
Creada por Julian Fellowes o , mejor dicho,por el barón Fellowes de West Stafford, esta coproducción de la ITV y de NBC Universal (lo cual no la hace más norteamericana, como bien comenta Crítico en Serie), la producción británica para televisión más cara de la historia, destila oficio, lujo elegancia por todos lo poros. No en vano, este hombre, además de por su abolengo, sabe de qué va el tema como así lo atestigua su currículum como escritor (y también como actor) en algunas muestras del género tanto en cine y televisión. De su pluma han salido Gosford Park (2001), otro de los grandes referentes de Downton Abbey; Vanity Fair (2004); y una miniserie sobre el hundimiento del Titanic, que se estrenará el año que viene coincidiendo con el centenario de la tragedia. Pero Fellowes también ha sido capaz de parir The Tourist, aquella cosa con Johnny Depp y Angelina Jolie que fue la mofa de Ricky Gervais en los últimos Globos de Oro.
El destino del fomoso "buque insurmergible" en abril de 2012 pone la historia de Dowton Abbey en marcha, al morir en el viaje un primo pretendiente de Lady Mary, la mayor de las tres hijas de Robert Crawley, conde de Grantham y señor de la casona y los terrenos que que conforman la propiedad. A lo largo de los siete capítulos de esta primera temporada (dos años en la ficción) se nos da un cursillo acelarado sobre el estado de la aristocracia inglesa en los primeros años del S. X

Entrar en más detalles supondría desvelar demasiado, pero no pueden faltar los típicos prejuicios de clase del aristócrata al plebeyo y viceversa, que lejos de funcionar como desencadenantes de la trama más seria, regala muchos de los momentos cómicos de la serie. Muchos de ellos están protagonizado por una Maggie Smith haciéndose tan inmensa como el ego de la Condesa Viuda Violet que interpreta, y que no pierde oportunidad en lanzar dardos envenedados contra Isobel (Penelope Wilton), la viuda recién llegada. El reparto coral se desenvuelve a las mil maravillas, como no podía ser de otra forma, y no hay actor que de la sensación de no encajar con unos personajes que encarnan muchos de los cambios históricos y sociales que iban a suponer la entrada del mundo en la Modernidad.
Si bien Downton Abbey aparenta ser una serie de señores en cuanto a que éstos gobiernan el devenir de los acontecimiento, pronto se nos informa de que no es así. Los criados suben a la categoría de protagonistas, mostrando dinámicas que se podrían ver perfectamente escaleras arriba. Las mismas intrigas y envidias, la misma mala idea y un sentimiento nulo de hermandad entre ellos se respira en esa cocina de lobos, un lugar donde sobran las cortesías con tal de mantener el puesto de trabajo. Allí, O'Brien, la doncella de cámara de Cora, y el lacayo Thomas conspiran como los perros del infierno que son. Ni que decir tiene que estos dos personajes son los que manejan al espectador como una marioneta y lo obliga a regresar capítulo a capítulo.
Con todo, no es todo maldad en la servidumbre y también se presentan personajes más en la línea del buen sirviente que hemos visto en un sinfín veces en otras producciones como pueden ser el ayudante de cámera de Crawley, Mr. Bates y la jefa de sirvientas, Miss Anna; los jefes de todo el personal, Mr. Carson y Mrs. Hughes; William, el segundo lacayo; o los sirviente con ambiciones, como el chófer Brason y la criada Gwen. Pero también encontramos figuras mandonas y como la cocinera Mrs. Patmore y su asustadiza ayudante Daisy. Sin duda, la variedad de la se dota al personal doméstico es una verdadera delicia, y ayuda a añadir un gris muy interesante al conjunto de la ficción.
Sin más misterio que ofrecer para enganchar que el de los propios dramas que existen en lugares cerrados con demasiada gente viviendo y trabajando entre sus muros, y el de unos señores que empiezan a sufrir los primeros sudores de una época agonizante, Downton Abbey es la muestra de que a nadie le amarga un culebrón. La primera temporada se resuelve de una forma un tanto precipitada y hasta chusca en un lance concreto, pero todavía quedan muchas cosas por descubrir en la abadía de los Grantham, y más cuando los verdes pastos dejarán paso a barro de trinchera a partir del próximo 18 de septiembre, fecha del estreno de la segunda temporada.