martes, 25 de septiembre de 2012

Weeds, adiós a la MILF

Pequeños spoilers de la series finale de Weeds.

Parecía que el día no iba a llegar nunca. Desde hace mucho tiempo Weeds amagaba con poner punto y final a las andanzas de Nancy Botwin (Mary-Louise Parker) y familia, pero temporada a temporada la serie emulaba a su protagonista y sobrevivía por los pelos a algunos de los giros de guión  más extravagantes de la última década catódica. El problema es que tanta locura dejó de tener el sentido suficiente para seguir justificando su uso reiterado por parte de Jenji Kohan y su equipo de guionistas. Así, los seguidores más fieles acabamos aguantando nada menos que cuatro años de travesía por el desierto, con espejismos que nos ilusionaban con la época dorada de uno de los buques insignia del canal Showtine para después vernos rodeados por la misma arena de siempre, la de una mediocridad que se había instalado en la serie desde la cuarta temporada.

Porque desde el momento en que los Botwin cruzando la frontera con México, todo se descontroló de tal forma que luego llegaron los embarazos salvadores, los palos de criquet, y los atentados fallidos (ésos que no consiguieron levantar un séptimo volumen tan olvidable que ni me molesté en reseñarlo), con la única excepción de la detención de Nancy en el aeropuerto tras una emocionante sexta etapa a la fuga por Estados Unidos. Pero fue el tiro en la cabeza, no la cárcel, el que nos puso en ruta definitiva para despedir a la serie y ver, por fin, si Nancy se decidía a aprender de los errores garrafales que ha ido cometiendo a lo largo de estos ocho años. Errores como madre y matriarca de clan, principalmente.

Lo que empezó como una forma de dar de comer a su familia después de la muerte de su marido, poco a poco se fue revelando como una droga para Nancy, aunque ella no fuera una adicta a la marihuana que vendía. El mono de vivir al límite, de proponerse el más difícil todavía, el mono de la ambición por controlarlo todo que Nancy puso tantas veces pmor delante de sus hijos, cuñado, hermana y amigos, cómplices de alguna manera con el delirio egoísta de la propia señora Botwin. Nancy, en el fondo, no podía vivir sin Andy (Justin Kirk), Silas (Hunter Parrish), Shane (Alexander Gould) y Stevie (es decir, los únicos hombres que no habían muerto por estar a su lado), pero es que tampoco éstos podían vivir sin ella... hasta que vieron que sí podían a cambio de llevar a cuestas años de reproches ahogados. Irónicamente se podría decir lo mismo de los que acabamos siguiendo la serie por pura inercia, siendo conscientes de la decepción, pero de alguna forma esperanzados con que la serie iba a cambiar del mismo modo que la protagonista.

Si hay una forma de definir este volumen final de Weeds es la de 'temporada del castigo'. En una ficción en la que, en términos narrativos, no existía esa "brújula moral" a la que se refiere Nahum, los doce últimos han contribuido para que sí se materializara esa presencia. Por primera vez toda la tarea de juzgar no recaía en el espectador,  a merced hasta entonces de una escritura pensada para que los personajes se retrataran a sí mismos en sus excesos y temeridades, sin una guía implícita de lo que era bueno o malo. Pero, como he dicho, un recurso redentor tan cliché como el del tiro a la cabeza por parte de Tim el hijo del difunto Peter Scottson (uno de los cuatro maridos de la protagonista)  ha sido suficiente para que algo se asiente en la conciencia de Nancy. Así, todos estos capítulos han apuntado hacia una búsqueda de la paz consigo misma y con su familia en la que vimos cómo Nancy renunciaba al contrabando para luego volver por la vía legal; cómo decidía dedicar el tiempo a Stevie que no pudo dedicar a Silas o a Shane;  cómo tenía un 'heart-to-heart' con su hermana, Jill; y cómo todo eso le acababa explotando en la cara a pesar de sus esfuerzos, incluido ese escurridizo polvo de consolación con Andy para darle un poco de lo que siempre había deseado, justo cuando Nancy veía que su cuñado se estaba escapando de su vera en la misma acera en la que Judah Botwin tuvo el infarto que lo dejó en el sitio.

Las heridas en cada uno de los casos eran demasiado profundas y la solución llegaba demasiado tarde como para que las cosas sanaran sin otra consecuencia que no fuera alejarse del origen de todos los males. Sólo pudimos ver ese logro de la independencia en Andy antes de dar un salto de ocho años hacia adelante para comprobar qué había sido del resto, que también habían abierto caminos lejos de la matriarca, una Nancy había llegado a donde siempre había soñado, pero más sola que la una, con la única compañía de su hijo Stevie,  y acosada (ahora sí) por los remordimientos. De Shane ya se sabía que no podía acabar en nada conviertiéndose en pupilo el inspector borracho, y de los dos hermanos originales era el que más próximo se había mostrado con su madre, mientras que Silas siempre le echó en cara su negligencia y sus mentiras. La temporada ha dado grandes momentos entre el hijo mayor y Nancy, en lo que parecía el acercamient definitivo, hasta que el viejo amor adolescente de Silas, la sorda Megan, arrastró al rubio y a la hija de ambos fuera de la órbita de la abuela.



La temporada, además de darle un poco de su medicina a la protagonista, también ha supuesto una vuelta a los orígenes. Los títulos de crédito recuperaban a los 'Little Boxes' y se estilizaban para contarnos el viaje  de los Botwin desde Agrestic, pasando por Ren Mar, Tijuana, Nueva York y  Pittsburg para acabar otra vez en Regrestic (aka Agrestic) en donde empezaron a reaparecer algunos de los grandes personajes de la serie que después se reunieron en el Bar Mitzvah de Stevie. Todos, salvo Celia Hodes, uno de los pilares de las primeras entregas, injustamente ignorado en el epílogo cuando hemos tenido que  aguantar temporadas enteras con Doug de prestado y ocupando espacio.

 'It's Time' fue el autoconsciente título de la doble series finale. A Jenji Kohan y a Showtime se le acabó el crédito con Weeds, pero siguieron produciendo temporadas contranatura, del mismo modo que Nancy Botwin  huía sin darse la vuelta y mirar lo que había dejado sembrado o quemado, pero ya está. La montaña rusa ha parado y, al menos, lo ha hecho siendo fiel a sus propia atmósfera, dejándonos para el recuerdo la imagen de Nancy rodeada por sus hombres. A pesar de todo, como había sido siempre.

4 comentarios:

satrian dijo...

Se estiró demasiado la serie de Mary-Louise Parker, una pena la no aparición de la gran Celia, el final emotivo pero no brillante, y debemos quedarnos con las primeras temporadas brillantes, sin pensar en el resto.

irenia dijo...

Después de tanto tiempo mareándonos siento que no la voy echar de menos, incluso en esta última temporada se me ha hecho muy pesada. Y el final me dejó muy fría, y tienes toda la razón, se echó mucho de menos a Celia.
pd: bueno, echaré de menos algo... Silas!

Brinstar dijo...

En general a mi esta última temporada tampoco me ha gustado, ni tan siquiera el capítulo final con su salto temporal me ha parecido un buen recurso.
Eso si, hay que reconocerle a la serie que algo muy bueno tuvo que hacer en sus inicios para que haya conseguido que pese a todo, la gente no hay bajado del barco.

Unknown dijo...

Nunca terminé de ver las 8 temporadas de esta serie, nisiquiera una temporada completa. Me había recomendado la número 7, porque algunos de los capítulos los había escrito el guinista Roberto Benabib , quien a pesar de tener pocas producciones me encanta ver los filmes en que participa en el género de comedia; así que desde mi opinión , sólo puedo recomendar esta temporada.