
Después de la que montó el año pasado, poco se le podía exigir a Shonda Rhimes más que mantuviera a Grey's Anatomy en la espiral de excesos y drama loco en la que había instalado a su serie. Esta séptima temporada ha ofrecido algo de eso, pero en general le ha faltado 'punch', con episodios (salvo excepciones) nada estimulantes y, lo que es más grave, con una sala de descanso con menos tránsito que un páramo fantasma. Y esto es una situación grave dentro de las paredes del Seattle Grace-Mercy West Hospital.
El espectador habitual de Grey's se había acostumbrado a añadir líneas a su propio cuadro de relaciones año tras año, pero es que ni en ese frente la serie ha dado de sí. ¿El 'game changer' significaba un descenso de la actividad extramédica del lugar? Porque para que Sloan se mantenga cuasi célibe, es la única opción posible. Los 22 episodios que componen esta entrega se abrieron curando las heridas de la sangrienta season finale anterior, presentando unos personajes que pedían a gritos unos antidepresivos.
Y he aquí el primero de los cambios porque, si en un mundo normal, sería Meredith quien pidiera pastillas, el sambenito le cayó a Yang y Avery. Una con miedo a operar, y accediendo a casarse con Owen y el otro con la confianza por los suelos también. Meredith se dedicaba a intentar quedarse embarazada de Derek y a trabajar en un ensayo sobre el Alzheimer, mientras que su hermana, Lexie, parecía que se había pasado con el café (o con otras sustancias, a saber) de tan acelerada que iba, más de lo normal. April seguía siendo April acercándose a Bizcochito... digo el doctor pediatra Stark, mientras que Alex curaba sus heridas de guerra y concentrándose en salvar a niños y Bailey se daba una alegría al cuerpo con el enfermero. ¿Alguien se acuerda de Teddy y el Chief?
Todo el mundo sabe que la felicidad en Shondaland dura menos que lo que le dura una serie a Christopher Gorham en antena, así que a pesar de que Callie y Arizona se las prometían muy contentas... Nanay de la china. Es más, fueron objeto central de todas las tramas habidas y por haber en una misma temporada. Que levante la mano a quien le haya pasado más cosas a estas dos en este tiempo: Arizona se fue a África, entremedias Callie se acostó con Sloan para consolarse mutuamente por sus fracasos, por supuesto no puedes acostarte con nadie sin que haya regalo, Arizona vuelve rogando a Callie, que le da el regalo de bienvenida, y se reconcilian. Pero, claro, como el equipo de Mama Rhimes tiene que demostrar que a progre no le gana nadie, y dado que a Sloan había que darle algo que hacer porque Lexie pasaba de él con razón lo plantan de padre presente de la criatura, con un instinto paternal desatado después de que él mismo dejara ir a su propia hija y a su nieto.
Sloan solía ser unos de mis personaje favoritos de la serie, pero se lo han ido cargando a base de bien al involucrarlo tanto en tramas ajenas y convirtiéndolo en un llorón caprichoso. En vez de reconstruir su relación con Lexie, que me gustaba al principio (nunca tanto como Lexie con Alex he de decir), han ido arrastr

Pero mirad lo que han dado de sí Arizona y Callie que hasta han tenido experiencias cercanas a la muerte. El espíritu del 'game changer' también se ha extendido al diseño de los guiones con experimentos como ese episodio rodado en 'tiempo real' a lo 24 relatando una hora en el servicio de urgencias y, por supuesto, al musical hecho con hits de la serie. Han tenido siete años para innovar y lo hacen todo de golpe. El musical paranormal, en el que Sara Ramírez (como no podría ser de otra forma) brilló con su voz, tuvo sus momentos de vergüenza ajena como ese momento coche en las nubes muy Harry Potter y de canciones metidas con calzador, como esa 'Chasing Cars' mientras se opera (WTF!), en las que extrañamente Kevin McKidd adquiría protagonismo a la mínima oportunidad.
Cuando digo que esta temporada ha sido como un gran limbo en el que apenas ha pasado nada hasta los últimos cinco episodios es porque no me sobran las razones. Para terminar con el maratón hemos asistido a la megaboda de Callie y Arizona (ni queriendo se pueden hacer tantas cosas en un año, en serio), a la boda exprés civil de Meredith y Derek previa a la adopción de una niña africana, al embarazo no deseado de Christina y al despido de Grey del hospital tras hacer una pequeña trampa con los pacientes del ensayo médico.
Ya que Grey ha estado muy poco activa en el terreno sentimental, le tocó llevar el peso de una de las dos grandes tramas médicas de este año junto con la carrera por convertirse en jefe de residentes: la del ensayo para encontrar una cura al Alzheimer, enfermedad que parece perseguirla a ella y a Chief, porque en un alarde de originalidad le han pasado el mismo mal a Adele, mujer del Chief, que a Ellis, la difunta madre de Meredith y antigua amante del Chief. El chanchullo de Grey para darle la oportunidad a Adele de entrar en el ensayo ha se

El pobre Alex sigue siendo blanco del maltrato de los guionistas que se empeñan en presentarnos a un tipo odiable y presa de sus arrebatos, para después intentar arreglarlo con acciones muy dignos del propio Alex. Traicionado por su medio novia, Lucy (a la actriz la veremos en el remake de Los ángeles de Charlie que estrenará la ABC), detestado por sus compañeros y con las opciones de ser jefe de residentes por los suelos, es el personaje que ha acabado en el peor lugar de todos. En comparación, al menos Christina siempre puede acudir a casa de Grey, April es la nueva jefa, Jackson tiene a Lexie después de que el cansino de Sloan en un movimiento perdonavidas se la entregara oficialmente (?), Bailey va en serio con su enfermero, y Teddy por fin ha acabado con el amago de Denny Duquette 2.0. que es Henry, un insportable dramas de la vida interpretado por un necesitado (quiero pensar que ésta es la razón apra aceptar semejante papel) Scott Foley (Noel en Felicity)
Con este panorama más le vale a Derek acabar su casa en medio del monte, un asunto que siempre me viene a la cabeza porque, ¿este hombre no gana lo suficiente como para tener nada más que cuatro postes mal levantados?
Si es cierto que la octava temporada puede ser la última, ya va siendo hora. Eso, o que Shonda siga con pretensiones de superarse.