martes, 26 de junio de 2012

Girls perdidas en Nueva York

Por si todavía queda un resquicio de hipsterismo en Girls, aquí va otra pequeña contribución para que uno de lo estrenos de la HBO de esta primavera se instale en los altares  'mainstream' y no baje de ahí. ¿Queda algún lugar de Internet que no haya dedicado unas líneas a la criatura que Lena Dunham, una neoyorquina de 26 años, dirige, escribe, produce e interpreta? ¿Queda algún sitio que no haya dicho que este portento multitarea tiene al productor Judd Apatow (Freaks and Geeks) como garante de lo que hace? Y lo más importante: ¿queda alguna esquina que no haya mencionado esta información hasta la saciedad? Girls ha dado que hablar. Mucho. Muchísimo. Y con sólo 10 episodios de media hora, que son los que regala su primera temporada.

Puede que la culpa de todo esto la tenga el acercamiento fresco y descarado a la mente de un grupo de personajes de veintitantos a los que la recesión económica ha dejado sin argumentos en una gran ciudad como Nueva York; la sinvergüenza con la que muestra situaciones de inodoro y de cama; la honestidad con la que se mea en egos y expectativas frustradas... En definitiva, lo que hace especial a la serie es la facilidad para retratar el limbo en el que se ha convertido la veintena para demasiados jóvenes, en una una extensión anormal de la adolescencia a la que prefieren agarrarse, por un lado, por puro terror de ver que el mundo ha dejado de producir los medios suficientes para hacer la transición hacia la edad adulta (esa que sus padres ya habían alcanzado a esa edad) y, por otro, porque no han sido educados para fracasar.

El día en que los padres de la aspirante a escritora Hannah Hovarth (Lena Dunham) le cortan el grifo se le viene el mundo abajo. Literalmente. Pero en lugar de mostrarnos una fábula a los Erin Brockovich de cómo aprender a sobreponerse a las adversidades, Dunham se recrea en descubrirnos el egoísmo y la 'quejumbrosidad'  (si la RAE acepta culamen...) ombliguista y parasitaria del personaje. Sin entrar a juzgar ni compadecer a Hannah en ningún momento, tampoco busca que nos encariñemos de ella, y sin embargo, tampoco podemos dejar de sentirnos identificados. Unos, en directo (como servidora); otros, en diferido. Unos, más; otros, menos. Con Hannah, las 'dramaqueens' televisivas han dejado de ser un arquetipo lejano asociado al lujo y a la belleza para adquirir una capa de realidad que salpica a quien está al otro lado.

Hannah es de largo el personaje más explorado de las cuatro protagonistas, aunque todas viven en su propio burbuja de miedo e inercia. Jessa (Jemima Kirke), la despreocupada y bohemia -e inglesa, requisito indispensable para ser 'cool' en una serie norteamericana- del grupo, que prefiere huir hacia adelante sin norte alguno; Marnie (Allison Williams), la perfecta insatisfecha; y Shoshanna (Zosia Mamet), la más infantil de las cuatro, pero con una claridad de juicio sorprendente ("Everyone is a dumb whore") entre tanto amor confeso por Carrie Bradshaw y el resto de fabulosas de Nueva York.

Las referencia meta a Sex and The City del piloto es todo un gag autoconsciente de los parecidos que Girls podría recordar a la audiencia, pero, al mismo tiempo, también sirve como declaración de intenciones de que el lugar común de las cuatro chicas y la Ciudad es una cuestión meramente circunstancial. La propia Dunham y su socia, Jenni Konner, se encargan de demostrarlo en los episodios siguientes introduciendo unas situaciones y unos personajes masculinos que están en las antípodas del clásico de Darren Star, también emitido en la HBO.

Adam (Adam Driver) tiene, lo que podríamos llamar, una presentación poco ortodoxa, de peor tío entre los tíos, resultado de un aventura desafortunada entre el olor a pies y la sensibilidad de un cable. Desde la perspectiva de Hannah es fácil odiarle y no entender qué puede ver esta chica en 'eso' que, en principio, la trata tan mal. Pero uno de los grandes aciertos de esta temporada de debut es este actorcillo mantenido y la autenticidad que desprende en cada una de sus excentricidades o monólogos extremistas. La relación que Adam desarrolla con Hannah tiene momentos entrañables, escatológicos y dramáticos en los que vemos que quizá sea nuestra protagonista la que necesite un toque de atención, aunque este trama acabe robando tiempo a otras que también valen la pena.

Si Hannah y Adam van enseñando facetas y defectos a través de su relación, lo mismo ocurre con Charlie y Marnie a menor escala. Aquí la dinámica se ve clara desde el primero momento, con un Charlie calzonazos vícitima de los caprichos de una Marnie más aburrida que las amebas. Como ocurre con Adam, no cuesta odiar a Marnie por comportarse como una niñata pero, al final, y a través de la deriva de su amistad con Hannah (grandísima pelea la del episodio 9) y el choque de caracteres con Jessa, vemos que hay mucho más.

 

En general y a pesar del reparto de protagonismo desigual, el guión de Dunham se las apaña para dar más de sus personajes, incluyendo a Ray, el tercero de los chicos, un cínico empedernido, al que vemos como contrapunto de la candidez de Shoshanna en las pocas escenas que han compartido juntos. Especialmente destacable es toda su interacción a la carrera en el séptimo capítulo, el 'tour de force' de esta primera entrega que se abre nada menos con un tema tan anti-Pitchfork como el "On the Floor" de J. Lo y Pitbull.

La banda sonora merece una mención aparte, ya que recoge a la perfección el espíritu desvergonzado de la serie, dando cabida desde divonas como la citada J. Lo, Beyoncé y Britney, petardas como Demi Lovato, hasta representantes de la escena indie como The Vaccines, LCD Soundsystem o MGMT por citar algunos de los más conocidos.

Girls ha cerrado temporada pisando acusaciones de racismo por falta de diversidad en el reparto (menos mal que Shonda no apareció por aquí); de pretensiones exacerbadas (que la propia Hannah diga que quiere ser  "la voz" de su generación no ayuda, supongo); de fealdad (las carnes de Dunham, las caras de Adam...); de idiotización de las figuras masculinas (hasta James Franco da sus dos céntimos) y, sobre todo, de nepotismo, algo que se ha utlizado para descreditar cualquier verosimulitud de lo que cuenta esta ficción.

Está claro que Lena Dunham ahora mismo no está viéndoselas y deseándoselas para encontrar un trabajo, pero es una veinteañera escribiendo sobre vivencias de veinteañeros hoy en día. Tiene la cercanía emocional que da la edad, un poco como les pasaba a los guionistas adolescentes de Skins en la mejor etapa de la serie. Y eso es suficiente para que el arte encierre alguna que otra verdad.

3 comentarios:

Pieman815 dijo...

No te ha quedado practicamente nada que comentar.
Muy genial y muy de acuerdo.

bvalvarez dijo...

Me ha encantado tu entrada. Lo que más me gusta de la serie de Dunham es que consigue que puedas identificarte con las situaciones sin necesariamente estar de acuerdo con los personajes. Me gusta esa forma de presentarlos tan desprovista de todo "cuidado" y cómo ha ido mostrando poco a poco muchos matices en todos ellos.

Por cierto, necesito hablar con alguien de Marnie, porque lo que ha pasado en el último capítulo me deja con dudas sobre el camino que le van a dar. ¿Lo de Jessa fue solo un impulso? No sé.

Jaina dijo...

Gracias por los comentarios!

Pieman815: Me alegro de haber coincidido contigo.

Bvalvarez: Dunham ha ido a machete y le ha salido bien la jugada. Espero que siga dando matices a sus personajes en la próxima temporada. Con respecto a lo de Marnie tengo mis dudas. Por un lado, y sabiendo como es Marnie, pudo haber sido una de esas venadas suyas para salirse del corsé (como ella bien dijo en la escena con Jessa). Pero por otro lado, no es raro ver a este tipo de personajes tan cerrados dando pie a tramas de autodescubrimiento. Como digo la situación es lo suficientemente ambigua para una cosa como para la otra, pero da que pensar por la relación pasiva-agresiva de Marnie con su ex, la propia relación de rivalidad entre Marnie y Jessa, la duración de la propia escena (de lo contrario, tanto énfasis podría ser gratuito y no creo que Dunham caiga ahí), el hecho de que no se vuelva a tocar el tema, ni que los dos personajes vuelvan a compartir plano y luego
SPOILER ALERT

la reacción de Marnie borracha a la boda de Jessa. Que también puede ser fruto de los celos de que Jessa se case y ella no esté en su lugar, siendo doña perfecta, aunque como digo todo está en el aire.

/SPOILER

Por otro lado, lo de Jessa casándose es 100% impulso. Por la rapidez del asunto (ni siquiera ocurre en pantalla y es una de las protaas) y sabiendo lo que odiaba al fulano. Está claro que el personaje quiere un cambio en su vida, pero parece sigue actuando de la forma a la que está acostumbrada. De ahí que no me sorprendiera la salida de la boda: dentro de lo que cabe está dentro del personaje. En cuanto a lo su relación con Marnie, y posibles sentimientos, yo creo que en la caso de Jessa no hay mucho conflicto, y si a Dunham le diera por explorarlos, sería algo natural para Jessa.
En cualquier caso, lo del matrimonio pinta para dos telediarios.