domingo, 26 de febrero de 2012
Smash... mashed?
Seis millones de espectadores y un 2.39 en la demo comercial fueron los datos que marcó el tercer episodio de Smash emitido en la semana pasada. Una cifra alejada de esos prometedores 11 millones y 3.8 en los ratings cosechados por la premiere en medio de un salvaje despliegue mediático azuzado por la filtración del 'preair' del episodio piloto, los buenos comentarios de la crítica especializada y la inclusión de los protagonistas en la promo corporativa de la NBC durante el evento que paraliza los Estados Unidos de costa a costa: la final de la SuperBowl. ¿Qué ha pasado entonces para que esta promesa de 'smash' (éxito) haya caído tan en picado?
No hay que irse a mirar temporadas vetustas para encontrar antecedentes al caso de Smash. Este mismo año la gran apuesta de la ABC, Pan Am, registró unos datos y reseñas parecidas en su estreno para acabar cancelada después de mendigar cifras a lo Fringe los viernes, pero en la noche de los domingos. Claro que las sofisticadas azafatas no contaban como 'lead-in' con un auténtico rodillo de audiencias como es The Voice sino con una serie, Mujeres Desesperadas, que se despide este 2012 siendo una sombra de lo que fue en los audímetros. Creada por Theresa Rebeck (esperemos que toda la situación no se deba un gafe por haber firmado el guión de la inmunda Catwoman de Halle Berry), Smash prácticamente espanta a esos espectadores que por cercanía temática deberían seguir el camino de la cándida y natural de Iowa Karen Cartwright (Katharine McPhee, otra hija de American Idol) para cumplir su sueño de triunfar en Broadway protagonizando un musical sobre la vida de alguien que llegó a mito procedente de lo más bajo del 'white trash': Marilyn Monroe..
El gran enemigo de Smash es el tópico pesado que encierran su planteamiento y sus personajes carentes de matices. La fábula del traslado a la gran ciudad para perseguir los sueños propios es tema recurrente hasta de la vida misma, así que el problema está en cómo se presenta esa circunstancia. Karen es demasiado blanda y novia perfecta, mientras que su antagonista, Ivy Lynn (Megan Hilty), es demasiado la típica rubia sin más (no es una perra a lo Amanda de Melrose Place, para entendernos) por lo que el guión está tardando demasiado en ponerle más defectos la primera y más mala idea a la segunda. No se trata de convertir eso en una oda a Showgirls, pero hace falta más tensión y competitividad entre los dos personajes que se disputan el papel protagonista del musical. Puede que el objetivo sea hacer que el espectador no se decante por ninguna de las dos potenciando sus facetas positivas, pero eso le está haciendo un flaco favor al drama, por no decir que, de momento, se nota una evidente imparcialidad en detrimento de Ivy, un personaje que por sus características juega con desventaja desde el principio.
Los secundarios encabezados por Julia Houston, la compositora del musical 'Marilyn' interpretada por Debra Messing (Will & Grace), y la productora Eileen Rand, encarnada por Angelica Houston (El honor de los Prizzi), todavía tienen que presentar poco a poco sus propios conflictos y dar paso a subtramas que ayuden a al conjunto. Precisamente sólo Julia con sus dilemas sobre la maternidad, y pasados extramatroniales, y Eileen, con el divorcio de su marido y socio empresarial, parecen tener algo que aportar. Los siguientes personajes en importancia, Tom, el músico (Christian Borle), y Derek, el director del musical (Jack Davenport, FlashForward, Swingtown), bailan al son de Julia y Eileen, mientras que el ayudante Ellis, en un papel tan prescindible como el de Ashley en Revenge, es justo el que empieza a independizarse un poco de los demás, aunque sea de forma un tanto patillera y obvia. Como obvio se antoja el destino de Dev, el novio de Karen, para quienes hayamos visto a Raza Jaffrey en Mistresses.
En un ecosistema de las 'networks' en el que la ley de la selva se aplica a rajatabla, un serie no se puede permitirse el lujo de echarse la siesta en los árboles y esperar a ver qué pasa. Y más si la ficción pertenece a una cadena como la NBC, necesitada de monzones que les rieguen urgentemente unas plantaciones que en vez de dramas sostenibles, producen fracasos. Smash, a priori, lo tiene todo para sacar a la cadena del pavo real de la sequía dramática en la que se encuentra sumida desde hace unos años. La calidad de la producción es impecable desde esas mismas tomas coreografiadas de los castings y ensayos hasta las ensoñaciones sobre el escenario con las luces y el maquillaje. Además, los temas originales compuestos para la serie-musical sin ser la maravilla funcionan por sí solos, pero es el modo de contar la historia y sus personajes lo que debilita cualquier potencial que el producto pueda tener a mayores. La apuesta era arriesgada por su orginalidad, pero carece de más empuje y, paradójicamente, ritmo.
Y también habría que peguntarse sobre la idoneidad de la estrategia de programación de la serie. Cuestionarse hasta qué punto a una ficción dramática, pero ligera en sus pretensiones, como Smash le conviene estar en la franja de las diez de la noche; si el target de The Voice es realmente el suyo, y si fue acertado o no moverla a la 'midseason' para darle más cancha ese bodrio ya difunto que es The Playboy Club, por mucho que así quede más bonito por coincidir con el quincuagésimo aniversario de la muerte de Marilyn.
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3 comentarios:
Yo si veo matices en los personajes, y una serie preocupada por los detalles, es más los enfrentamientos que tanto se esforzaron en remarcar en el tercer episodio lastró la serie ese día, creo que deben volver al espíritu de los dos primeros episodios que no iban mal por ese camino.
A mi la balanza tan forzosamente desequilibrada entre Ivy y Karen me irrita muchísimo. Casi todo está contado desde el punto de vista de Karen para que empaticemos más con ella que con Ivy a pesar de que esta la supere en todo... pero tampoco creo que eso haya provocado el bajón de audiencia, porque en Once Upon a Time pasa desde el principio de la serie y a escala colosal.
Satrian: Los enfrentamientos del tercer episodio eran más entre Eillen y su exmarido y sí fueron de lo más cansino. Yo sólo me refiero al tema de las dos actrices, que lo veo un poco descafeinado para el potencial que debe tener :) A los personajes les falta un poco más de consistencia, pero tienen material con el que partir.
Manganxet: Se les ve demasiado el plumero con Karen, a ver en qué capítulo se hace con el papel, porque eso es lo que va a pasar Con respecto a las audiencias, puede que no le convenga para nada esa franja hora y que el target al que pretendan llegar (que es la masa joven de The Voice) en realidad no esté interesado en la serie.
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