Uno de los efectos colaterales de seguir una serie que fomente las tensiones sexuales no resueltas entre un par de personajes es que existe una alta probabilidad de que alguien se acabe convirtiendo en un 'shipper' de esa pareja (o 'ship', del inglés relationship, relación). Todo ello deriva en etapas de pasarlo mal hasta que el sueño de verlos juntos se hace realidad, seguidas después de periodos de felicidad absoluta durante los primeros compases de la relación, y rachas de odio amargo hacia cualquier amenaza externa en forma de tercera persona o muerte de uno de los dos (todo por culpa de los malditos guionistas, claro). En definitiva, por pura experiencia, puedo decir que la montaña rusa emocional del 'shipper' no garantiza una salud mental equilibrada durante el tiempo en que la serie esté en emisión. Y eso por no añadir que luego se puede desarrollar un sexto sentido para oler posibles líos en cuanto dos personajes comparten plano por primera vez, con un gran peligro de tornarse en un/a 'shipper whore' (adicto a 'shippear') y empezar 'shippear' a personas con mesas.
Esta introducción sobre el tipo de fan más extendido viene a cuento por la subversión que Glee (FOX), con su continua alternancia de parejas desde la primera temporada, ha representado para el placer culpable de seguir el desarrollo de una relación en una serie. El musical de Ryan Murphy es un fenómeno fan con todas las letras, con sus cualidades de fábrica, música y líos de instituto, diseñadas para azuzar a su potencial base de seguidores adolescentes (y no tan adolescentes). Comprobada la receta del éxito, a partir de ahí, el plan consiste en mantener contentos a esos fans a través de diversas acciones de márketing como la gira de conciertos que los miembros de New Directions están llevando a cabo estos días por diversas ciudades de Estados Unidos y el Reino Unido, la edición de discos y la inclusión de los artistas de moda en el repertorio. Nada que objetar hasta aquí pero, ¿hasta dónde llega el límite de agradar a los fans?
Cuando se escuchan expresiones como 'fan service' o 'pandering' no suele ser en contextos favorables a los creadores de la serie, que se cree están bailándole el agua a los intereses de un sector concreto del fandom de esa ficción. Acusaciones de 'fan service' son muy comunes entre 'ships' rivales como, por ejemplo, los que se forman con los miembros de un triágulo amoroso. El 'ship' perdedor siempre se quejará de que los creadores de la serie tienen preferencia por sus contrincantes, y se pueden encender mechas para guerras de 'ships' en foros. Glee, en su carácter de entretenimiento excesivo, lleva el 'fan service' a sus últimas consecuencias en su segundo año en antena, despojándolo de su razón de ser, convirtiendo en canon cualquier tendencia en boga dentro de su comunidad de fans.
Ya no se trata de dar salida a los 'ships' que nacen de una forma más o menos orgánica y trabajada dentro de la ficción (casos de los Fuinn -Finn/Rachel- , Fachel -Finn/Rachel-, Klaine -Kurt/Blaine- o Brittana - Brittany/Santana), sino también a los más inusitados que sólo podrían darse en el universo alternativo más alternativo (SPOILER ¿Mercedes y Sam tras sólo dos capítulos hablando? WTF! FIN del SPOILER). Esto no es más que otro indicador de que lo que todo el mundo sospechaba y que los propios responsables han confirmado: que la serie se hace sobre la marcha.
En este sentido, Glee es una serie muy meta que se aprovecha de su propio contexto de fans para mostrarlo y parodiarlo en los guiones, pero al mismo tiempo arruina esos estados de ánimo disparatados que enuncio al principio del post y que son parte de la diversión del 'shipper'. A los fans les gusta que les escuchen (como esos guiños o gags que se gestan en las comunidades y luego pasan a la pantalla), pero no todas las ideas deberían ser escuchadas. Los propios fans son conscientes de ello: hay cosas que pertenecen al fandom y no deben salir de ahí. Igual es que pertenezco a una generación de masocas, pero no me gusta que me lo den todo hecho en ficción. Sin llegar a los niveles de sufrimiento histórico de Sculder, no hay 'ship' que sin sufrimiento no venga.
5 comentarios:
El gráfico de arriba es muy grande. Yo creo que Ryan Muprhy se ha hecho el lio el solo y ya no sabe con quién va quién, así que ¡a lo loco!
Ese spoiler me ha dejado demasiado KO. No pegan ni con cola...
Y sí, estoy de acuerdo con la frase final, los fans necesitamos sufrir las idas y venidas de la parejita, siempre y cuando sepan resolver a tiempo. Porque al final ya sabemos que triunfa el amor verdadero y bla bla bla.
Si se hace caso a todo el mundo la serie pierde firma y rumbo, y Glee lo ha hecho es un barullo que ha perdido frescura y diversión.
Martinyfelix: Mejor no pienses en el spoiler, ya es el como. El gráfico es genial, yo me estuve partiendo de risa un rato cuando lo descubrí xD Si nos lo dan todo hecho pierde la gracia. Siempre es más satisfactorio asistir un viaje con todas sus vicisitudes que que no.
Satarin: Y personalidad. Es cierto que Glee hoy en día es una marca por sí misma, pero no consigo idetificar qué la distingue. A menos que su marca sea el caos.
Glee es la serie que más puso de manifiesto el feedback con el fandom (pandering sería ya una denominación son signo negativo), por lo que todavía me parece precipitado pensar que este fenómeno, aún reciente, pueda llegar a revertirse en detrimento de la serie y su audiencia. De todas formas, no lo veo todavía tan extremo, puesto que muchas veces son, más que nada, amagos (como Quinn-Rachel o Kurt-Sam), y otras veces son más instrumentales que realmente pretendidos (Santana con Finn, Sam o Karofsky). Algunos, de surrealistas, hasta son divertidos (Artie-Brittany, Puck-Zizes), mientras que Sam-Mercedes creo que era la única salida lógica para darle cancha parejil a ella sin tener que esperar a un nuevo personaje. Blaine-Kurt parecía muy rápida pero la han sabido contener lo justo, mientras que para Brittany-Santana (mi favorita con diferencia), nos han tenido demasiado en vilo y todavía seguimos espera por la auténtica acción.
También en otras series, como por ejemplo HYMIN, con un abanico de personajes mucho más reducido, también han caído (no digo que sea necesariamente un defecto) en desarrollos de relaciones con demasiados altibajos e idas/venidas (Ted-Robin en la 1ª temporada, Barney-Robin en la 4ª) o en soluciones demasiado rápidas (la ruptura de Barney y Robin o la reconciliación de Marshall y Lily), aunque aquí los amagos son más discretos y divertidos (Barney-Lily, Ted-Lily o Marshall-Robin). Ellos sí han optado por tener una pareja fija e inamovible, mientras que en Glee eso sólo ha llegado en la 2ª temporada y a un nivel bastante secundario (Mike-Tina).
Se puede escudar en que, al contrario que HYMIM, los personajes de Glee son adolescentes provincianos en un país que le da demasiada importancia a la monogamia: a disfrutar se ha dicho. Mientras no pasen esa delicada (y muchas veces impertinente) barrera de liar a profes con alumnos, de la que abusó Física o Química desde el primer momento, todo bien.
Yo paso directamente a no shippear. No es bonito cuando las relaciones surgen por casualidad o sin que lo veamos venir, como pasa en Glee, porque pierde mucha gracia. A mí me gusta anticipar una mirada, un comentario e imaginar que dos personajes podrían llegar a acercarse. A veces, incluso, esa mirada y ese comentario son hirientes y sin embargo me habla de una sinergia especial entre dos personajes. Como en Skins. Pero vamos, que si comparo a Glee con Skins... xDDDD
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