Cuando los miembros de una institución llevan viviendo más de un siglo en las cloacas de la sociedad, llega un momento en el que afloran la decadencia y las crisis nerviosas producidas por el contacto directo con el hedor que dejan los actos criminales. "Soy un Rey Midas, pero al revés: todo lo que toco lo convierto en mierda", reconoce Tony Soprano, un capo de la mafia del norte de Nueva Jersey, a una atenta doctora Melfi, sentada en la butaca de su consulta psiquiátrica, durante la primera season finale de Los Soprano (HBO, 1999-2007).
Sería impensable poner estas palabras en boca de Vito Corleone, pero en Tony, no. La cosa nostra que nos presenta el relato perpetrado por David Chase carece de todo ese aire de tragedia griega, de solemnidad y de orgullo que sí alberga la retratada en la trilogía de Francis Ford Coppola. Soy consciente de que es un lugar común poner en balanza ambas historias, pero la comparación ayuda a desmontar el tópico de una mafia con trajes de raya diplomática incapaz de cuestionarse sus propios códigos. Nada del glamour de los grandes banquetes, y sí mucho chándal, cadenas de oro, y uñas postizas de cinco metros de longitud. Choni, de andar por casa, vulgar, pero al tiempo real, y por tanto, débil. Porque en Los Soprano se nos muestra la miseria personal de un grupo de hombres que sufre a escondidas las consecuencias de sus propias adicciones, miedos, o de una infancia carente del cariño materno, como en el caso de nuestro inmenso protagonista, Tony.
James Gandolfini da una clase magistral de interpretación con un personaje deliciosamente dual, que desea que la familia formada por él y Carmela sea feliz, pero que, al mismo tiempo, es incapaz de renunciar a su juramento y posición de privilegio dentro del crimen organizado, porque realmente disfruta de la compañía de su otra famiglia. Dice que es un asco como padre y marido pero tampoco hace nada para arreglarlo y se deja querer por su amante rusa o por cualquiera de las chicas que bailan en su 'Bada Bing!'.
Leyendo hasta aquí, estaríamos ante un cabrón que no merece compasión ninguna por parte del espectador, pero Chase se ha guardado un sorprendente as en la manga. ¿Qué pasaría si el antagonista a la figura de Tony fuera una familia mafiosa rival? Seguramente, desearíamos que lo cosiesen a tiros. Pero, ¿qué pasa si la oposición viene dada por dos venerables personas que compartan su propia sangre? Livia (Nancy Marchand) y tío Junior (Dominic Chianese) se configuran como un instrumento que logra acercar a Tony al espectador y, sobre todo, como la prueba viviente del mensaje que arroja la serie en esta temporada de presentación: el verdadero peligro está en los que consideras tus series queridos.
El desdén de una madre egoísta que no agradece las atenciones de su hijo, y de un tío que ve amenazado su trono de jefe están detrás de esos ataques de ansiedad de Tony, que acude a la consulta de la doctora Jennifer Melfi (Lorraine Bracco) en busca de respuestas y alivio a sus fantasmas. Estas sesiones terapéuticas nos han brindado grandes momentos de tensión dramática en esta primera temporada, gran parte, gracias a ese extraña conexión platónica que se establece entre médico y paciente.
Frente a una mujer que vive mirando para otro lado cuando tiene que enfrentarse al origen de las perlas que luce, Melfi se erige en guardiana de los secretos de la mente de Tony. Aún así, la ama de casa insatisfecha construída por una memorable Edie Falco vuelve a la realidad cuando se la necesita y si tiene que ayudar a esconder unos fajos de billetes, lo hace. Y aunque Soprano pretenda que sus hijos, Meadow (Jamie-Lynn Sigler) y Anthony Jr. (Robert Iler), vivan ajenos a lo que se cuece en casa y crean que trabaja en el tratamiento de desechos, finalmente claudica en sus intentos, si bien no soporta que hagan alguna referencia a su verdadero trabajo.
Durante este primer acto, los jóvenes Soprano tienen una incidencia pequeña en la trama si la comparamos con el resto de los secundarios de la serie que, como los principales, están llenos de grises. Desde el padre Phil (Paul Schulze), con el que Carmela mantiene su particular tensión sexual no resuelta (se podría interpretar como la respuesta al dúo Melfi-Tony) hasta el núcleo de colaboradores de Tony: en todos ellos está definida una motivación.
Dentro del círculo de confianza no podemos obviar el protagonismo del sobrino cabraloca de Soprano, Moltisanti (Michael Imperioli), catalizador de mucho de los conflictos en los capítulos que abren la serie; Dante (Steve Van Zandt), Paulie (Tony Sirico) y Big Pussy (Vincent Pastore), fieles a su jefe hasta las últimas consecuencias; y al cocinero Artie, que vive en constante tensión por mantener su amistad con Tony sin verse implicado en los sucios negocios de éste último.
Una de las cosas que más llama la atención de esta ficción inspirada por las complicadas relaciones entre Chase (en realidad, DeCesare) y su madre, tiene que ver con el concepto de lo italiano que se describe en ella. Las frecuentes referencias a la mítica historia de los Corleone, y esa lucha por mantener las raíces, pero quedándose en la mera superficialidad, contribuye a reforzar ese sensación de que todo es una farsa en el mundo en el que se desarrolla la historia, origen de los personajes incluido. Critican a los asimilados por la cultura estadounidense (por ejemplo, el doctor Cusamano), pero al final ellos mismos acaban haciendo barbacoas en sus jardines.
Yo sí que desperté tras ver y escuchar este opening...
En contraste con los últimos productos del canal de cable, Los Soprano fue uno de los puntales que, en el cambio de siglo, ayudaron a pegar la etiqueta de alta televisión a la HBO. En poco más de cincuenta minutos, cada capítulo logra engarzar un guión excepcional con una cámara y diseño de producción enamorados de la variedad de exteriores, como, por ejemplo, los oscuros antros donde Tony cierra negocios, la zona industrial de Nueva Jersey y la urbanización tipo 'La Moraleja' donde vive el capo.
Todo parece perfectamente cohesionado, y la trama avanza lenta, sin grandes alardes, por lo que obliga al espectador a no menospreciar nada de lo que ocurre en pantalla. Ni siquiera secuencias que podrían tacharse de mero ejercicio lírico, como la mostrada en el piloto, en la que Tony se queda hipnotizado con unos patos que allanan su piscina; o escenas de transición, como la de Soprano esperando en el pasillo de una universidad en el quinto episodio.
Allí, el mafioso se encuentra casualmente con su verdad escrita en una placa: "Ningún hombre puede llevar una cara para sí y otra para la multitud, sin quedar al final perplejo por cuál de las dos es la verdadera" (Nathaniel Hawthorne).
11 comentarios:
Ahora van a unir al padre y a Carmela en Nurse Jackie, para resolver el morbo je je.
Pedazo de post, aunque he de reconocer que me está costando bastante verla, porque no acabo de conectar con los Soprano.
Te ha quedado espectacular el post homenaje. Los Soprano es la serie de las series. Algún día tengo que hacer posts revivals, porque cuando empecé el blog ya había visto muchas que se han quedado sin comentar y lo merecen.
Me ha encantado tu crónica ;)
A mi también me ha encantado, grandísimo post para la como dice Thursnext: "serie de las series" y se queda corta, la mejor serie de la historia de la televisión, y posiblemente la mayor obra de arte que han captado las cámaras.
Se nota que no me gusta, no? xD
Gracias por los comentarios! :D
Satrian: qué bueno va a ser ver a esos dos en Nurse Jackie jeje! A mí la familia me fascinó desde el piloto y no me costó engancharme, aunque entiendo que en algunos momentos puede resultar algo difícil de ver. Algo parecido a lo tuyo me pasó al principio con otra maravilla, Six Feet Under. Por qué temporada vas con Los Soprano?
Thursnext y Kratos: ahora comprendo por qué tantos halagos a David Chase por esta seriaza. Me tenía que haber puesto con ella hace años!! Estoy deseando empezar la segunda temporada. Ya sólo por lo que he visto en la primera está entre mis favoritas :)
Yo no soy de los fanáticos de Los Soprano. Pese a su calidad, no creo que sea la mejor serie de la historia de la televisión (para eso tengo a The Wire, The Shield, The West Wing por delante).
De todas maneras, está muy bien cómo expresas la compleja relación desmitificadora que el espectador establece con Tony Soprano. Cuando El Padrino se mezcla con Una terapia peligrosa. La serie es inteligente y tiene momentos grandiosos. Y, sobre todo, fue el primer gran síntoma de que el mejor cine se podía hacer en la pequeña pantalla.
aiiii va con o sin spoilers???? no me he atrevido a leerlo!!!
Nahum: yo todavía tengo que ver todas las que nombras para formar mi podio de series jeje! Y eso que The Shield no me llamaba, pero con tus reseñas y los comentarios de otros bloggers me animaré. Totalmente acertada tu mención a Una terapia peligrosa.
Seriéfilo: hablo más de las relaciones entre personajes y el ambiente de la serie. Doy un par de detalles, pero no son cosas que te puedan fastidiar la trama. Si no, lo avisaría. Creo que puedes leer el post sin problemas :)
Jaina, pues te queda lo mejor de la serie por ver.
Nahum,Pues a mí me parece mucho mejor The sopranos que The Wire, pero bueno, cuestión de gustos.
Cuánta razón tienes Jaina. Gran serie que veía por la tele y por eso me perdí muchos capítulos. Pero ahora mamdo yo, cuando internet me vaya rápido más.
Es una de las grandes pendientes, pero cuando esperas demasiado de una serie también se tiene miedo a la decepción. En cuando me ponga con ella ya avisaré!!! :)
saludos!
Hola,
Fantástico resumen de lo que es esta grandísima serie y es que cuando hablamos de Los Soprano estamos hablando de la mejor serie.
Saludos.
El Consigliere.
www.lossoprano.tv
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