jueves, 6 de enero de 2011
El sucio glamour de Boardwalk Empire
Allá por septiembre, decíamos que la HBO se había liado la manta a la cabeza en busca de la dignidad perdida a la vista del exquisito despliegue de medios realizado en su gran apuesta para la actual temporada. Boardwalk Empire mostró desde el primer minuto la voluntad de devolver los tiempos de gloria a casa y han bastado doce episodios de lentejuelas, metralletas y trapicheo de alcohol prohibido para convencer al personal. Y lo ha hecho con el mismo estilo con el que Nucky Thompson le da un ramo de flores a una dama mientras que con la otra le aprieta la mano a un matón que se la acaba de manchar. El trabajo de un experto en hacer filigranas.
Hay que tener oficio. y mucho más, para conseguir tejer una complejísima red de personajes e intereses tan dispares y,al tiempo, disfrazar de oro la porquería. Hay que ser un artista, y Nucky anda sobrado de arte. En realidad, Boardwalk Empire no más que la pieza que recorta, talla y pule con mimo calculador. 'Su' obra. Pero el tesorero de Atlantic City también cuenta con una mano que lo moldea: la de Steve Buscemi, que se adueña literalmente de las líneas de diálogo, creando la ilusión de que nadie más puede interpretar al personaje. Nunca fue un actor que me entusiasmara, pero su físico peculiar y sus gestos suman a la hora de reforzar la ambigüedad moral de Nucky.
Desde fuera no parece que Boardwalk Empire sea una de esas series tipo 'sistema solar' donde un personaje manda cual Sol y el resto gira en torno a él. Lo es, (y la intro no engaña en ese sentido), pero se encarga de disimularlo con una letanía de personajes tan bien estructurados e interpretados, que su número no impide reternelos en la memoria. Desde los extras, gordos casipedófilos de la casa de alterne, hasta los más episódicos como Lucy Danzinger, la descerebrada amante caída en desgracia, o Richard Harrow, el héroe de guerra sin rostro, pero con una puntería letal. Todos cuentan con una agenda oculta lista para enseñar en el momento adecuado. Porque si de algo presume esta serie, como buen espectáculo clásico de mafiosos en su época dorada, es de sonrisas falsas, venganza y supervivencia.
Estos elementos se van haciendo más presentes a medida que avanza la temporada y el tremendo diseño de producción, que tanto hacia temer otro ejercicio de vanidad vacía, queda en un segundo plano para dar relevancia a lo que importa. El retrato a través de una personajes de una década de los veinte, de luces para los Estados Unidos, pero también repleta de sombras. En este sentido, se debe resaltar el especial interés de la serie en el retrato de las mujeres en esa época, porque si bien Boardwalk Empire es una serie donde la testosterona se vende en barriles, las féminas, al menos las principales, no están de florero. Ahí están Margaret Schoeder, y Angela y Jillian Darmody, encarnando diversas reivindicaciones de ese tiempo como el sufragio femenino, el punto de vista del inmigrantes, en el caso de la primera; deseos de liberación laboral y sexual, para la segunda; y simples ansias de poder, para la última.
Tampoco se puede pasar por alto la presencia del KKK y la reacción de la comunidad negra, que con Chalky White también recuerda que no todo el negocio del licor tenía por qué estar en manos de grandes apellidos irlandeses (Thompson, Darmody), italianos (Torrio, Colosimo, Luciano, Capone, D'Alessio, etc.) o judíos (Rothstein). Asimismo, los veterenos de la Gran Guerra y sus traumas están perfectamente perfilados en las figuras de Jimmy Darmody y Richard Harrow. Y qué decir de la avanzadilla antialcohol y el movimiento puritano encarnado en el tétrico agente del FBI, Nelson Van Alden, otro personaje que tampoco deja indiferente por todos esos trazos de contradicción que posee y que lo convierten en un antagonista perfecto para Nucky.
Si la creación de Terence Winter es una delicia para los amantes de la historia, en general, es en las relaciones a poca distancia donde brilla y donde se nota el efecto del encanto y envidias a partes iguales que despierta Nucky en su mundo. Como Van Alden, Thompson es el fondo un alma triste, pero en lugar de regodearse en su propia oscuridad, se crea un yo frívolo y despreocupado, y utiliza su propio carisma para conseguir sus propósitos. Aunque sea consciente de su dualidad como mafioso y político, al final del día, para Nucky lo más importante es mantener su imagen pública de benefactor de la ciudad y de buen hombre para Margaret. Un tirar la piera y esconder la mano que irrita a Jimmy Darmody (Michael Pitt, por favor, obliga a maquillaje y peluquería que te corten esos pelos, qué grima), harto de mancharse las manos por su jefe y antiguo mentor. Como dice le dice Jimmy: "No puedes ser mitad gángster...".
Esta frase sintetiza en realidad el sentir de la clase mafiosa hacia Nucky, de quien codician su puesto como dueño de uno de los mejores enclaves para el contrabando de licor. Mientras ellos van a la cárcel o, como mínimo, hacen frente a juicios, el tesorero se va de rositas gracias a su trabajo como político. Encima, con una capacidad para poner y quitar alcades que impresiona, por no resaltar esa facilidad con la que los fajos de billetes salen del bolsillo interno de su chaqueta.
La relación con Eli es otro punto caliente con reminiscencias a la típica dinámica de Caín y Abel, donde el pequeño de los Thompson se sabe el menos inteligente de y sofisticado los dos y ve en Nucky la fuente de todas sus inseguridades y poco prestigio social. El capítulo cinco y la season finale son una buena muestra de lo que que es capaz de hacer el sheriff de Atlantic City cuando la condescendencia de su hermano mayor se pasa de la raya.
Podría extenderme acerca las bondades de esta serie, sin lugar a dudas, el estreno de la temporada, pero me temo que saldría un post infinito. Todo esos tejemanes que acabo de describir son demasiados por sí solos, aunque si el guión se las ha arreglado para destilarlos y mezclarlos con gracia en la pantalla, entonces no hay excusa para no probar el resultado. Nadie debería quedarse sin su botella de Boardwalk Empire. Licor del bueno.
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Boardwalk Empire,
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7 comentarios:
Como cuando a Al Capone le obliga a cambiarse su gorro de niño y sus bromas y convertirse en hombre, tiene muchos detalles que fomenta la personalidad de los hombres y mujeres que poblan la serie.
Un Macallan en toda regla.
Me ha encantado Boardwalk Empire (Todavía le debo un post). Una serie lujosa y deslumbrante pero también llena de matices y detalles. Al principio algo indecisa pero a partir del 5º episodio me conquistó por completo.
Steve Buscemi ES la serie. Yo tampoco lo veía como un actor capaz de ser protagonista absoluto de una serie, pero lo es. Y, encima, hasta te hace reír como Nucky.
Yo a Michael Pitt lo recuerdo siempre con unos pelos.. mmh... "peculiares", así que me da que no es culpa de los de peluquería :P
Y steve Buscemi siempre ha ruleado como secundario, mira que no terminar de gustarte!
Y eso es todo lo que puedo decir habiendo visto sólo el piloto, agh!
Satrian: El momento en la sinagoga fue brillante. La serie tiene varios de ésos.
Watanabe: Pues ya estás tardando! xD A partir del quinto episodio la serie coge un ritmo criminal.
MacGuffin: Ya te digo, ahora no veo otro actor que pueda hacer de Nucky. Le da todavía más encanto al personaje.
Freddy: Argh, ese en que encima tiene esa pinta de grasiento, que ugh. Que se lo rapen!! Con Buscemi también era cosa de su físico que me costaba un poco (comentario superficial donde los haya xD...)
Estupenda serie, acompañada de un gran artículo por tu parte.
¡Saludos!
Muy buen artículo y estoy de acuerdo con Satrian, creo que uno de los personajes chicos que más me agradan es el de Al Capone yo creo por el peso de la persona, pero la verdad el actor lo ha hecho muy bien y los personajes están bien hechos, no son puro cliché.
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