De todos los que hemos visto Torchwood es bien sabido que el ritmo cardíaco de esta serie nunca ha sido muy regular. Ya lo demostró en la primera temporada, con episodios brillantes mezclados con entregas bastante olvidables, y con una segunda entrega que corregía errores pasados, aunque se apreciaba todavía ciertas limitaciones que impedían a la trama y los personajes desarrollar todo que lo que podían dar de sí. Por suerte, estas barreras no estuvieron presentes en el momento de cerrar aquel volumen de trece capítulos, y todo lo que viniera después de esa season finale podría significar el fracaso más estrepitoso o la confirmación de que la serie, por fin, había descubierto la veta que debía explorar desde su concepción como 'spin-off' de Doctor Who para el público adulto. Para alegría del espectador fiel, Torchwood: Children of Earth vino a demostrar lo segundo y mucho más.
Russell T. Davies y su equipo anduvieron muy inspirados entre 2008 y 2009. El final de legislatura 'whovian' y el ejemplo de alta ciencia-ficción que muestran en la tercera parte de las aventuras de los inqulinos de la base Torchwood Three de Cardiff (Gales) son los testimonios que nos dejan de ese período, que no es poco. Si bien con Doctor Who no hubo muchos cambios con respecto a la estructura y tono de otras temporadas, en Torchwood se produce una transformación radical. De los trece capítulos habituales, en los que se combinaban casos procedimentales con arcos argumentales cortos, pasamos con Children of Earth a cinco episodios con una única premisa argumental que se desarrolla a lo largo de cinco días (a día por episodio). Una miniserie con un gran reto que resolver que es el que da título a la temporada. Tan serializado es el carácter de Children of Earth que la BBC decidió emitir un episodio por día durante una semana de julio, y viendo la calidad y riesgo del producto, no extraña para nada que la hayan programado nada menos que en el primer canal de la cadena.
No exagero cuando digo que estos escasos cinco capítulos están ya en el altar de la ciencia-ficción más cruda y social junto con mi adorada Battlestar Galactica (SyFy, 2003-2009). Del mismo modo que ésta es una metáfora de la política, religión, sociedad y supervivencia (entre otras cosas) en el mundo post 11-S, la tercera temporada de Torchwood se alinea en esa parcela y centra su discurso en una crítica feroz de la podredumbre de la clase política, de la arbitrariedad con la que se toman ciertas decisiones vitales para el bienestar de la población y la cobardía con la que se oculta información relevante a la misma. Y todo ello lo muestra a partir de una amenaza extraterrestre, los llamados '456', que llegan a la Tierra reclamando niños como tributo (a lo Minotauro) a cambio de la no destrucción del planeta. Dicho así, la trama suena muy simple, pero no voy a entrar en más detalles porque sería desvelar demasiado acerca de las dimensiones del problema y, en especial, sacrificio al que se ven sometidos los personajes.
El guión no deja títere con cabeza, con unos diálogos nada complacientes y horriblemente honestos, y tampoco duda en poner al Capitán Jack Harkness y compañía en situaciones límite como nunca antes habían experimentado. El tono y la atmésfera no deja de oscurecerse conforme pasan los episodios, lo cual también afecta a la gran constante y enigma del universo Torchwood: Jack. De éste seguimos sabiendo detalles de su pasado que, en esta ocasión, regresa para darle de lleno en ese entrañas inmortales suyas. Children of Earth también supone un viaje distinto para los compañeros de Harkness que se ven presas de circunstancias inesperadas y de los que conocemos algo más de sus vidas personales.
¿Se pueden dejar de lado las dos primeras entregas y ver directamente la
miniserie? La tercera temporadaes el culmen de un viaje que, puede que haya ido a trompicones, pero que cuando ha llegado a su destino ha regalado un producto espectacular en su género y que pone a sus protagonistas en el lugar que siempre han merecido. De no haber anunciado el rodaje de un cuarto volumen, titulado Miracle Day, este Children of Earth hubiera servido como perfecto colofón a toda la serie. El listón está muy alto.
3 comentarios:
Children of Earth es, simplemente, maravillosa. Y no hay más que decir.
Es prácticamente el compendio de lo que tendría que ser una miniserie de ciencia-ficción: tensión, misterio, peligro, crítica social...
Y además, contaba con el lastre de dos temporadas que casi se veían más que nada porque eran un spinoff del Doctor que todo buen whovian debía ver.
Es una pena que, en su proceso de americanización, Torchwood no se llevara consigo el formato. El argumento que da origen a la cuarta temporada, trabajado de la misma forma, daría aún mejor resultado. Pero no fue así.
Creo que la serie llegó a su cenit con esta temporada, ahora es difícil que no comparemos todo lo que venga con la tercera, oscura, crítica e impactante.
Como dice Centoloman, Children of Earth es todo lo que una serie de ciencia ficción debe ser. Utilizar extraterrestres y argumentos fantásticos para hablarnos de lo peor de nosotros mismos.
Además, por una vez Rusell T. Davies no lo cierra todo con un deus ex machina y es capaz de estar a la altura de esa trama tan a lo grande y tremendista que ha creado, solucionándolo de la mejor manera posible.
Yo ya me he visto esta minitemporada unas cuantas veces y no pierde nada en sus revisionados.
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