miércoles, 29 de septiembre de 2010

The IT Crowd 4 y el Guadiana

Ha tenido que irse el verano para que por fin hable sobre lo último de la serie británica con el caso de complejo de río Guadiana (en curiosidades, para los lectores no españoles) más agudo de todos. Porque, ¡vaya historial más raro e irregular que lleva The IT Crowd en las premieres de sus temporadas! Casi dos años, dos, tuvieron que esperar los fanáticos de Moss, Jen y Roy a que regresaran con la cuarta entrega de sus aventuras bizarras y frikis en el sótano del edificio de Reynholm Industries. Menos mal que, para mí, fan tardía, la espera se tradujo en unos seis meses, y por eso, puede que el regusto que me dejaron los nuevos capítulos no fuera tan amargo como el que le dejó, por ejemplo, a Nahum.

Aunque en líneas generales, la temporada no iguala las cotas de la primera y, sobre todo, segunda etapa, tampoco aprecié un bajonazo terrible de calidad con respecto a la tercera. Es decir, la comedia de Channel 4 se mantiene estable un peldaño por debajo de su máximo esplendor, lo cual no está nada mal para los veinticuatro episodios ofrecidos durante estos cuatro años. Por eso, se prefiere una caída leve a cámara lenta durante ese tiempo, que una buena leche en 20 capítulos en un año cualquiera de la televisión estadounidense.

Pero si hay un problema achacable a lo que hemos visto, debemos llamarlo por su nombre: Douglas Reynholm. Los guionistas han abusado de su presencia cuando se trata de uno de esos personajes que funcionan a las mil maravilllas en dosis reducidas por lo excesivos e histriónicos que resultan. La decisión de regalarle el último episodio del volumen fue un mal movimiento, porque firmaron el peor capítulo de la serie. Nunca me había aburrido con The IT Crowd hasta ese momento. Ni la vuelta de un Richmond reformado de su fiebre gótica pudo salvar estos 20 minutos.

El protagonismo que le dieron a Douglas le robó tiempo a Jen, que fue el centro del mejor y desternillante capítulo de esta entrega, 'Italian for beginners' (4x04). Sin contar con este episodio, la jefa del departamento de sistemas informáticos se prodigó relativamente poco en el resto, algo que se notó a la hora de dar equilibrio a las interacciones de los otros personajes principales o para elaborar bromas y gags a su costa, dos circunstancias que se conjugan perfectamente en el mencionado episodio y que nunca fallan.

Con todo, la temporada ha dejado un par de buenos capítulos como la parodia súpergeek del famoso juego Cifras y letras y en el que Moss acaba en el calabozo de la única forma en que podría entrar allí. En ambos, se ofrece una versión de Moss malota y de guetto, pasada de vueltas y divertidísima. Algo más apagado he notado a Roy, cuyas penas de pringado no me han causado la misma gracia que antes.

Veremos si en la quinta temporada la serie es capaz de elevar de nuevo el estándar. En mayo, quedó claro que el canal británico sigue teniendo de momento plena confianza en la comedia, tras renovarla sin haberse estranado si quiera la tanda de episodios que ocupan la entrada de hoy. Eso sí, más vale prepararse para un largo período sin más noticias sobre este Guadiana.

miércoles, 22 de septiembre de 2010

Pilotando Boardwalk Empire: El amoníaco de la HBO

Ya está aquí. El pasado domingo 19 de septiembre, la HBO emprendió el plan que llevaba maquinando desde hace tres años: se puso de rodillas y comenzó fregar azulejos para dejarlos como los chorros del oro. Sí, genial que su propuesta de popularizarse un pelín con los vampiros les mantuviera en boca de todos tras la despedida de los mafiosos de New Jersey, pero de sobra son conocidos los riesgos de dejar entrar a cualquiera en tu casa y, más tratándose de chupasangres. Te la pueden dejar hecha unos zorros y, claro, luego cuando vienen unos señores llamados Prestigio y Premios de visita, ven el percal y salen corriendo de allí. ¡Ah! Y lo peor. Se van a cenar a casa de la AMC, nueva rica de la mansión de al lado. Así que Boardwalk Empire es, aplicado a HBO, la reacción rabiosa de Escalarta O'Hara cuando se quemó su amada hacienda Tara, sólo que hay hambre por Globos de Oro, Emmys, WGA, SAG y demás reconocimientos. La sangre de True Blood está claro que no nutre y, encima eclipsa a Treme o The Pacific.

Cuando respondes con rabia, sueles poner todo tu empeño, y aquí el decano de los canales premium tiene la última palabra. Apabullante y poderosísimo diseño de producción para relatarnos la historia de Atlantic City y de la incansable actividad nocturna de sus 'boardwalk' (paseos marítimos) durante los albores de los años 20. En ese tiempo, el gobierno de los Estados Unidos decidió cerrar el grifo al negocio del licor, pero no se dio cuenta de la grieta que había abierto y por la que se colaba un incipiente crimen organizado, que debe todo su mito al período comprendido entre 1919 y 1933, años en los que estuvo vigente la Ley Seca que ilegalizaba desde la fabricación a la venta de alcohol.

Éste es el escenario en el que Mark Wahlberg, Terrence Winter y el maestro Martin Scorsese (director, además, de este piloto) emplazan a una serie de personajes familiarizados con la corrupción, la violencia, la extorsión, el contrabando, las prostitutas y los habanos. Empujados por la vida a jugar en los límites, o motivados por el deseo de triunfar a cualquier precio, como parece que es lo que mueve a Jimmy Darmody (Michael Pitt), joven veterano de la Gran Guerra que envidia el tren de vida de capos como Lucky Luciano, que a los 22 años ya se movía como pez en el agua con sus negocios.

Sin embargo, quien acapara las luces del casino y los minutos de los títulos de crédito (por debajo, en mi opinión, de otras cabeceras ilustres) es Stevie Buscemi, que se mete en la piel de Enoch 'Nucky' Thompson, tesorero de Atlantic City, un hombre con una doble cara: lector de discursos antialcohol y anfitrión de cumbres mafiosas entre los grandes nombres de la época como Torrio, Colosimo y Rothstein... mientras Al Capone espera en el coche a su entonces jefe Torrio. Como curiosidad decir que el Nucky de la serie se basa directamente en una persona real. Me pregunto por qué no mantendrían el apellido.

El físico peculiar de Buscemi, que se suma a la lista de grandes actores que colaboran con HBO, le va como un guante a un personaje que promete ofrecer matices, más allá del rechazo inicial que puedan producir sus actos. Pitt, al que me cuesta aguantar desde Soñadores de Bertolucci (en Dawson's Creek salió poco, gracias) cumple con su cometido con solvencia y el interés de su personaje hace que olvide al actor. Va a ser interesante presenciar el intercambio entre Nucky y Jimmy, a la sazón, alumno y mentor, un relación que promete pasar por unos cuantos altibajos y traiciones encubiertas visto lo visto en este primer episodio. De momento, intrigan también subtramas como los movimientos del FBI, al que no faltó trabajo durante aquellos años, y la caída previsible en los infiernos, y en la cama de Nucky, de la madre de familia inmigrante (Kelly MacDonald, Trainspotting).



Si la Mafia elevó a la HBO, el canal ha vuelto a confiar en el retrato del crimen organizado para aunar a los críticos y el gusto de sus abonados. Junto a los aplausos de las primeras impresiones, cinco millones de espectadores de media avalaron el estreno de la serie en lo que fue la premiere más seguida en seis años (desde Deadwood). No sorprende, por tanto, la decisión de la compañía de renovarla ipso facto para una segunda temporada, aunque habrá que estar atentos a la acogida del segundo capítulo.

Dejando de lado el hype que ya la etiqueta como la heredera de Los Soprano (basta de vender la segunda venida del Señor, por favor, aunque Winter haya sido guionista de la serie), la serie ofrece signos de convertirse en un muy buen drama televisivo, con ritmo y sin caer en exceso en reflexiones existenciales que, junto a su cuidada producción podrían espantar a espectadores alérgicos a la HBO en su versión más petulante. Scorsese deja, en este sentido, muy definidas sus señas de identidad y regala un producto que dispuesto a entretener desde la parte más intelectual a la más instintiva y soñadora del espectador. La escena del salón de baile recibiendo el inicio de la Prohibición con el réquiem militar en la trompeta para dar paso a la fiesta como si nada hubiera pasado es toda una declaración de intenciones.

Con una propuesta mucho más canónica que la obra de David Chase y, por tanto, con una mirada a la cosa nostra como institución nada decadente, para los amantes del género negro y de quienes disfrutan de las historias de mafia, los 70 minutos de piloto de Boardwalk Empire se pasan en un suspiro. Que no abrumen el envoltorio ni los nombres. Al fin y al cabo, estamos en Las Vegas del Atlántico y esto son los años 20. Tiempo de evasión.

viernes, 10 de septiembre de 2010

Las tópicas gatas del infierno

Os voy a decir la verdad. Escribo este post desde el averno seriéfilo porque es donde me merezco estar por haber sucumbido sin remedio al visionado del piloto de Hellcats, y que me haya enganchado. No me culpéis por hacer una crítica en plan telegrama, porque el ingenio no me da para describir un caso de 'nada televisiva' como el que nos ocupa ahora. Muchas risas maliciosas hubo con el súperestreno de The CW el año pasado pero, al final, aquel primer episodio demostró que tenía más cosas para diseccionar en comparación con el de este año y encima la serie acabó arrasando con media blogosfera y Twitter durante este verano que ya se termina. Así que, esta vez, voy a pasar de explicar por qué Hellcats acuñó el pasado ocho de septiembre tres millones de espectadores y no voy a intentar recomendar lo irrecomendable (dadme Battlestar Galactica que por muy difícil que sea, lo prefiero), pero sí voy a dar cinco (irracionales) motivos por los que voy a ver el siguiente capítulo:

1) El tema animadoras. La mítica Bring It On ('A por todas') y aquella peli portagonizada por Mena Suvari sobre cheerleaders metidas a ladronas de bancos titulada Ingenuas y peligrosas hicieron mucho daño a los que fuimos quinceañeros a principios de los años 2000. Y yo he visto A por todas 3, con Hayden Panetierre ensayando para después dislocarse los hombros como animadora en Heroes al lado de la hermana de Beyoncé... Hay cuatro películas, sí.

2) Tendencias autodestructivas. Como darse un buen festín de kebab, del Burger King o del chino, sin lo que no podría vivir. Pues lo mismo. Parece que Grey's Anatomy ya no me sacia como placer culpable en solitario. Necesito más chonerío sin tener que llegar al extremo de ver qué cani se lleva al tronista de Mujeres, hombres y viceversa.

3) Ver cómo Ashley Tisdale y su nariz acaban siendo la HBIC (Head Bitch In Charge) de la serie. Porque me niego que sea la bruja de Haigh School Musical sea la nueva BFF (Best Friend Forever) de la protagonista y la mala oficial (mala y amargada porque se lesiona y otra la sustituye, como no podía ser de otra froma) es una petarda de cuidado y la interpretación de la actriz es como intentar darle expresión a un chicle estirado. Por debajo del nivel del cast, que ya es decir.

4) Seguir con atención el papel de Aaron Douglas en algo diferente al del sufridor Chief Tyrol en Battlestar Galactica. Y esperar a que Number Eight haga aparición como estrella invitada.

5) La produce Tom Welling. A algo se tiene que dedicar cuando deje de ser Clark Kent en Smallville, ¿no?

Y esto os cuento: la misma trama argumental de siempre, sólo que situada en el ambiente universitario para que cuelen más los maromazos sin camiseta, seguramente inspirada por la propia experiencia de Welling como Superman de instituto en la casi treintena. Resumiendo, Hellcats es la historia de Marti Perkins (Alyson Michalka), una chica de origen humilde con 'mummy issues', pero que se cree demaisado indie-guay como para ser porrista y, al final, acaba haciendo volteretas porque de ello depende su supervivencia en el sistema universitario. La serie cuenta con un doble triángulo amoroso, por un lado, entre la entrenadora, su novio y el nuevo entrenador de football y, a la vez, su exnovio; y por otro, el de la porrista, el animador buenorro y su mejor amigo, el friki no cachas. Tampoco podemos olvidarnos de la buenaza que apoya a Mart (Tisdale, me has decepcionado), de la mala de postín que comentamos antes, y de cantos al esfuerzo y al trabajo en equipo, perrerías y demás dramas típicos y tópicos de este tipo de producciones. La única innovación: esas cortinillas a lo cheerleader que sólo se pueden ver durante los capítulos. Entrañable cutrelux.



Definitivamente, a este paso, no me ganaré ni el purgatorio.

martes, 7 de septiembre de 2010

Campanilla: "True Blood es un insulto a nuestra especie"

Ya sabemos que la amiga Tinker Bell se la lió parda a Wendy Darling en la novela de Barrie, así que también te puede spoilear la tercera temporada de True Blood si sigues leyendo.

Si existe un ser en el mundo al que le piten más los oídos, ésa es la habitante de Bon Temps, Sookie Stackhouse. Cuando se trata de ella, o la odias, o la amas, o la amas pero lo disfrazas de risas a costa de su persona. En cada temporada, gracias a la batidora mental de Alan Ball inspirada por los libros de Charlaine Harris, la chica colecciona nuevos epítetos o motes que añadir a su apellido y enseguida tiene a gente opinando sobre ella. Durante esta tercera entrega de episodios, que terminará el domingo de la próxima semana, hemos sabido que los inexplicables poderes de Sookie no le vienen porque sí (explicación que sería muy normal visto lo visto en True Blood, por cierto), sino porque desciende del ilustre linaje de las hadas. Pues bien, la reacción no se ha hecho esperar. La famosísima hada Campanilla, que además de aparecer en Peter Pan, es la presidenta de la Liga Fantástica de las Hadas Enanas (una agrupación ultraconservadora dentro del movimiento hado) ofrece en esta entrevista su visión acerca de la serie, Hadookie, El niño que no quería crecer, Julia Roberts y la relación entre seres humanos, hadas y criaturas fantásticas, en general.

Series a la Parrilla: Si no para quieta en el aire, no me concentro para hacerle las preguntas, hace interferencia en el sonido para que lo capte bien la grabadora y el polvo mágico me está haciendo llorar... ¿Podría parar?
Campanilla: Una hada no puede dejar de revolotear. Mucho esfuerzo hago ya hablando en una lengua que no es la mía. ¿Te interesa publicar mi opinión, o no?

SP: Claro, claro. Espere que me limpie los ojos. Vale, ¿qué es lo que quiere hacer llegar al público?
C: La imagen que da True Blood de las hadas como devoradoras de hombres es incierta. Aunque claro no me extraña viendo el comportamiento de Sookie con todos los caballeros que conoce, como le pasa con Alcide, el hombre lobo. Ahora va a parecer que somos ninfómanas.

SP: El concepto que sale en pantalla, de hecho, recuerda más al de ninfas.
C:
Por eso mismo. Las hadas no tenemos que ver nada con esa especie y que se nos confunda con ellas y se ponga como ejemplo a Sookie Stackhouse es todo ello un insulto, porque repito nosotras no vamos por ahí a la caza de hombres y mucho menos de series abominables como los vampiros. La autora de los libros y el señor Ball que se ve no está a la altura intelectual de mi creador [J. M. Barrie] ya podían haberse informado más del tema.

SP: ¿Se da cuenta de que acaba de ofender a toda dos razas enteras y a dos personas en concreto?
C: Yo sé lo que digo. ¿Por qué cree que esas ninfas volvían locos a los dioses del Olimpo? Por algo es. Nosotras, las hadas de verdad, velamos por la inocencia de las mentes, especialmente la de los niños, por eso nos crispa que nuestro nombre se utilice en productos que sólo invitan al sexo y a la depravación. Y claro está que no somos seres que buscamos otras razas para reproducirnos, aunque de ello dependa nuestra supervivencia.

SP: Eso no suena muy políticamente correcto.
C: Ya, pero si preguntas a las hadas de Cenicienta, La Bella Durmiente o a la de Pinocho, pongo la mano en el fuego, aunque no me queme (lógicamente, no puedo), que te van a decir lo mismo que yo.

SP: Pero usted ordenó a los Niños Perdidos que lanzaran flechas contra Wendy porque está celosa de la atención que Peter Pan le prestaba.
C:
Otra vez con la misma cantinela. ¡Sólo estaba evitándole un disgusto a Peter! Esa chiquilla tenía la mirada demasiado sucia para su edad. Suficiente es tener que lidiar con sus nietas y tataranietas cada cierto tiempo. Todas iguales. Seguro que les gusta True Blood.

SP: Usted ve también la serie.
C: Sólo por trabajo, está claro.

SP: ¿Entonces le pareció mal que en Hook la versión que sale de usted intentase seducir al Peter Pan que interpretaba Robin Williams?
C: Cuando me enteré de que iban a poner esa parte en la película me llevé un disgusto terrible, incluso pensé en quitarle la imaginación a Spielberg. Pero luego vi que Julia Roberts hacía de mí, y cambié de idea. No es que ella mejore lo presente, pero bueno podrían haber puesto a otra mucho peor. Desde luego que si ahora deciden hacer un remake y escogieran a Anna Paquin, no dejaría en paz a los hijos de los productores mientras duermen.

SP: Creo que no haría falta que interviniera, ya que para eso están los mosquitos.
C: ¿Y tú sabes de donde vienen los mosquitos? Es lo que pasa cuando las hadas enanas van por el mal camino, acaban juntándose con vampiros y crean monstruitos chupasangre.

miércoles, 1 de septiembre de 2010

Bluf-forward

PELIGRO DE DESMAYO: Tampoco te pierdes nada por leer unos cuantos spoilers de Flashforward, pero luego no digas que no te avisé.

Tuve una visión en la me timaban al final de una serie. ¿O es que el último episodio de FlashForward fue escrito un primero de abril? Curioso que el capítulo se titule 'Future Shock', por hay que ver que impactar, impacta pero no lo hace en el extremo más noble de la línea sino en el más barato. Es más, el cierre de las aventuras de Mark Benford y los otros ha conseguido lo que ninguna otra ficción en mucho tiempo cuando la pantalla se funde a negro: que piense en lo que los caballos dejan al terminar el desfile.

No hay palabras para describir la season finale de la serie que no sea sinónimo de chapuza o de vagancia. Como cuando teníamos una eternidad para entregar un trabajo en el colegio y acabábamos la noche anterior copiando de El Rincón del Vago (ahora la Wikipedia domina ese mercado). Porque parece que el hiato de tres meses que la serie se tomó en el capítulo diez fue utilizado más bien para irse de vacaciones a Hawaii, inspirándose un poco en el destino de Demitri, el oriental con nombre de ruso, que no acaba en el otro barrio como todo indicaba al principio. Y total, para qué, si nunca sabremos si sale vivo junto con Simon de la explosión de ese sucedáneo del Gran Colisionador de Hadrones (HLC) que aparece en la serie.

La sensación de pérdida de tiempo o de viaje a ninguna parte que se tiene en retrospectiva está más que justificada, sobre todo, desde la vuelta del parón. De ahí en adelante la idea de Goyer (que se bajó del barco en mitad de la tormenta, no me extraña) y Braga empezaba a hacer honor a su título y avanzaba apuntando a cuestiones lo suficientemente interesantes para olvidarse de la idiotez supina del personaje interpretado por el pétreo Joseph Fiennes, o el triángulo insulso de Benford, su mujer y Lloyd Simcoe. En este sentido, colocar el peso de la acción sobre Simon y Janis fue todo un acierto ya que se aprovechó la relativa poca información que se había ofrecidia acerca de ellos en los capítulos anteriores para convertirlos en dramáticos huevos Kinder con sorpresa dentro sin que nos horrorice el regalo.

Entre los dos giros me quedo con el de Simon, ya que en conjunto es el más orgánico con la trama general de la producción en contraste con el del topo Janis, mucho más forzado y casi sacado de la manga. Mención especial merece la aparición estelar del gran James 'Baltar' Callis en uno de esos papeles de desequilibrado que le sientan como un guante

Cualquier atisbo de mejora hay que verlo en el contexto de una inmimente cancelación, responsable de la tomadura de pelo del capítulo final. Todavía me pregunto en qué estaban pensando los guionistas en ese momento o qué entienden por cierre del negocio. La decisión de provocar el segundo desmayo global el 29 de abril, justo el día en que el se cumplen las visiones del 6 de octubre, responde claramente a la falta de tiempo que supone tener la cabeza bajo la guillotina de los ejecutivos. Hasta ahí nada que objetar, pero, en serio, ¿de qué van todo lo demás? Janis siendo sacada del hospital en silla de ruedas por Leta que lucía el anillo mágico que impide que el portador se desvanezca, los otros dos en el HLC y, lo más fuerte, Mark Benford saltando al vacío sin que se sepa si está muerto hasta que en el flashforward de su hija, Charlie, vemos que le comunican, pasados unos años, a su versión adulta (la nueva reina del lloro en True Blood) que su padre está vivo. Eso, después de montaje musical de visiones en plan fanvid de YouTube. Increíble

Debe ser que promediar menos de cinco millones de espectadores y unos ratings raquíticos de apenas un punto en los últimos capítulos no sirvió de suficiente amenaza, o bien los responsables de la serie aún tenían algo de esperanzas, o jugaron la carta de la 'lynchada', esto es, dejar un final abierto como el de Twin Peaks pero, en este caso, dejando para la posteridad un mal ejemplo de uso de esta estrategia.

Mal destino para una serie que prometía mucho con su piloto, pretensiones de suceder a Lost aparte, y que me temo que nadie echará de menos en sus discos duros.