jueves, 23 de agosto de 2012

Las cabezamoños

Nunca me había interesado ninguna de las propuestas de la ABC Family hasta este verano en que Amy Sherman-Palladino, creadora de Gilmore Girls, ha regresado a la televisión con una serie marca de la casa, Bunheads. Cierto es que yo seguía a las Gilmore más mal que bien en esas emisones de La 2 en horarios extraños, ya sea por la mañana o por la noche, y que nunca conseguí ver una temporada decente del tirón, pero la madre y la hija y el resto personajes que habitaban Stars Hollow tenían un algo especial que me enganchaba siempre que me los encontraba en la tele. Por eso decidí darle una oportunidad a Bunheads (jerga para denominar a las bailarinas de ballet, por los moños que lucen) desde el principio, semana a semana, y el resultado ha sido tan refrescante como tomarse un polo helado.

Sin miedo a equivocarnos, estamos ante una producción 100% de la Palladino. No hay nada en este estreno estival que no grite quién manda allí, del mismo modo que en The Newsroom está precintada de arriba a abajo con sellos 'Propiedad de Aaron Sorkin'. Los diálogos a lo 'screwball comedy', las interminables referencias a la cultura pop, el pueblo plagado de vecinos harto peculiares, y el protagonismo de los personajes femeninos (especialmente de la treintañera en crisis): la showrunner sigue plasmando todo esto en Bunheads.

Poco satisfecha con los derroteros que ha tomado su vida como 'showgirl' en Las Vegas, de vuelta de todo, y sin raíces, la sarcástica Michelle Simms (Sutton Foster) se casa porque sí con uno de sus dedicados admiradores, Hubbell Flowers, con tan mala suerte que el recién estrenado marido muere en un accidente de tráfico, dejándole como herencia una casona, bastante dinero y... a Fanny (Kelly Bishop aka Emily Gilmore), la extravagante suegra que regenta un estudio de ballet, la pasión abandonada de Michelle.

La serie juega con el viejo recurso del pez fuera del agua, con desmontar las expectativas y prejucios del protagonista/forastero y de las personas que lo conocen, y cómo acaban aprendiendo unos de otros. El pueblo californiano, Paradise, es tan paradisíaco que nunca ocurre nada, lo cual es el equivalente al infierno para Michelle, mientras los choques de personalidad con Fanny y con el resto de los vecinos tampoco ayudan. No es una premisa que no hayamos visto antes, pero siempre es entretenido ver cómo se le van rompiendo los esquemas a los personajes uno a uno, y más si el plan incluye 'one-liners' lapidarios que le restan azúcar al asunto. Porque Bunheads, por espíritu, estética, y por el canal en el que se emite bien podría ser otro de esos productos mullidos que malrellenan el género familiar, aunque tiene ese punto necesario de mala leche que sorprenderá a aquellos que se acercan a la serie pensando en que acabarán expulsando arcoiris por la boca en la primera escena con tanto tutú, o espantados con tantas cosas de mujeres (no nos engañemos, la serie tiene un público muy bien definido).



Ejemplo de cabecera chunga...


Tan patente como predecible es el vínculo de mentora a su pesar que Michelle va formando poco a poco con cuatro estudiantes de la escuela: Boo (la rellenita insegura), Shasha (la rebelde con talento), Ginny (la romántica e inocente) y Melanie (la cínica), cada una con un carácter y rol bien diferenciado. De todas ellas, es Shasha la que más desarrollo ha tenido hasta ahora por venir a ser un reflejo de lo que Michelle era a los dieciséis años, como se empieza a apreciar en los últimos cuatro capítulos de los diez que la serie ha emitido antes de irse de parón hasta que llegue el invierno.

Es justo en estos episodios en los que la ficción consigue elevarse sobre sus puntas hasta alcanzar el equilibrio y tono que le faltaban en los primeros compases. No quedaba del todo claro hacia dónde iba la historia, o de si la serie tendría siquiera una trama más o menos continuada, o todo consistiría en una colección de escenas ligeras con unas coreografías de ballet bien montadas y unos estupendos números musicales en los que Sutton Foster demuestra sus credenciales de actriz curtida sobre las tablas de Broadway. Tampoco le hacían ningun favor las comparaciones con el gran éxito de su responsable (polémicas raciales con Shonda Rhimes, aparte), pero Bunheads ha sabido encontrar su hueco aunque las audiencias no hayan sido muy acogedoras como para garantizarle la renovación directa para una segunda temporada. De momento, habrá que conformarse con los ocho o nueve episodios adicionales a los que ha dado luz verde la ABC Family.

4 comentarios:

Pieman815 dijo...

Se podría decir que estoy totalmente de acuerdo.
La serie ha completado mi parrila personal con algo que necesitaba. Una serie ligera, terriblemente entretenida y agradable de ver, sin pedirle mas que sonrisas en los 40 minutos, sin pensar mas.
Hacía mucho que una serie teen no lograba que cogiera ese cariño a todos los personajes

satrian dijo...

La finale de verano mejoró un poco la audiencia seamos optimistas, como dices excepto la cabecera la serie compensa a los fans de las Chicas Gilmore, yo estoy encantado con ella.

Jaina dijo...

Pieman815: No me esperaba gran cosa y he acabado enganchada perdida. Vienen bien este tipo de series :)

Satrian: Yo soy optimista, a ver si vuelve con fuerza en invierno :) Todavía me pergunto qué pinta esa cabecera ahí xD

Anónimo dijo...

Me ha gustado: serie amable con buenos diálogos y personajes bien definidos. Shasha no me gusta nada, me parece una bailarina pésima, si reducen sus momentos danzarines en la segunda parte la serie mejorará.