego nos resucitan a Ellen Tigh como la quinta 'tostadora' original. He de reconocer que no lo esperaba ni por asomo, y el resultado fue agridulce, porque pierde fuerza el sacrificio que tuvo que hacer Tigh allá a comienzos de la tercera temporada y, porque al fin y a cabo, es Ellen Tigh, no Starbuck, que es la que tenía en la cabeza. Eso sí, a su favor he de decir que el personaje mejora mucho en esa verdadera faceta con la emprenderá una nueva vida en la Tierra, nada que ver con lo que se nos muestra en las anteriores temporadas o, mismamente, en el flashback de 'Daybreak'.

"Almirante Adama: What do you hear, Starbuck?
- Kara Thrace: Nothing but the rain, sir.
- Almirante Adama: Then grab your gun and bring in the cat."

La series finale en sus dos capítulos conjuga de forma magistral los momentos de acción con los homenajes a los protagonistas, la verdadera marca de la casa de Battlestar Galactica. Era necesario. Además de los minutos finales en los que vemos como cada uno abraza su nuevo destino (desde la emotivísima despedida de verdad entre Roslin y Adama con The shape of things to come de fondo, al trágico final del Chief Tyrol traicionado por todas las mujeres a las que amó -lo de Boomer fue tortura psicológica-, el esperanzador comienzo de un Lee seguro del camino que debe seguir, y la familia 'híbrida' y feliz de Helo y Athena), somos espías de la vida de algunos antes del ataque a través de una flashbacks bastante esclaredecores y que ayudan a comprender todavía mejor su crecimiento como personajes. Descubrimos que el tema entre Apollo y Starbuck viene de antaño, las pérdidas familiares que motivan a Roslin a poner un pie en política, y el orgullo de un Almirante Adama cuestionado y su amistad con Tigh y su mujer. Aunque, personalmente, me quedo con la historia de Baltar y su padre por lo drástico que ha sido el cambio de este personaje.

Quitando los 'peros' y las preguntas sin respuesta, Battlestar Galactica se despidió a lo grande y fiel a sí misma hasta el final. A principios de verano me acerqué a esta obra maestra con la ceja levantada, y ahora no hago más que desear que pronto aparezca otro producto que se le asemeje en complejidad temática y en el carisma de sus personajes.

"So say we all!"

martes, 15 de septiembre de 2009

En la guerra y en la paz

"And Crispin Crispian shall ne'er go by,
From this day to the ending of the world,
But we in it shall be remembered;

We few, we happy few, we band of brothers"
.
(William Shakespeare, Henry V)

Desde pocos años después de la rendición de las fuerzas del Eje, la II Guerra Mundial ha supuesto un filón de historias para el cine y la televisión. Ya sea por el drama de los que sufrieron la contienda alejados del frente, o por las cruentas batallas que asolaron Europa y el Pacífico. Allí, en un paisaje de trincheras y hoyos de mortero, perdieron la vida alrededor de 25 millones de hombres, en su mayoría jóvenes de veintipocos años y con una vida por delante como los de la Compañía Easy del ejército estadounidense, la protagonista absoluta de Band of Brothers, una espectacular y emocionante miniserie de diez episodios que Steven Spielberg y Tom Hanks estrenaron en 2001 bajo el sello HBO.

Cuando Telecinco emitió hace unos años las peripecias de esta compañía del 506º Regimiento de Infantería Paracaidista de la 101ª División Aerotransportada del Ejército de los USA no lo dudé ni un segundo. Había disfrutado con Salvar al soldado Ryan y me alegré cuando Spielberg y Hanks anunciaron que iban a unir fuerzas en un nuevo proyecto sobre la contienda, basado en un best-seller homónimo del historiador Stephen E. Ambrose. Pero, tratándose de la 'cadena amiga' la experiencia resultó una calamidad, así que ha sido este año, con los DVD en la mano para siempre, cuando he resaboreado en condiciones la calidad suprema de este producto.

Encabezados por unos sobrios y emotivos créditos, los capítulos ganan en credibilidad cuando al principio de todos ellos unos cuantos veteranos, a veces emocionados por el recuerdo, cuentan sus sensaciones acerca de los acontecimientos que se nos mostrarán más adelante. El compañerismo de la Compañía Easy forjado en los barracones del campo de entrenamiento, en Toccoa (Georgia); el salto sobre Normandía en la madrugada del Día D; la batalla de Carentan, las pérdidas humanas de la operación Market Garden; la falta de provisiones en el duro invierno que marcó la batalla de las Ardenas; el horror del Holocausto y la conquista del Nido del Águila de Hitler en Bavaria... Éstos son los hechos claves que nos relata Band of Brothers con un despliegue de medios de primer orden y una cámara realista y ágil conjugados para hacernos partícipes de la acción y los intensos intercambios de metralla.

Pero sería un error pensar que la miniserie sólo son tiros y bombas, porque no. En cada aproximación y reconocimiento del terreno, o junto a la visión de los camaradas caídos, lo que se ensalza por encima de todo es el sentimiento de unión y amistad a pesar de los duros momentos, la pertenencia a un grupo en un territorio hostil. También vemos la figura de un líder, la del Mayor Dick Winters (un contenido Damian Lewis pre Life), que se convierte en una especie de padre para los 'hermanos' que forman el regimiento.

Entre la retahíla de nombres que vamos escuchando a lo largo de la producción (algunos de ellos interpretados con rigor por caras conocidas como David Schwimmer, Donnie Wahlberg o Colin Hanks), Winters adquiere un papel más destacable junto con el de su amigo, el oficial de Inteligencia de la compañía, el Capitán Lewis Nixon (Ron Livingston, Sex and the City). Ambos personajes se consideran a sí mismos como uno más que sirve en el regimiento, no como héroes de guerra que pasaron a la Historia. Esta percepción se hace extensible al resto de suboficiales y soldados rasos de la compañía, que sufrió un 150 por ciento de bajas, unas de las tasas más altas registradas por el ejército estadounidense en la guerra. Por todo ello, el dolor no podía faltar en la narración.



Aunque abundan las imágenes duras y no se maquillan los efectos de una granada en favor de la veracidad, todo está tratado de forma respetuosa y acorde con el relato los supervivientes, de manera que el lado humano de la historia no se ve relegado a un segundo plano. Personalmente, esto me quedó muy claro cuando mi hermano de 13 años, muy sospechoso de encantarle los videojuegos de estrategia y de matar zombis, me dijo que le gustaría conocer a los veteranos después de que, en un principio, se hubiese unido al visionado sólo por las batallas contra los nazis. Su cara al ver rótulos con los nombres de los veteranos en el capítulo final fue muy graciosa.

Ya le avisé de que aún queda The Pacific.

sábado, 12 de septiembre de 2009

Pilotando The Vampire Diaries: Escabechina sin sangre

Querido diario:

Un día entero tardé en tomar la decisión de ver, o no, la nueva apuesta de The CW. Como un vampiro que ve una gota de sangre y se le ponen los dientes largos, la tentación era difícil de controlar, pero oliendo la escabechina que se había montado alrededor de The Vampire Diaries en muchos rincones de la blogosfera, el reto fue sencillamente insoportable y... ¡Ñam, ñam!. Eso sí, de alimento para el cuerpo, nada de nada. Me pregunto cuántos de los 4,8 millones de espectadores que establecieron un nuevo récord para una premiere en la cadena 'verde' volverán la semana que viene. Todo dependerá de lo que les cueste hacer la digestión, porque esta muestra de hemoglobina, creéme, es tóxica y tópica hasta el aburrimiento.

Tampoco esperaba mucho de esta serie cuando allá por abril saltó la noticia de que The CW iba a dar el visto bueno al piloto, basado en una serie de novelas juveniles de Lisa Jane Smith, anteriores al Crepúsculo de Stephenie Meyer. Realmente no le se podían buscar tres pies al gato: viviendo en plena era vampiro Edward y una cadena amante del acné y el remake en horas bajas, más tarde o más temprano algo así iba a llegar a la televisión. Y por abrir horizontes, ha llegado hasta España, fíjate lo que te digo. Pero, por muy adolescente y hormonal que sea (hay que carecer de pretensiones al calificar el género), hay listones y listones, y The Vampire Diaries directamente se encuentra a ras de suelo.

Falla en lo que se le pide a una producción del género: entretener. El piloto se hace largo y se hunde en ínfulas pseudoexistencialistas donde hay poco espacio para toques de humor, y sí para el drama 'antenatresero' de familias rotas por la pérdida de uno de sus miembros. También lo hay para el desbarajuste emocional que sufren los que están vivos, como por ejemplo, el hermano pequeño drogadicto. Así deber ser el ambiente en el que se mueva la protagonista femenina. Como en la saga de Meyer, en la de Smith, la chica arrastra un aura de tristeza alrededor, pero, sorpresa, Elena Gilbert es bastante más popular que Bella Swan y me atrevería a decir que hasta más espabilada, aunque eso el espectador debe intuirlo debajo de la capa de hormigón armado que resulta la interpretación de Nina Dobrev.

Puedo ir de veraneo a Marbella si quiero

Luego tenemos a Stefan Salvatore, el chupasangre centenario y romántico encarnado por el nieto de Steve McQueen, Paul Wesley. La mirada intensa del actor se transforma más bien en mirada enjuta. ¡Qué capacidad tiene Wesley para mantener el ceño fruncido todo el rato! Nacido para seducir, sin duda. Por no hablar del Caín de la historia, Ian Somerhalder, que interpreta a Damon, el sanguinario hermano y rival de Stefan. Nadie sabe si es por efecto del maquillaje anticoloretes o qué, pero el rictus que ofrece el Boone de Lost no lo consigue ni un mimo callejero. En general, los ganchos masculinos de la serie se muestran acartonados y, ciertamente, veo a Somerhalder un poco mayor para el papel. Los años deben de haberme vuelto exigente, pero una serie 'teen' debe contar con unos buenos guapos, y The Vampire Diaries tampoco los tiene. Además, lo del pedrusco a modo de anillo que llevan ambos hermanos para soportar la luz del sol me parece el colmo del vampirismo 2.0. (demos gracias que no brillan como Edward).

Si bien no puede alardear de caras bonitas que sepan actuar, porque eso es harto difícil de encontrar, ocurre lo contrario si hablamos de niebla. ¿Hay algo peor en una historia de supuesto terror que te anuncien la llegada del malo malísimo? Damon trae con él al humo blanco y al cuervo, ese pajarraco que entiendo como una metáfora de la muerte. Sí, sólo falta el murciélago y que salga volando.

El tema no sería tan sangrante si un maestro del género como Kevin Williamson no estuviera detrás. Vale que no es un proyecto de autor y que la historia es muy típica, pero la impresión denota mínimo esfuerzo por la parte que le toca a don Kevin. El piloto hubiese tenido el mismo éxito porque la mezcla de triángulo amoroso y vampiros adolescentes viven en el ADN de la audiencia de The CW. ¿Qué más da introducir algo que se salga del guión?

Lo que sí introducen a 'dexter et sinister' y sin venir a cuento es canciones desde el inicio, a modo de hilo musical de tienda de ropa. La cadena se caracteriza por la actualizada selección musical que imprime a sus ficciones, aunque en este caso se trata de un bombardeo. Creo que no pasan cinco minutos sin que no se escuche ningún tema.

Así que, querido diario, aunque la amiga vidente de Elena diga que esto "sólo es el principio", para mí significa el final.

miércoles, 9 de septiembre de 2009

La gramola seriéfila

El camarada Moltisanti, siguiendo la tradición de las canciones del verano, se ha sacado de la manga un divertido meme que nos reta a recopilar diez temas que se han introducido en nuestras vidas a través de las series, muchas veces embajadoras de lujo de grupos semidesconocidos que pegaron saltos de gigante en las listas de éxitos tras su paso por las ondas catódicas, y que ahora exihibimos sin pudor en nuestros iPod o Mp4. Tampoco podemos olvidar lo que mola decirle a un amigo que te habla de tal canción: "Pero yo la conozco de haberla escuchado en X".

1. Edge of the ocean - Ivy (Grey's Anatomy, 1x05, 'Shake your Groove Thing'): Tarea dificilísima quedarnos con una sola canción que no haya sonado en esta serie, experta en lanzar hits, una verdadera mina que daría ella sola para hacer un meme-playlist de música favorita. Escojo este tema porque me relaja un montón, sobre todo cuando caen chuzo de punta en invierno, y lo que quiero es coger el coche con las ventanas bajadas e ir por la carretera de la playa en verano. El momento: a la salida del hospital, cuando a Izzie la deja el novio que tenía por aquel tiempo.

2. Red hair is better - Michael Giacchino (Alias, 1x01, 'Truth to be told'): ¿Quién no se acuerda de Sydney Bristow disfrazada de punky, con una peluca roja, y caminando con chulería por el pasillo del aeropuerto? Cuando necesito activarme, no lo dudo ni un segundo.

3. Mr. Brightside - The Killers (The O.C., 2x03, 'The New Era'): El grupo de Brandon Flowers hizo una aparición especial tocando varias canciones en el 'Bait Shop' al que acudían los chicos y desde allí los sigo, antes de las hombreras de plumas y las canciones sin más que se han marcado en su último disco. Recuerdo una doble cita horrible entre Ryan y Alex, y Seth y Lindsay, que acabó al revés de como había empezado, mientras Summer y Marissa estaban por ahí con sus respectivos ligues.

4. Standing in the way of control - The Gossip (Skins, 1x04, 'Chris'): Tema súper pegadizo que le va ni que pintado al capítulo dedicado a Chris, que tras una vida dedicada a la fiesta escondía un drama familiar salido de una novela de Dickens. Dieciséis años, huérfano y con la casa para el solo. Cómo para no liarla.

5. Kiss me - Sixpence None the Ritcher (Dawson's Creek): Noña como ella sola pero, por eso mismo, indosociable de la historia de los cansinos Dawson y Joey en la segunda temporada. Fue escucharla en un capítulo de la serie, y después en cualquier radiofórmula a todo trapo. Normal que me la sepa de memoria.

6. Goodbye - Asobi Seksu (The L Word, 5x05, 'Looking at you, kid'): Otra canción que hasta que indagué cómo se llamaba y de qué grupo era no paré. Luego me bajé el disco entero. La serie ya se arrastraba por los suelos, pero tenía momentos de lucidez musical cómo estos.

7. Bad things - Jace Everett (True Blood, opening theme): Cuando la pongo no puedo evitar trasladarme al ambiente de vodevil de la serie. Llevo casi un año con el pegote en la cabeza y no se quita ni con amoníaco.

8. Admiral and Commander - Bear McCreary (Battlestar Galactica): Después de All along the watchover y The shape of things to come ésta es mi otra melodía de BSG. Esos momentos de reconciliación o cualquier escena emotiva protagonizada por los Adama van unidos al sonido de las gaitas escocesas.

9. Time to pretend - MGMT (Skins, 2x10, 'Everyone'): No les había puesto atención hasta que sonaron en ese final tan agridulce. Ahora salto un poco más cada vez que la ponen en los sitios en los que salgo.

10. Don't stop believin' - Glee Club (Glee, 1x01, 'Pilot'): Sabía que este clásico de Journey sonaba en el final de The Sopranos (tengo que seguir con ella), aunque no lo escuché hasta que vi el piloto de la serie de FOX en la versión de los coristas. Enganchada estoy desde entonces.

Creo que hay que darle la vuelta a la cinta :p

martes, 8 de septiembre de 2009

La he 'liao' parda, ¿y tú?

ADVERTENCIA: Canutazos de spoilers de la quinta temporada de Weeds y de la primera de Nurse Jackie.

Vaya semanita la que acabo de pasar con mudanzas y el lógico desastre en mi cuarto, por eso creo que lo más conveniente sea que hable de dos mujeres vecinas del canal Showtime que saben mucho (o eso nos parece a la mayoría) sobre la teoría del caos. Nancy Botwin y Jackie Peyton son representantes de corrientes distintas de investigación sobre el tema, pero iguales de legítimas que la de nuestra amiga socorrista experta en ácido clorídico.

Desde el final de la cuarta temporada se podía dar por hecho el descenso moral a los infiernos de la antigua doña de Agrestic, pero lo que ha ocurrido en esta quinta temporada hace pensar cuántos pisos subterráneos puede tener el averno que Nancy se empeña en llegar hasta el último. Por primera vez desde que me enganché a Weeds he sentido repulsión por el personaje y por su creciente falta de escrúpulos. Que un hijo como Silas, un cabraloca que ha hecho todo lo que le ha dado la gana y más, venga y le diga a su madre que "nadie está bien a su alrededor" dice mucho de la degradación de esta mujer. Mary Louise Parker vuelve a ponerse maravillosamente en la piel de esta yonki del riesgo. Le importa tres pitos llevarse por delante a su familia, la misma por la que se adentró en el mundo del tráfico de marihuana, pero manteniendo la distancia que le daba su responsabilidad de matriarca viuda con dos vástagos a los que criar. Un sentido del deber, por cierto, que no le falta a Jackie en la serie del mismo nombre.

Volviendo a los Botwin, ahora nos encontramos con que la madre ha perdido el norte y se ha abandonado al pozo de mierda inherente a la venta de droga, y ya se sabe que cuando falla la cabeza de familia, falla casi todo lo demás. Y digo casi porque quien menos pensábamos que iba a estar ahí, el disparatado tío Andy, apareció cuando más se lo necesitaba. Hasta la propia Nancy lo reconoce en algún momento de la temporada, aunque, otra cosa es que le haga caso.

Andy y su evolución ha sido lo mejor de esta temporada en la que el drama se ha fumado a la comedia hasta dejarla en unas pobres colillas azuzadas con distintos resultados por Dough, Dean y Celia, que sólo estaban allí para poner el toque absurdo al capítulo y ni con esas han conseguido hacerme reír a carcajadas. En general, los secundarios han estado muy difuminados a lo largo de estos trece capítulos. A ver qué pasa ahora con el equipo de 'dealers' comandado por una Celia poseída por el 'Nancy style' y la relación del tío Andy con la médico Audra, interpretada por Alanis Morrisette, que huele a fracaso porque Botwin bebe los vientos por su cuñada.

Aunque no será el amor romántico, esperemos, lo que haga caer de la burra a Nancy. En su empeño por cubrirse de estiércol ha acabado por salpicar a su hijo menor, Shane, que ya apuntaba hacia un comportamiento un tanto raro al principio de la serie y que ahora ha explotado. Ser testigo de las cagadas de su madre ha dado como resultado un adolescente alcohólico y presunto asesino de la protectora de su padrastro. Vaya panorama que nos ha dejado ese brutal cliffhanger que cierra esta floja temporada. Desde luego, error de los gordos mudarse a Tijuana a vivir en el nido del alcalde corrupto, porque esa es otra, ¿qué lugar ocupa Nancy al lado de Esteban Reyes? Hasta en eso la señora Botwin ha perdido la brújula.

Menuda panda

Y del desaguisado de México nos vamos al de Queens, NY. Nurse Jackie contra todo pronóstico ha traído aires nuevos a Showtime con, otra vez, un personaje al límite, pero capaz de mostrar ternura en el sentido más peluche del término. Con un inicio titubeante tras las buenas maneras mostradas en el piloto, la serie se ha ido cociendo a fuego lento, más interesada en mostrarnos situaciones en las que vemos interactuar a Jackie con cada uno de los secundarios en vez de darles subtramas en los que se desarrollen. La enfermera adicta al Percocet de Edie Falco ha sido la protagonista absoluta de la función, pero me quedo con la deliciosa candidez de la novata Zooey y el acento inglés y el pijerío de la doctora O'Hara. Por lo demás, esperaré a la próxima temporada a encariñarme del Tourette del doctor Cooper, el pelo de plástico (fijaos lo que le brilla la cabeza) de Mo-Mo y del poco miedo que da Akalitus, la jefa de enfermeras.

Todos ellos forman parte del mundo profesional de Jackie. En el hospital, da rienda suelta a esa otra cara que ensombrece el papel de madre ejemplar con familia diez que vemos en cuanto asoma la cabeza por el bar de su marido, o acompaña a clases de claqué a la pequeña pero atribulada Grace. Al contrario que Nancy, Peyton no deja que su familia se involucre en sus movidas, porque son eso: 'sus' movidas. Su egoísmo, por llamarlo de alguna manera, se manifiesta así. Volviéndose hermética.

El porqué de crearse esa máscara de autodestrucción es el gran quid que encierra el personaje. ¿Por qué es infiel a Kevin con Edie, el famarcéutico del hospital? ¿Por qué se droga? ¿Para estar al pie del cañón en todos los frentes? ¿Por qué mantener tu vida personal escondida hasta el extremo de romperte un dedo a propósito con tal de quitarte el anillo? Como veis esta mujer es todo interrogantes. Dualidad al cien por cien.

Jackie tiene una vida perfecta, no le falta de nada, por eso sorprende de primeras ese descenso a los infiernos. Nancy buscaba un modo de sobrevivir, al final se le ha ido de las manos y ha acabado perdiéndolo todo. ¿Y la enfermera? No sabemos las razones, si las hay, de su idilio con Edie más allá de que le surta de material con el que colocarse en los baños. Era de esperar que, en cuanto el famacéutico fuera despedido del hospital, Jackie no iba a mantener a raya esa parte de su vida y que se avecinaban nubarrones en su modélica estampa de anuncio de ColaCao. Porque el hospital era ese muro que cercaba la oscuridad de Jackie, allí hace todo lo que no fuera de él, allí vive una vida paralela en la que falsificar carnés de donantes es lo de menos. ¿Qué verá Jackie cuando se levante del suelo donde la dejamos hasta el año que viene?

De momento, una pregunta que añadimos al bolsillo de la bata.

martes, 1 de septiembre de 2009

Eric Northman: "Me encantaría tomar el sol con Sookie"

"Y que ella me hiciera las mechas, por supuesto". Eric Northman recibe a Series a la parrilla en el aterciopelado trono de su negocio 'Fangtasia' mientras avista a unas jóvenes morenas que acaban de entrar en el bar. "Después iré a por ellas", comenta con sorna a la vez que un brillo maligno se adivina en unos ojos azules que llevan más de mil años sin ver la luz del sol. Todo un trauma para este ex vikingo sueco acostumbrado alguna vez a los cortos días escandinavos, y que, ahora como sheriff vampiro, vive de la True Blood de los rústicos vecinos de Bon Temps (Louisiana).

Series a la parrilla: Sheriff Northman, ¿por qué cambiar las largas noches de su Suecia natal por unas más cortas aquí en los Estados Unidos?
Eric Northman: Muchos suecos emigraron a los USA y como mi creador, Godric, estaba obsesionado con el Nuevo Mundo no me quedó otra que seguirlo. Además, llevábamos muchos años alimentándonos de compatriotas, después de europeos, y quisieras o no, la sangre te acababa sabiendo igual mordieras a quien mordieses. Probar la sangre india fue toda una experiencia para nosotros, así que si lo miras bien, valió la pena quitarnos unas horas de actividad nocturna.

SP: Supongo que, al principio, Godric y usted tendrían problemas de adaptación. Todo el tema del idioma, conocer a otros no muertos...
EN: Ja, los suecos somos buenos aprendiendo otras lenguas, y más el inglés... ¿Es que no sabes quién es ABBA?

SP: Claro, claro, ganaron Eurovisión en el año 1974 con un tema en inglés titulado 'Waterloo'.
EN:
Yo asistí a esa final e incluso le ofrecí un poco de mi V a Agneta, Björn, Benny y Anni-Frid antes de la actuación. Se puede decir que ganaron y se hicieron famosos gracias a mí.

SP: Vaya, me sorprende que usted fuera tan fan de un grupo digamos que algo 'hortera' en comparación con sus orígenes como guerrero.
EN: Ser un vampiro te permite abrazar un gran abanico de tendencias a lo largo de los años. Tu cuerpo no cambia, al contrario que tu mente. Te vuelves más sabio. Hace mil años yo era fuerte pero ignorante, ahora soy muy inteligente y, además, inmortal. No me hace falta llevar escudos para defenderme, puedo ir bien vestido y matar con la misma efectividad.

SP: ¿Por eso se hace mechas en el pelo?, ¿para estar guapo frente a sus víctimas?
EN: Al estar muerto, mi pelo rubio ha perdido el brillo que tenía cuando era humano. Las mechas son un buen invento para recuperar una de las pocas cosas que echo de menos de esa etapa. Eso y tostarme bajo el sol.

SP: Hombre, puede acudir a los solariums.
EN: Te recuerdo que soy alérgico a la radiación UVA. Pero bueno, si esos japoneses fueron capaces de quitarnos el placer de chupar buena sangre con esa porquería embotellada, nosotros les pedimos a cambio que inventaran rayos no nocivos. ¿Por qué crees que la Reina de Louisiana disfruta de un día de piscina en su masión? Porque yo le vendí la tecnología. 'Fangtasia' es mi hobbie; lo que me ha dado dinero y la posición que tengo entre la comunidad es mi cadena de solariums para vampiros, Ra Tech. Actualmente tenemos un agente en Madrid intentado convertir a Cristiano Ronaldo para nuestra causa.

SP: Todo un emprendedor por lo que veo.
EN: Precisamente eso es lo que quiero que se venda en esta entrevista. ¿Quién coño es Bill Compton a mi lado? ¿Qué puede darle ese don nadie a Sookie Stackhouse? Todo el mundo sabe que es un mantenido de la Reina.

SP: Y todo el mundo sabe de su fijación por Sookie, aunque, parece que a ella los vampiros metrosexuales no le van demasiado.
EN: No le puedo culpar de preferir a un paleto, ya que es producto de su educación mediocre, pero del mismo modo que Godric me salvó, yo la puedo salvar. De momento, compartimos el gusto por las tumbonas, me encantaría estar echado en una piscina junto a ella. Haríamos una bonita foto.

SP: ¿No cree que está subestimando el atractivo de Bill?
EN: Para empezar, el pobre padece doble enanismo. Por un lado, físico, porque está claro que comparte genes con Tom Cruise; y mental, ya que sólo tiene 170 años. Deberían haber castigado a Lorena por haber creado semejante vergüenza para nuestra especie. En cualquier caso, confío en que mi sangre le haya calado bien a Sookie para que se de cuenta de lo que mejor está aquí.

Qué tipo tan optimista. Las morenas del fondo no paran de saludarle. "Es hora de comer". Y se levanta del trono.