ADVERTENCIA: No he usado código para esconder los spoilers en esta entrada, así que si no has visto o no has terminado la primera temporada de The Killing, mejor no sigas leyendo.
- "La competencia del destinatario no coincide necesariamente con la del emisor".
- "Generar un texto significa aplicar una estrategia que incluye las previsiones del otro".
Umberto Eco, Lector in fabula (Editorial Lumen, 1981)
La season finale de la primera temporada The Killing (AMC) ha dejado tras de sí una ola de indignación y rajamiento de vestiduras en críticos profesionales y aficionados como no se había visto desde el final de Lost el año pasado, y siempre con los mismos argumentos debajo de cada tecla: decepción y traición. Ambas sensaciones no se darían con esa fuerza a menos que las expectativas en la serie sean muy diferentes a lo que finalmente se ha recibido después de trece capítulos siguiendo las pesquisas de los detectives Sarah Linden (Mireille Enos) y Stephen Holder (Joel Kinnaman) en torno al asesinato de la joven Rosie Larsen, en el lluvioso y deprimente Seattle contemporáneo. Recupero las palabras del semiótico Eco porque esta reacción desaforada vuelve a confirmar una de sus ideas más conocidas: cada texto construye a su lector modelo, o si la adaptamos a esta circunstancia, cada historia audiovisual genera a su espectador modelo.
El conjunto de historias que componen el género procedimental policíaco ha predispuesto a los espectadores al sota-caballo-Rey de la resolución del caso, ya sea a nivel de capítulos autoconclusivos cada semana, o tomando ese caso y extendiendolo a lo largo y ancho de una temporada. De cualquiera de las maneras, el camino siempre apunta hacia un final, a la contestación de la pregunta que desencadena todo el desarrollo. "¿Quién mató a Rosie Larsen?" es la incógnita en esta ocasión, de la misma manera que aquel ya mítico "¿Quién mató a Laura Palmer?" de Twin Peaks, serie con la que The Killing comparte el mismo kilómetro cero.
Veena Sud, showrunner de la serie, admite que la intención aquí era romper con la tradición del policíaco, dejando que el relato se desarrollase con toda la naturalidad posible, libre de las constricciones del género. "Desde el principio sabíamos que no queríamos hacer un show bajo una fórmula. Por lo tanto hubo un montón de discusiones acerca de 'No vamos a hacer el procedimental de 45 minutos'. Entonces dimos un paso atrás y nos preguntamos: '¿Deberíamos hacer una temporada basada en un crimen? ¿Pero eso no es crear otra fórmula, y por tanto otra expectativa, y otra forma de poner un lazo en un regalo y envolverlo fácilmente?'", comenta Sud en una entrevista con Ausiello en TVLine, y recalca a Sepinwall la idea de que The Killing es "el anti-show de policías" y que "hay que deshacerse de las expectativas" porque se trata de una serie "donde nada es lo que parece".
Sin embargo, la planificación de la serie dedicando cada episodio a un día de la investigación cae en los convencionalismos del género, por lo que refuerza el esquema mental de los espectadores, que pensamos que Linden y Holder tenían trece días para pillar al asesino como 20 días/capítulos tuvieron los daneses de la producción original Forbrydelsen. Mientras buscan indicios, vemos cómo la familia de Rosie (Michelle Forbes y Brent Sexton) sufre las consecuencias de la muerte, cómo el caso salpica la carrera a la alcadía de Darren Richmond (Billy Campbell) y cómo afecta a la vida privada de la problemática Linden, madre de familia de un hijo adolescente y con una boda que preparar.
En realidad, el peso de la serie está en los personajes y todo lo que no es la investigación, especialmente en los dos protagonistas, Linden y Holder, que tampoco encajan dentro de la definición de detective tradicional. Ella, con sus pintas realistas de ama de casa que va con el monovolumen a buscar a su hijo al fútbol, y él, un ex adicto a las drogas, con su lenguaje gangsta y pintas de traficante, genuinos que no adquiridos durante su etapa en Narcóticos. Ambos son las estrellas de la serie, como bien se vio en el capítulo 'Missing', el primero de una recta final muy potente que nos llevó hacia el ¿inesperado? 'cliffhanger' de Holder.
No debería sorprender el comportamiento chanchullero de Holder puesto que la serie ya ha ido arrojando pistas sobre la naturaleza este personaje, ya sea a modo de llamadas telefónicas y encuentros extraños, lo que unido a la escasa información que se tiene sobre su pasado, hace que no se trate de una persona muy de fiar. Lo mejor de todo es que pese a su pretendido carácter revelador, la falsificación de la pruebas para inculpar a Richmond por parte de Holder no hace más que crear preguntas acerca de la figura del propio detective y sus motivaciones, y de si estamos ante un peón de una trama de corrupción política mucho mayor que tiene en Richmond a su cabeza de turco.
Habrá que esperar un año para contestar a esta incógnitas y cómo Linden capea el temporal de tener un compañero tramposo, porque, ¿de verdad que alguien duda de que en cuanto se baje del avión no va a coger otro (no va a ser problema de gastar dinero en un avión más viendo los vuelos que canceló durante la temporada)? El hecho de que se quedara quieta en el asiento también ha levantado su polvareda, pero se trata de una reacción de la vida misma, donde deja que su faceta de madre se superponga a su deber por un día. El cansancio en el rostro de una Enos 'emmyble' no es gratuito como tampoco lo es el sufrimiento y posterior abandono del hogar de la Forbes, si bien tanto ella como el resto de personajes no policías pierden en la comparación.
El experimento está lejos de ser perfecto como ocurre con cualquier acción atrevida. En primer lugar, plasma de forma confusa las intenciones de innovar en la organización de la temporada, que adolece claramente del síndrome del chicle estirado y blancurrio con la subtrama del supuestamente sospechoso profesor Ahmed, en la que se notaba demasiado su condición de dispositivo de despiste ya que el asesinato por sí mismo no tenía suficiente sustancia como para soportar tanto encandenamiento de 'cliffhanger' sin salida. ¿Que podría haber sido una temporada de un máximo de 10 episodios en vez de 13? Muy probablemente. En segundo lugar, nos encontramos con una campaña de publicidad con una 'catchphrase' que asienta ideas preconcebidas y que me hace preguntarme si llegará un día en el que los marketinianos de las cadenas trabajen realmente codo con codo con los que crean las historias para que se entiendan bien los mensajes. Irónicas las palabras del jefe del presidente de la AMC, Charlie Collier: "Si hubiéramos podido hacer algo distinto, hubiera sido gestionar las expectativas".
Pero el texto genera a su lector. Si The Killing hizo del 'cliffhanger' un arma recurrente en casi todos los episodios de esta temporada, al espectador se le han ido dando motivos para desconfiar de una season finale cerrada, dándole competencias enciclopédicas para que coopere activamente en la interpretación de la narrativa. Otra cosa es que haya pesado más el texto que son años de tradición en el género, y que se haya desatado la ira porque eso es lo que la mayoría de la audiencia esperaba, modelada por lustros viendo esos 'modi operandi' e, incluso, modelada por unos pocos años de más voz y autoría adquiridas gracias a ese otro texto que son las interfaces de los social media, como no para de machacar mi tutor. Pero ni con esas se puede demonizar a un grupo de gente por querer hacer algo diferente y más en un momento donde no la búsqueda de respuesta a los enigmas no sólo es patrimonio de los procedimentales, sino también de otro tipo de series que, incluso, multiplican esas preguntas. The Killing, partiendo el caso original en dos temporadas sólo ha atrasado la respuesta, pavimentando el camino para una mayor serialización o folletización del género policíaco en la televisión estadounidense.
La lluvia no me echa de Seattle, por el momento.
5 comentarios:
Han ido utilizando en demasía la técnica de hacernos creer que cierto personaje era el asesino cambiando cada cierta cantidad de episodios, la trama política se queda un poco floja, y los diálogos tampoco son del otro mundo, eso sí la narrativa visual, fotografía, ambientación es muy buena y hace que los personajes cobren fuerza en su entorno, esas son las razones por las que seguí con ella.
No me ha gustado que dejaran sin resolver el caso de Rosie esta temporada, creo que no les va a salir bien la jugada, espero que cierren pronto esta trama en la siguiente y empiecen la nueva, pero de momento yo sigo en Seattle defendiendo a Mireille Enos / Linden a capa y espada, a Holder y a la serie no tanto :P
Por eso mismo que comentas del comportamiento chanchullero de Holder no me ha extrañado el final. Veremos por donde lo quieren reconduir tras las críticas especialmente.
¡Muy buena entrada!
Saludicos.
Las expectativas en cuanto a los productos audiovisuales, especialmente los seriados, da de sobra para una ciencia autónoma. Lo que pudo ser tramposo fue su campaña promocional, no la narrativa en sí. Porque la AMC lo ha vuelto a hacer: sin engañarnos en el sentido estricto de la palabra, nos ha dejado dejarnos llevar por las sospechas, nos ha hecho descartar las primeras,justo cuando la solución (o lo más cercana a ella) estaba quizás más cerca de nuestras narices, tal como hicieron con Rubicon (no quiero ser pesado con esta similitud, pero es que me parece fundamental en cuanto al planteamiento y un hipotético estilo de la cadena).
El resto ya lo he dicho en mi post correspondiente, que también te molestaste en comentar.
Por cierto, en la 2ª temporada se descubrirá que Linden tiene una Gold Card de compañías aéreas, que no paga por ser familiar directa de un trabajador de aerolínea o bien que manda todas las facturas a una cuenta falsa en las Bahamas.
Con sus "cosillas", que las ha tenido, a mi en general me ha gustado bastante (el piloto doble me pareció sensacional, y creo que una elección perfecta el haber presentado la serie con esta duración y desarrollo). Sí tenía la impresión de que iba a tener un estilo más convencional de "temporada/caso" pero no me ha molestado tampoco el que se haya quedado la cosa un poco colgada hasta que regrese.
Las cosillas que no me han terminado de convencer nada tienen que ver con el tramo final de la serie.
¡Saludos!
Satrian: El problema aquí ha sido que la tyrama no daba para tantos capítulos, por eso se hace tan repetitivo. Lo diálogos son bastante decentes, creo.
LiPooh: Sinceramente, yo espero que no se dejen influenciar por las críticas. Y gracias!
Julio: Muy cierto, han estado jugando con las apariencias y las primeras imprsiones todo el rato. Me da que lo de la Gold Card debe ser verdad, si no, es imposible tanto viaje xDDD
Oskar108: Con tal de que lo resuelvan más o menos pronto en la próxima temporada... Mis peros están más en los capítulos del medio, pero esa recta final ha cumplido sin cumplir las extectativas xD Creo que nadie se esperaba que lo iba a dejar en suspenso.
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