martes, 12 de junio de 2012

El juego de contentar a todo el mundo

Si lees esta entrada sin haber terminado la segunda temporada de Game of Thrones, puede que vayas directo al patíbulo de Ser Ilyn.

Con su segunda entrega recién terminada, Game of Thrones ha venido a confirmar que su empresa en el panorama catódico es equiparable a la de la Khaleesi en los Siete Reinos. Un tarea a contracorriente con lo que se estila estos días en la pequeña pantalla, que no había vuelto a ver tal despliegue de personajes juntos en una misma historia desde el final de Lost (exceptuando fracasos como Flashforward o The Event) y tampoco había presentado tal ambición formal por hacer funcionar un relato literario de origen que, a primera vista, era veneno puro para el formato televisivo.

Nahum comenta que el principal problema de la adaptación de la gigantesca obra de G.R.R. Martin reside en los propios libros, con su complejo esqueleto de tramas paralelas y esa amplia gama de personajes compartiendo niveles similares de protagonismo (la gracia de los capítulos con diferente punto de vista), pero no así el mismo lugar. Y aquí está el gran escollo al que hace frente la serie. La ficción en televisión es un arte que, parcialmente, todavía se rige por las tres unidades dramáticas destacadas por Aristóteles: tiempo, acción y lugar. Y si bien la postura del filósofo griego es un tanto relajada con la última unidad, parece que en televisión es el anclaje que justifica cualquier experimento con las otras dos y lo que garantiza que el espectador conquiste un conocimiento básico de lo que está ocurriendo en la historia. Así, por mantener el ejemplo, el equipo de Lindelof y Cuse ya podían escribir cuantos flashbacks o flashforwards quisieran, o hacer aparecer cuarenta Otros más de debajo de las rocas, o esconder todas las pistas del mundo que, al final, casi todo quisqui seguía bien pegado a la Isla.

La unidad de lugar, y el resto, saltan en mil pedazos en la saga Canción de Hielo y Fuego, y eso es algo contra lo que poco pueden hacer D.B. Benioff y David Weiss a riesgo de reescribir por completo el universo creado por Martin. Así que creo que es legítimo preguntarse hasta qué punto la fidelidad a las novelas es forzada, y no una decisión asumida por los guionistas (entre los que se encuentra el propio G.R.R.) con tal de no provocar la ira de los fans entregados de los libros, el núcleo duro de los espectadores de la serie. Pero, al mismo tiempo Game of Thrones, está obligada a luchar constantemente contra su naturaleza antitelevisiva, para llegar a ese otro sector de la audiencia, el de los no lectores.

Durante la primera temporada, se notaba ese esfuerzo por ir poniendo piedras en el camino para no confundir a la platea, pero en esta segunda el rtimo ha sido vertiginoso desde el primer capítulo con un Tyrion Lannister eregido en Mano del Rey Joffrey Baratheon, encantando serpientes (aka su hermana Cersei) y preparando Desembarco del Rey para el ataque del resentido "rey" Stannis Baratheon, mientras el "Rey en el Norte", Robb Stark, se enfrentaba, por un lado, a las tropas de Lord Tywin Lannister (y capturaba a Jamie de paso), y por otro, al pobre desgraciado de Renly Baratheon.  Y todo esto mientras Daenerys Targaryen vagaba por Qarht, Jon Nieve era capturado por los salvajes más allá del Muro; Arya y Gendry caían en manos de los hombres de Tywin; y Catelyn se dedicaba a hacer de diplomática. A esta dispersión hay que sumarle la introducción de  se iban introduciendo personajes nuevos como el citado Stannis y su mano derecha, Davos el Caballero de la Cebolla; la sacerdotisa Melissandre; Brienne de Tarth; Margaery Tyrell; la salvaje Ygritte...

Aunque el episodio de la batalla de Aguasnegras ('Blackwater', 2x09) funcionara como un reloj en comparación con el resto de episodios trufados de escenas efímeras aquí y allá, también es cierto que ya no hay una necesidad imperiosa de explicarlo todo. Por ello, en esta segunda temporada, esas escenas se han exprimido al máximo para profundizar en unos personajes cuya fortaleza es suficiente para compensar esos problemas de ritmo y fluidez en el relato. Aunque, claro está, el tratamiento no ha sido igual para todos.



Todas las críticas están de acuerdo en que no hubo nada de chicha en las peripecias de Jon Nieve más allá del Muro pese a que se potenciaron sus intercambios con Ygritte con respecto a Choque de Reyes, pero tampoco es que haya aportado gran cosa. Algo parecido ocurre con la Khaleesi en Qarth, a la que despojaron de un momento clave en la Casa de los Eternos que, espero, recuperen más adelante (me refiero al contenido de una de las visiones que no sale en la serie). Ambos personajes dan demasiadas vueltas sobre sí mismos, incluso en la propia novela, y sin embargo, resulta curioso como las subtramas delos dos acabaron extendiendo la alfombra con vistas a la tercera temporada. No me voy a extender demasiado con los Lannister de Desembarco del Rey. Allí brillaron con luz propia un Tyrion, una Cersei, y un Joffrey extáticos gracias a las interpretaciones que les imprimieron, respectivamente, Dinklage, Headey y el joven Gleeson.

 De los personajes nuevos quizá la troupe de Stannis sea la más damnificada, especialmente Davos, que ha sufrido unos lógicos recortes al tratarse del personaje con los capítulos con menos acción de todo el segundo tomo.  No ha sido ése el caso de Margaery Tyrell, para la que se crearon unas escenas 'ad hoc', que han enriquecido al carácter y lo presentan como una pieza a tener en cuenta (Natalie Dormer nos calló un poco la boca a todos interpretando, otra vez,  a una de esas trepas suyas).

Puede que Game of Thrones padezca de unos problemas crónicos, que, en ocasiones,  le impidan alimentar a sus públicos por igual, pero se las arregla para dar unos mínimos agarrándose a las pasiones de unos personajes fascinantes, que, gracias a la televisión, siguen más vivos que nunca.

3 comentarios:

satrian dijo...

Es cierto que la corte de Stannis ha sido bastante recortada. Los Lannister brillando, incluso con la inclusión de esa relación Arya con el Patriarca, la pena la parte de la Khaleesi, pero para mí soy de los que esta conforme con la adaptación, a mí me han contentado.

bvalvarez dijo...

Qué gusto leerte!

Como no lectora (hasta ahora, porque acabo de empezar el primer libro) estoy disfrutando muchísimo de la serie. Quizá por lo que comentas de la profundización en personajes me ha gustado más esta segunda temporada que en la anterior, en la que estaba algo pendiente de saber quién era quién.

Es cierto que me ha ayudado un segundo visionado de la primera temporada, pero en esta segunda no he tenido problemas en ese sentido. A veces se nota esa dificultad narrativa ara cuadrar tanto personaje, pero entiendo que es un pequeño peaje a pagar por la complejidad de este universo.

Tengo miedo de ver cambiada mi visión de la serie al leer los libros pero es que con este cliffhanger que se han marcado ya no puedo esperar más :D

Genial post, como siempre

Jaina dijo...

Satrian: los diálogos de Arya con el patriarca han sido de lo mejorcito de la temporada. En general, a mí me han dejado contenta salvo esos detalles que menciono.

Bvalvarez: Gracias! Yo creo que hacen lo que pueden con tanta limitación de base, ya que es mucha información la que tienen que gestionar. Los libros son el siguiente paso. Anímate!