ATENCIÓN, AGUJERO NEGRO: Si has visto la tercera temporada de Battlestar Galactica, sabrás maniobrar tu nave, de lo contrario, tus nervios spoilerosos te llevarán directo a una zona de la que no regresarás.A estas alturas de mi maratoniano visionado de
Battlestar Galactica, todo intento de verbalizar en qué consiste el espectáculo al que estoy asistiendo se queda en eso, un (largo) borrador. La
tercera temporada, pese a la irregularidad que acusa en su segundo tramo, ha ofrecido tales niveles de arte en pantalla que hace dudar de si realmente Ronald D. Moore y su equipo supieron alguna vez qué es ponerse un listón. Tras la season finale de infarto con la que abandonamos la
segunda, todo indicaba que lo que iba a venir a continuación tenía que hacerle justicia o, como ya es habitual con la Flota Colonial, pulverizar nuestros registros personales de qué había sido lo mejor de la serie hasta el momento. Cuatro episodios ('Occupation', 'Precipice' y las dos partes de 'Exodus') lograron batir la marca y dieron por hecho de que todo sería azuloscurocasinegro en los 16 capítulos que restaban por ver.
Cuatro meses después de la invasión cylon en Nueva Caprica nos encontramos con una humanidad
prisionera de su propios errores y desesperada por enmendarlos hasta el punto de recurrir al terrorismo insurgente, o, en contraste, obligada a realizar actos contra sí misma con tal de sobrevivir. Así, la resistencia y los colaboracionistas no son más que dos derivados opuestos de esa sociedad gobernada por Baltar, un títere en manos de los cylons en unas circunstancias que hacen las delicias de cualquier amante de la historia contemporánea. En aquel gran campo de refugiados se pueden ver reminiscencias de lo que está ocurriendo en Irak y, muy veladamente, ecos de la infame
República de Vichy en la II Guerra Mundial.

Mientras tanto, las estrellas de combate Galactica y Pegasus se mantienen al margen de lo que está pasando en el planeta, y trabajan en el modo de traer de vuelta a la Flota. También en el espacio parecen haber cambiado las cosas, algunas para bien y otras para peor. En este caso, tenemos a Lee, casado con Dualla, y que como comandante de la Pegasus se nos muestra presa del acomodamiento y quizá también de la resignación. Todo ello le está pasando factura incluso físicamente, mientras que su padre, el Almirante Adama, ha encontrado en la cylon Sharon Agathon (que se ha casado con Helo) una interlocutora de confianza, y más adelante la convertirá en oficial. Su primera misión consistirá en echar una mano a los insurgentes del planeta. Su éxito le valdrá el apodo de 'Athena'.
Sin embargo, ello no podría haber sido posible sin el Chief Tyrol no hubiera cejado en su empeño de establecer contacto con las naves. Él, junto con un tuerto Tigh y un Anders que lleva meses sin ver a su mujer, Starbuck, lideran el movimiento de la resistencia, cuyo uso de la violencia suicida se topa con la voz crítica de Roslin. Laura ha vuelto a las aulas a la vez que ayuda a cuidar a la pequeña híbrido Hera, que vive con su madre adoptiva bajo la identidad de Maya.
Poco durará la niña en manos humanas, ya que su madre adoptiva no logrará acceder a las naves que abandonan Nueva Caprica durante el brutal rescate orquestado por las battlestar y los hombres de Tigh, que, ha tenido que terminar con la vida de lo que más quería en aras de que el plan funcionase. El espíritu de sacrificio inunda los primeros capítulos de la temporada, desde esa inmolación de uno de los ex oficiales de la Galactica en Nueva Caprica, el gesto de Lee, que condena a la Pegasus para contener el ataque de las naves nodrizas cylon, hasta la "muerte" de Athena para recuperar a su hija.

Como ya ocurriera en la anterior temporada, parece que Starbuck tiene que pasarlo mal para que disfrutemos con ella. Paralelamente a la trama de la liberación de Nueva Caprica, asistimos al largo secuestro de Kara a manos de su némesis, el cylon Leoben, que vive obsesionado con ella y, en concreto, con su destino. No importa que lo mate cincuenta veces que él siempre vuelve a casa, y encima, cuando la vemos mostrar algo de instinto maternal, ella descubre que todo ha sido fruto de la manipulación del Dos. De esta forma, en libertad, no nos extraña para nada que la capitán Thrace vuelva a su versión más dura (que luego es triturada a golpes en ese genial 'Unfinished Business' donde el amor no es sólo cosa de jóvenes, ¿verdad, líderes coloniales?), pase de su marido y le dé al trago con Tigh.
El Coronel, víctima de la culpa por haber matado a Ellen, y Starbuck, traumatizada, en la antesala de cometer adulterio con Lee y a punto emprender un vuelo que lo cambiará todo... Sobra decir que el Almirante les reprende por su amargura, pero en ambos se refleja el dolor de aquellos que padecieron el régimen de Baltar y, que asisten resentidos a la aministía general concedida por la otra vez presidenta Roslin. De ahí la existencia de esos tribunales secretos y juicios sumarísimos en los que se depuran responsabilidades. Ya se sabe, en las posguerra es fácil sucumbir ante las ansias de venganza.
"¿Puede ser un humano capaz de mantener su promesa cuando su raza está a punto de ser exterminada?" (Athena a Helo)
Con la Flota Colonial de vuelta al espacio, volvemos a hablar de los habituales juegos políticos y de disputas morales a los que nos tiene acostumbrados la serie. El uso de las armas biológicas entra en el universo de B
SG gracias al extraño virus que asuela una base cylon, y que los humanos no dudan en utilizar para acabar de una vez por todas con ellos. Todos están de acuerdo menos Helo, que vuelve a eregirse como la conciencia de la estrella de combate y siembra la duda en el espectador sobre quién está actuando correctamente. "Es un crimen contra la humanidad", replica a los altos mandos. Otra de las obsesiones de la sociedad postmoderma, la de la teoría de la conspiración, se nos revela en el capítulo 'Hero', en el que los fans de Alias nos encontramos con el viejo Carl Lumbly, como víctima de una desafortunada decisión de Adama, a cuya battlestar de entonces, la Valkyria, el Almirantazgo de las Doce Colonias había enviado a espiar la línea del armisticio con los cylons porque sospechaba que las 'tostadoras' preparaban un ataque.
Antes mencioné que la temporada bajaba de revoluciones en su segunda mitad. Esto es así a nivel de trama principal, ya que esa pintura de la vida cotidiana en la Flota, aunque aborda cuestiones interesantes como el racismo en las Doce Colonias y el movimiento sindical, interrumpe el misterio que se nos empieza a desgranar alrededor del capítulo 11, cuando el Chief descubre el Templo de los Cinco en el planeta de las algas, y que se desvela como una pista más para encontrar la Tierra. Esto y la confesión sobre los Cinco Últimos Cylons que Caprica Six hace a Baltar en la nave nodriza conforman la piedra angular de la temporada, y el apoyo sobre el que descansa otra de esas season finale a lo huevo Kinder que son marca de la casa. Esta vez, además, viene con más de una sorpresa.
Antes de analizar propiamente el final tengo que destacar una cosa. Casi siempre, Baltar y Six se bastan ellos solos para explayarse con los diálogos místicos, pero les ha salido una digna competidora en D'Anna, que, al final, será quien vea a las caras de esos Cinco cylons en el templo aunque su osadía cueste la retirada del escaparate a todo el modelo Tres. El personaje de Lucy Lawless, una robaplanos, se va con información valiosa, pero el espectador no tarda mucho en acceder a cuatro quintos de esos datos gracias al genio de Bear McCreary.
"Somos cylons"
La potente versión que el compositor hace de All along the watchover, sonando como un puzzle en la cabeza de cuatro personajes al mismo tiempo, les desvela su verdadera naturaleza de cylons. Personajes y espectadores compartimos el mismo sentimiento de perplejidad ya que asistimos juntos a ese momento revelador, en el que la música se convierte en un
elemento activo de la trama. Pero, la importancia del tema no acaba aquí, porque de forma simultánea al terrible autodescubrimiento de Tigh, Tory, Anders y el Chief, el tema adorna el regreso de entre los muertos de la aguerrida Starbuck que viene con el mapa hacia la Tierra bajo el ala. ¿Era ése el destino del que hablaban su madre y Leoben?, ¿cómo pudo sobrevivir a la explosión de su Viper?, y, más allá de eso, ¿cómo una sola serie puede acumular tal cantidad de personajes femeninos fuertes y decididos? Porque está visto que Kara no es la única.
Pero la season finale no sólo da una vuelta de tuerca más al tema de la identidad personal, sino que también refleja la búsqueda de un proyecto vital en el que reafirmar esa identidad como en el caso de Lee, que hasta el momento había vivido bajo la sombra del padre. Su participación en el juicio a Baltar, reciclado en gurú antisistema, le sirve al joven Adama como prueba de que los despachos pueden ser un buen lugar donde luchar por lo que cree: la democracia.
Y para darle la puntilla a este repaso por la inabarcable tercera temporada, vamos a subrayar el rebrote del cáncer en la presidenta Roslin y la vuelta de las visiones en la archiconocida Casa de la Ópera, ahora con Hera correteando por los pasillos. No son más que señales de que el final está cerca y tan sólo queda un cylon por descubrir.
PD: Es ponerme a escribir de BSG y no parar. Sois unos campeones por soportar estos chorizos :)