Finalmente el vuelo se ha estrellado. La audiencias no han tenido piedad con la tripulación de Pan Am que, después de un arranque más que prometedor, veía como perdía combustible a chorros semana tras semana hasta que ha acabado en el hangar de las series canceladas de la ABC (después de haber dicho adiós con unos raquíticos 3,7 millones y 1.2 en la demo). Lo más triste del asunto es que no hace falta mirar cajas negras ni preguntar al responsable del último remache de esta ficción basada en la edad de oro de la aviación para darse cuenta de lo que estaba fallando.
Pan Am enamoraba por los ojos, eso es incontestable. Toda su cuidada estética sesentera ayudaba sumergir al espectador contemporáneo en el espíritu y propaganda de una época, la de la New Frontier kennedyana, donde reinaba un optimismo tal que empequeñecia cualquier desafío por inabarcable que fuera (buena prueba de ello es el capítulo del aterrizaje de emegencia en Haití, 'bigger than life' en estado puro, por encima de precisiones históricas). Una serie retro en pretensiones y ambientación al servicio de las necesidades del habitante del sofá de hoy que lo último que desea es que le recuerden aquellos problemas de los que quiere escapar cuanto antes. Pero, una vez dentro del Clipper, hacía falta más que un cátering de lujo y azafatas y pilotos de revista para hacerte comprar otro billete... hasta solicitar la tarjeta de millas.
El fuselaje debía haberse compuesto de unas planchas en forma de historias más pesadas que equilibraran la tendencia hacia lo ultraligero de las tramas, por no hablar de establecer unas rutas más atractivas que incluyeran más escalas en las que bajar a la terminal y profundizar más en los personajes, ese grupo de hombres y mujeres adalides de la modernidad, encabezados por una Colette (Karine Vanasse) tan encantadora que hacía soportable episodios terribles, colocados en el lugar que no les corresponde por obra y gracia de la estrategia absurda de una 'network' que, ratings mediante, había perdido la confianza en su producto.
La azafata francesa, con su pasado de ocupación nazi, protagonizó algunos de los momentos más dramáticos de la serie y, junto con el capitán Dean (Mike Vogel aka "El rubio bien hecho"), llenó de sobra la cuota romántica. Por su parte, Kate, la azafata espía encarnada por Kelli Garner (el otro gran descubrimiento de la serie, tal y como destaca Crítico en Serie), empezó siendo el personaje con la trama más clara y viable a largo plazo, pero ésta sólo empezó a tomar verdadero cuerpo y seriedad hacia el final... cuando ya era demasiado tarde para remontar el vuelo, tal y como les ocurrió al resto: Maggie, Laura y Ted.
Quizá conscientes de que a la serie le quedaban como mucho dos aeropuertos que visitar, los guionistas se apresuraron en darle más quehacer a estos tres personajes, aunque más bien el piloto automático parecía estar detrás de todas las maniobras. No hay otra explicación posible a ese frenesí de abrir y cerrar conflictos a velocidades de vértigo, y a esa ausencia de explicaciones al pasajero acerca de por qué ciertos personajes se quedaron en tierra y nunca más volvieron a embarcar. Porque, ¿qué fue de Bridget?, ¿se la tragó un vórtex del espacio tiempo?
Con todo, en esta locura de quemar fuel como si no hubiera mañana, los responsables de Pan Am se las ingeniaron para inmolarse con honores cual kamikazes, convirtiendo el episodio extra que les había regalado la ABC en una season finale irrespetuosa con el minúsculo grupo de seguidores fieles a la serie que la disfrutaron sin exigirle más de lo que estaba dando. En lugar de clausurar la serie de una forma honesta y orgánica con lo que había ofrecido a lo largo de sus catorce episodios, y si bien el resultado general sonaba a despedida en todos los motores, los guionistas se encargaron de dejar cabos sueltos importantes que justo prometían algo que no iba a ser factible de ninguna manera: una segunda temporada.
1 comentario:
Esta serie la vi solo un par de veces y nome llamó la atención en lo absoluto, me daba igual si la cancelaban o no, mal por quienes la seguían aún cuando muchos la abandonaban. Buen blog, saludos!
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