domingo, 23 de agosto de 2009

Pilotando Glee: Falta ensayar más

El pasado 19 de mayo el piloto de Glee tuvo su bautismo de fuego emitiéndose en FOX en plena temporada de renovaciones y cancelaciones. Sobra decir que la última fechoría del irreverente y plástico Ryan Murphy pasó la prueba en la cadena de Murdoch y a partir del 9 de septiembre la música y el baile llegará a los discos duros de manera regular. Por eso me lo tomé con calma a la hora de ver el piloto.

Se podía haber alcanzado una nota más alta, pero el tono alcanzado por el coro fue mínimamente bueno si consideramos lo 'rara avis' que son las series musicales y que, al fin y al cabo, estamos hablando del piloto. Vamos, que hay una garganta a la que pulir. No estamos ante una voz diferente como la de Amy Winehouse o la de un 'crooner' moderno como Bublé, si no que el estilo de voz se acerca más a la de los chicos Disney versión High School Musical, o sea, tirando a convencional. Porque no se puede negar que Glee le debe mucho a las pelis protagonizadas por el amigo Zac Efron y su novia la de las fotos picantes.

Ambientada en un instituto con sus 'cools' y sus 'loosers', es decir, sus quaterbacks, cheerleaders y nerds de todos los tipos, Murphy retorna a los tiempos de su maliciosa Popular y los mezcla con ese amor tan sincero que los americanos profesan a las competiciones y, sobre todo, al espectáculo. De momento, el mix cómico muestra más maneras de Sandy pija que de Sandy malota en Grease, pero espero que exploten más esas pildoritas de mala baba que han ido regando en el piloto, y no desaprovechen a los dos personajes más idóneos para la tarea: Mercedes, que es como una mini Mamma Morton de Chicago o Kurt, locaza enfundada en Marc Jacobs. Hasta se podría rascar algo de la marisabilla de Rachel, cantante principal con un ego y afán competitivo desorbitados como refleja su MySpace.

Claro que no puede faltar Finn, el quaterback tonto pero con sensibilidad artística que no ha consumado con su novia, la animadora legionaria de Cristo, y al que Rachel le pone ojitos para que vaya a cantar en contra de su reputación y sus amigotes del 'football'. Tampoco podemos dejar atrás a Artie, que va en una silla de ruedas, y a Tina, conocida por no descatar en algo concreto. Como véis, todo muy tópico, pero que, tratándose de Murphy, le pide a gritos que engrase su mente perversa para darle el toque que lo convierta en un hit masivo.

Aparte de los personajes juveniles, también hay que destacar la historia de Will (Matthew Morrison), el profe idealista que busca sacar lo mejor de sus díscolos y asilvestrados alumnos, en una premisa argumental que ha completado la vuelta a la Tierra unas cuantas veces. Y como siempre debe haber algún obstáculo, se atisba un cierto antagonismo con la chunga entrenadora de las cheerleaders intrepretada por Jane Lynch (no hay serie en la que no haya salido) y aficionada a los batidos de proteínas. El resto del claustro de docentes es de lo más variopinto empezando por Emma, una obsesionada por la higiene que ya conocemos como el amor frustrado de Hiro en Heroes; Ken, el entrenador del equipo de fútbol americano, que le va detrás,; y el director Higgings preocupado en traer dinero para el Instituto McKinley (¿por qué se llaman todos así?).

Todo estos elementos deben demostrar todavía si ha valido la pena que el jurado le diese el OK para pasar a la siguiente fase del concurso, que se celebrará nada menos que en la temporada de otoño. Con lo ofrecido en el piloto, Glee podría haber quedado perfectamente como una apuesta veraniega como las que en estos momentos refrescan el cable básico de ABC Family y Lifetime, pero la FOX ha decidido emparrillarla los miércoles a las 9 pm frente a los Law and Order SVU (NBC) y Criminal Minds (CBS). Parece que la Gran Canceladora tiene algo de confianza en la serie y le ha endosado dos 'lead-in' como So you think you can dance hasta final de año y American Idol a partir de primavera. Todos sabemos lo que mueve el talent show cantoril y, quitando la competencia de los procedimentales, en la otra trinchera están The Beautiful Life (The CW) y Cougar Town (ABC), por lo que a priori y sobre el papel no hay presagios de desastre.

martes, 18 de agosto de 2009

Pasando las de Caín

Me dijeron que el mejor momento para ver Razor, la primera de las TV movies que nos ha regalado Battlestar Galactica (en octubre será el turno de The Plan), era entre la tercera y la cuarta temporada. Conociéndome, y con los últimos 20 capítulos gritando por salir de la tarrina de DVDs, no pude esperar a tener bajada esta película de hora y media y continué con la serie. Iba alrededor del 4x06 cuando por fin pude ver las desventuras de la nave Pegasus y de su despiadada Almirante, Helena Cain.

El arco argumental protagonizado por Michelle Forbes (la dionisíaca Maryann de True Blood) fue uno de los momentazos de la segunda temporada de BSG, pero desgraciadamente, como la mayoría de las cosas buenas, duró demasiado poco. Así que, por eso, Razor se presentaba como la oportunidad perfecta para indagar en la personalidad de la antiAdama. A través de los flashback de la XO de la Pegasus (ahora comandada por Lee), la Mayor Kendra Shaw, vemos cómo se las arregló la otra estrella de combate para sobrevivir después del ataque a las Doce Colonias y cómo alcanzó los niveles de miseria moral y humana que vemos en los capítulos de la serie.

Aunque el film cumple en lo que respecta a los hechos (situados antes de la llegada a Nueva Caprica), como fan del universo reimaginado por Ron D. Moore (Bryan Singer, aléjate), me quedé con ganas de más en cuanto a Cain. Dejando de lado que no terminé de conectar con Shaw, personaje altamente 'acollejable', creo que la Almirante podría haber tenido mucha más cancha en el guión. Esas regresiones hacia su infancia durante la Primera Guerra Cylon nos ayudan a comprender de dónde viene ese carácter de mujer dura y de métodos expeditivos, y la relación amorosa con Gina, la Six infiltrada en la nave, nos hace entender un poco mejor la brutalidad con la que después se castiga a la cylon. Sin embargo, al mismo tiempo que destaco estos dos aciertos, no veo que haya una continuidad clara entre esa Cain un tanto buenista en la cena con sus hombres, y el giro radical a la tiranía y al tiro en la cabeza que pega su estilo de mando. Me pareció un cambio demasiado abrupto.

Pero, como ya dije, la trama marco que sirve de excusa para los flashbacks de Shaw es lo suficientemente atractiva para justificar la producción de este telefilm, en el que se arrojan pistas reveladoras sobre lo que ocurrirá en la última temporada, aunque personalmente no consideraría Razor los dos primeros capítulos de la cuarta, tal y como se puede leer en algunos sitios. Eso sí, del mismo modo que ocurre con la miniserie, recomiendo su visionado por la cantidad de detalles que ofrece.

Es imprescindible ver a Adama cuando era un joven teniente a bordo de su Viper, a los viejos centuriones de la serie original y, sobre todo, los primeros y espeluznantes experimentos cylon para parecerse a los humanos que derivaron en la creación del primer híbrido de nave. Este individuo, que es un hombre en contraste que el resto de híbridos que vemos en las nodrizas de las 'tostadoras', acapara las escenas más inquietantes de la película. Y, tratándose de asuntos extraños, hay que contar con que nuestra Starbuck, que debe estar presente de alguna manera, como siempre ocurre 'again and again'. Suerte que Thrace no estaba allí para escuchar la profecía de tintes apocalípticos que suelta el señor de la bañera porque la hubiesemos tenido desquiciada durante los dos años siguientes. Menudo secreto que Shaw se llevó a la tumba.

miércoles, 5 de agosto de 2009

Cuando se chupan las ideas

Joder, Bella, éramos pocos y parió la burra

Esta tarde he intentado contactar desesperadamente con Buffy para que me explique la causa de un pequeño incidente en Twitter relacionado con los vampiros, pero la tía está de vacaciones. Que no cunda el pánico. No tiene que ver con la camarera paleta lee-mentes ni su chupóptero que recicla botellas de sangre sintética. Es peor. La historia viene de esos Cullen, que deben tener barra libre en Cartier o Tiffany's de tanto que brillan si les da el sol mediterráneo. Miento. El sol de Levante los calcinaría al segundo. Pero de lo que ya no estoy segura es de si el mismo Helios le habrá fundido la materia gris a los responsables de Antena 3 Films mientras leían plácidamente en una tumbona la crepuscular saga de Stephenie Meyer. "Um, vamos a hacer algo parecido en España aprovechando el tirón de los libros y del chaval este despeinado que las pone en celo".

Primer amor 'bigger than life' con dosis de drama y de lágrimas por las esquinas, la tragedia de sentirse diferente a la masa, la lucha contra las adversidades... De todo ello nos iluminará No soy como tú (¿En serio?¿Es porque tienes colmillos, verdad? La insolación es mala para decidir los títulos, está claro), la TV movie en dos actos que la cadena pretende estrenar en 2010 para "recuperar el lado romántico" de los vampiros. Y parece que a los de San Sebastián de los Reyes les gusta que les muerdan dos veces, porque también han adquirido en exclusiva los derechos de emisión de la adaptación cinematográfica de Crepúsculo, en la que los nosferatus juegan al béisbol en familia. Aquí supongo que jugarán a una pachanguita al fútbol con camisetas de CR9 ( 'florentinian' product placement strategy, of course) a ritmo de Nena Daconte, en lugar de Muse. A saber.

Yo sólo espero que por una cuestión de pureza de sangre no se les ocurra encima comprar para el mercado patrio The Vampire Diaries, una de las nuevas apuestas con las que The CW quiere encantar (en el sentido más no muerto del verbo) a la audiencia usamericana. Pero es mejor que dejemos de hacer hipótesis apocalípticas para centrarnos en la coproducción de la cadena y Notro TV.

El buen seriéfilo Anade ya 'pió' un par de ideas para el reparto de este más que presumible culebrón de sangre adolescente. Mi paisano Rivas tiene planta por eso del pedigrí que da 'a terra das meigas' y por las pétreas dotes actorales que comparte con Robert 'Edward' Pattinson. Le pones un poco de greñas y voilá, además de que, gracias a El Internado, lo de pasar eternamente la vida en 2º de Bachillerato le parecerá un paseo. Sin embargo, Yon González, su compañero en el Laguna Negra, podrían ser una fuerte competencia a nivel cutáneo, ya que es más blacurrio que Martiño.

Más difícil está la parte femenina del asunto, porque casi todas las de FoQ o del propio internado valdrían. Eso dependerá de si quieren hacer una dupla inexpresivo-inexpresivo, para lo que contarían con Angy, o de inexpresivo-nivel decente, para lo que ficharían a Blanca Suárez. Por lo que sé, ya interpreta a una tía algo asocial en la escuela privada, así que no se le daría mal ponerse en plan Bella Swan.

En cuanto a localizaciones barreré tópicamente para casa y me decanto por las brumas de Costa da Morte o de A Mariña lucense, o en su defecto cualquier zona del litoral cantábrico. Aunque eso es lo de menos. Hormonalmente hablando, aquí lo que de verdad importa es si No soy como tú copiará el espíritu casto de los libros de Meyer o si será algo más como FoQ, pero con olor a muerte en las sábanas de mamá y papá. Al fin y al cabo, ¿por algún lado se tiene que notar que esto es una producción 'typical spanish', no?

domingo, 2 de agosto de 2009

Battlestar Galactica 3, desafío al infinito

ATENCIÓN, AGUJERO NEGRO: Si has visto la tercera temporada de Battlestar Galactica, sabrás maniobrar tu nave, de lo contrario, tus nervios spoilerosos te llevarán directo a una zona de la que no regresarás.

A estas alturas de mi maratoniano visionado de Battlestar Galactica, todo intento de verbalizar en qué consiste el espectáculo al que estoy asistiendo se queda en eso, un (largo) borrador. La tercera temporada, pese a la irregularidad que acusa en su segundo tramo, ha ofrecido tales niveles de arte en pantalla que hace dudar de si realmente Ronald D. Moore y su equipo supieron alguna vez qué es ponerse un listón. Tras la season finale de infarto con la que abandonamos la segunda, todo indicaba que lo que iba a venir a continuación tenía que hacerle justicia o, como ya es habitual con la Flota Colonial, pulverizar nuestros registros personales de qué había sido lo mejor de la serie hasta el momento. Cuatro episodios ('Occupation', 'Precipice' y las dos partes de 'Exodus') lograron batir la marca y dieron por hecho de que todo sería azuloscurocasinegro en los 16 capítulos que restaban por ver.

Cuatro meses después de la invasión cylon en Nueva Caprica nos encontramos con una humanidad prisionera de su propios errores y desesperada por enmendarlos hasta el punto de recurrir al terrorismo insurgente, o, en contraste, obligada a realizar actos contra sí misma con tal de sobrevivir. Así, la resistencia y los colaboracionistas no son más que dos derivados opuestos de esa sociedad gobernada por Baltar, un títere en manos de los cylons en unas circunstancias que hacen las delicias de cualquier amante de la historia contemporánea. En aquel gran campo de refugiados se pueden ver reminiscencias de lo que está ocurriendo en Irak y, muy veladamente, ecos de la infame República de Vichy en la II Guerra Mundial.

Mientras tanto, las estrellas de combate Galactica y Pegasus se mantienen al margen de lo que está pasando en el planeta, y trabajan en el modo de traer de vuelta a la Flota. También en el espacio parecen haber cambiado las cosas, algunas para bien y otras para peor. En este caso, tenemos a Lee, casado con Dualla, y que como comandante de la Pegasus se nos muestra presa del acomodamiento y quizá también de la resignación. Todo ello le está pasando factura incluso físicamente, mientras que su padre, el Almirante Adama, ha encontrado en la cylon Sharon Agathon (que se ha casado con Helo) una interlocutora de confianza, y más adelante la convertirá en oficial. Su primera misión consistirá en echar una mano a los insurgentes del planeta. Su éxito le valdrá el apodo de 'Athena'.

Sin embargo, ello no podría haber sido posible sin el Chief Tyrol no hubiera cejado en su empeño de establecer contacto con las naves. Él, junto con un tuerto Tigh y un Anders que lleva meses sin ver a su mujer, Starbuck, lideran el movimiento de la resistencia, cuyo uso de la violencia suicida se topa con la voz crítica de Roslin. Laura ha vuelto a las aulas a la vez que ayuda a cuidar a la pequeña híbrido Hera, que vive con su madre adoptiva bajo la identidad de Maya.

Poco durará la niña en manos humanas, ya que su madre adoptiva no logrará acceder a las naves que abandonan Nueva Caprica durante el brutal rescate orquestado por las battlestar y los hombres de Tigh, que, ha tenido que terminar con la vida de lo que más quería en aras de que el plan funcionase. El espíritu de sacrificio inunda los primeros capítulos de la temporada, desde esa inmolación de uno de los ex oficiales de la Galactica en Nueva Caprica, el gesto de Lee, que condena a la Pegasus para contener el ataque de las naves nodrizas cylon, hasta la "muerte" de Athena para recuperar a su hija.

Como ya ocurriera en la anterior temporada, parece que Starbuck tiene que pasarlo mal para que disfrutemos con ella. Paralelamente a la trama de la liberación de Nueva Caprica, asistimos al largo secuestro de Kara a manos de su némesis, el cylon Leoben, que vive obsesionado con ella y, en concreto, con su destino. No importa que lo mate cincuenta veces que él siempre vuelve a casa, y encima, cuando la vemos mostrar algo de instinto maternal, ella descubre que todo ha sido fruto de la manipulación del Dos. De esta forma, en libertad, no nos extraña para nada que la capitán Thrace vuelva a su versión más dura (que luego es triturada a golpes en ese genial 'Unfinished Business' donde el amor no es sólo cosa de jóvenes, ¿verdad, líderes coloniales?), pase de su marido y le dé al trago con Tigh.

El Coronel, víctima de la culpa por haber matado a Ellen, y Starbuck, traumatizada, en la antesala de cometer adulterio con Lee y a punto emprender un vuelo que lo cambiará todo... Sobra decir que el Almirante les reprende por su amargura, pero en ambos se refleja el dolor de aquellos que padecieron el régimen de Baltar y, que asisten resentidos a la aministía general concedida por la otra vez presidenta Roslin. De ahí la existencia de esos tribunales secretos y juicios sumarísimos en los que se depuran responsabilidades. Ya se sabe, en las posguerra es fácil sucumbir ante las ansias de venganza.

"¿Puede ser un humano capaz de mantener su promesa cuando su raza está a punto de ser exterminada?" (Athena a Helo)

Con la Flota Colonial de vuelta al espacio, volvemos a hablar de los habituales juegos políticos y de disputas morales a los que nos tiene acostumbrados la serie. El uso de las armas biológicas entra en el universo de BSG gracias al extraño virus que asuela una base cylon, y que los humanos no dudan en utilizar para acabar de una vez por todas con ellos. Todos están de acuerdo menos Helo, que vuelve a eregirse como la conciencia de la estrella de combate y siembra la duda en el espectador sobre quién está actuando correctamente. "Es un crimen contra la humanidad", replica a los altos mandos. Otra de las obsesiones de la sociedad postmoderma, la de la teoría de la conspiración, se nos revela en el capítulo 'Hero', en el que los fans de Alias nos encontramos con el viejo Carl Lumbly, como víctima de una desafortunada decisión de Adama, a cuya battlestar de entonces, la Valkyria, el Almirantazgo de las Doce Colonias había enviado a espiar la línea del armisticio con los cylons porque sospechaba que las 'tostadoras' preparaban un ataque.

Antes mencioné que la temporada bajaba de revoluciones en su segunda mitad. Esto es así a nivel de trama principal, ya que esa pintura de la vida cotidiana en la Flota, aunque aborda cuestiones interesantes como el racismo en las Doce Colonias y el movimiento sindical, interrumpe el misterio que se nos empieza a desgranar alrededor del capítulo 11, cuando el Chief descubre el Templo de los Cinco en el planeta de las algas, y que se desvela como una pista más para encontrar la Tierra. Esto y la confesión sobre los Cinco Últimos Cylons que Caprica Six hace a Baltar en la nave nodriza conforman la piedra angular de la temporada, y el apoyo sobre el que descansa otra de esas season finale a lo huevo Kinder que son marca de la casa. Esta vez, además, viene con más de una sorpresa.

Antes de analizar propiamente el final tengo que destacar una cosa. Casi siempre, Baltar y Six se bastan ellos solos para explayarse con los diálogos místicos, pero les ha salido una digna competidora en D'Anna, que, al final, será quien vea a las caras de esos Cinco cylons en el templo aunque su osadía cueste la retirada del escaparate a todo el modelo Tres. El personaje de Lucy Lawless, una robaplanos, se va con información valiosa, pero el espectador no tarda mucho en acceder a cuatro quintos de esos datos gracias al genio de Bear McCreary.

"Somos cylons"

La potente versión que el compositor hace de All along the watchover, sonando como un puzzle en la cabeza de cuatro personajes al mismo tiempo, les desvela su verdadera naturaleza de cylons. Personajes y espectadores compartimos el mismo sentimiento de perplejidad ya que asistimos juntos a ese momento revelador, en el que la música se convierte en un elemento activo de la trama. Pero, la importancia del tema no acaba aquí, porque de forma simultánea al terrible autodescubrimiento de Tigh, Tory, Anders y el Chief, el tema adorna el regreso de entre los muertos de la aguerrida Starbuck que viene con el mapa hacia la Tierra bajo el ala. ¿Era ése el destino del que hablaban su madre y Leoben?, ¿cómo pudo sobrevivir a la explosión de su Viper?, y, más allá de eso, ¿cómo una sola serie puede acumular tal cantidad de personajes femeninos fuertes y decididos? Porque está visto que Kara no es la única.

Pero la season finale no sólo da una vuelta de tuerca más al tema de la identidad personal, sino que también refleja la búsqueda de un proyecto vital en el que reafirmar esa identidad como en el caso de Lee, que hasta el momento había vivido bajo la sombra del padre. Su participación en el juicio a Baltar, reciclado en gurú antisistema, le sirve al joven Adama como prueba de que los despachos pueden ser un buen lugar donde luchar por lo que cree: la democracia.

Y para darle la puntilla a este repaso por la inabarcable tercera temporada, vamos a subrayar el rebrote del cáncer en la presidenta Roslin y la vuelta de las visiones en la archiconocida Casa de la Ópera, ahora con Hera correteando por los pasillos. No son más que señales de que el final está cerca y tan sólo queda un cylon por descubrir.

PD: Es ponerme a escribir de BSG y no parar. Sois unos campeones por soportar estos chorizos :)