
DISCLAIMER: La casa no se hace responsable del consumo indebido de spoilers.Hasta cierto punto las cicatrices son a la vida lo que las notas a un examen: restos de haber pasado por una prueba, con la única diferencia de que si contestas mal, te hieres de verdad y la marca que queda, la veas o no, te protegerá de volver a cometer el mismo error otra vez. La cuarta temporada de
Skins ha hecho caer a la pandilla de Bristol del estado de euforia, pasotismo y despreocupación en el que
parecían vivir hasta la llegada del nuevo curso escolar, con unas consecuencias todavía más pesadas que las que que tuvo que soportar la primera generación
en su día.Parece que la luz tiende a irse del Roundview College en los años pares pero, hasta el momento, 2010 ha sido en el que más cerca se ha estado de la oscuridad total en las tramas. Cook, Effy, Freddie, Naomi, Emily, Katie, JJ, Thomas y Pandora, unos más que otros, eso sí, las han pasado muy perras. Tanto, que han consegido trasladar su sufrimiento al espectador capítulo a capítulo convirtiendo la experiencia de ver
Skins en una
tarea difícil a veces. No obstante, antes de meternos de lleno en la historia, vayamos primero a los formalismos.
Con un diseño de episodios que lleva al extremo el interés por poner el foco en los personajes, una de las principales virtudes de la serie se ha convertido en la principal responsable de una
temporada irregular y llena de agujeros argumentales que,
casi en ningún caso, se pueden justificar bajo una capa
de invisibilidad llamada elipsis. Con la tanda habitual de diez capítulos recortada a ocho por motivos supuestamente económicos, y por tanto con dos personajes en el aire sin episodio, el movimiento se antojaba arriesgado, si bien existía la posibilidad de que se recurriera a capítulos compartidos, o la trama fuera dirigida a fomentar esa unión de grupo de la que carecía la nueva pandilla en la pasada temporada. Finalmente, no se optó ni por una cosa ni por otra, y así tuvimos a personajes como JJ y Thomas que hacían apariciones fantasmales fuera de sus episodios, o Pandora que, además de quedarse sin minutos propios, casi hubo que buscarla con lupa cual hormiga para disgusto de quienes disfrutamos con sus locuras.
La situación de PandaPops es diferente a la de quien ha acabado por revelarse como una de las piedras angulares de esta generación: Naomi. Pese a quedarse también sin capítulo, ha sido el catalizador de la desgracia con la que se abría la temporada y que luego pondría en jaque su relación con Emily. Esta situación se ha aprovechado para mostrarnos un
personaje mucho más vulnerable y complejo de lo que creíamos. El proceso costó manchar la imagen impoluta que se tenía de ella, pero valió la pena porque ha dado lugar a uno de los personajes más tridimensionales de
Skins, que hasta da pena que no se haya sacado aún más partido a su historia personal. Su declaración de la finale debería ocupar un puesto en toda lista de momentos
'shippers' épicos/azucarados que se precie (como el de la pared que le compra Pacey a Joey en
Dawson's Creek)
.
Si por algo se ha caracterizado esta temporada ha sido por
humanizar a santos (Thomas tampoco se libró de ser infiel)
y demonios. Así, nos vamos a Cook, el otro buque insignia, que alejado de la lucha absurda por Effy, ha conseguido disipar cualquier atisbo de odio que pudiera tener sobre su persona en la anterior tanda de episodios. Ver el peor reflejo de sí mismo en su hermano pequeño Paddy, aguantar a una madre ególatra y aceptar toda la parte de culpa que tenía Naomi en el suicidio de Sophia ilustró uno de los mejores episodios de la temporada. Luego siguió siendo el mismo Cook de siempre, pero ahora entendemos por qué.
Algo parecido ocurre con Katie, en el que para mí es el episodio más divertido (la familia Fitch es oro puro) y equilibrado en cuanto a interacción de personajes entre sí. En medio de todo el drama personal terrible en el que se ve inmersa, la 'evil twin' es la única que mantiene la compostura cuando todo se viene abajo y su hermana toca fondo. Porque, del mismo modo que Katie fue capaz de dar lo mejor de sí misma e incluso volcarse con su otrora archienemiga, Effy, su gemela Emily mostró su peor cara casi toda la temporada, haciendo dudar de su posición de víctima, atrapada en el limbo de venganza y perdón por el que transitan los que han sido decepcionados en lo más hondo.
Mandy = Estatua de LostJJ, uno de mis favoritos el pasado año, quizá haya sido el personaje con menos evolución. Su capítulo, a pesar de servir de descanso ante tanta trama retorcida con su aire de comedia romántica, fue una pérdida de tiempo para desarrollar adecuadamente la
carnicería de guión de la que ha sido presos Freddie y Effy. Aún perdiendo ese misterio tan suyo, no llegamos a conocer del todo al personaje, al que siempre ha gustado mantenerse en la sombra observando. Sin embargo, por su viaje durante cuatro etapas, plagados de drogas y períodos de mutismo, tiene sentido la depresión psicótica que ha evidenciado la salud mental de la pequeña de los Stonem; una tía dura, pero que cuando se rompe, lo hace en trozos demasiado pequeños.
Algo distinto a lo que sucede con el doctor John T. Foster, del que difícilmente se podrían deducir instintos asesinos de cualquier tipo salvo en los últimos cinco minutos del episodio siete cuando se carga a batazos al pobre Freddie. Escena, por tanto, gratuita y carente de la suficiente construcción dramática porque se sabía que era un mal profesional, pero ¿su obsesión por Effy? Un personaje con esa responsabilidad necesitaba más desarrollo. El efecto sorpresa de una muerte violenta siempre debe estar presente porque así es la vida, no avisa, y Skins, a través de sus momentos surrealistas y extremos, siempre ha honrado a la realidad y la amplia gama de sentimientos y pasiones humanas. Pero, en última instancia, esto es ficción. Del mismo modo que en la vida se psicoanaliza a un asesino a posteriori para tratar de enteder por qué mató, las acciones de los personajes deben estar sugeridas (que no evidenciadas) a priori para que el espectador vea un sentido cuando vuelva la vista atrás. Porque, al contrario que el psiquatra, él nunca va tener la oportunidad de sentarse con el asesino frente a frente. Nunca había sido tan obvia la diferencia entre el estilo de los diferentes escritores de la serie hasta esta temporada, y.... Jamie Brittain dice que es el mejor guión que ha escrito. Casi.
"I’m a fucking waste of space... Just a stupid kid... I got no sense....A criminal...I’m no fucking use...I am nothing...so please... please... get it into your...you know...into your bonce....That you killed my friend...."
En general, se aprecia un bajón considerable en los últimos cuatro episodios que culmina en la mencionada muerte que, teniendo el antecedente de Sophia, se confirma como la otra gran protagonista de la serie este año. El asesinato de Freddie sobrevuela y condiciona una
season finale que mantiene el tipo con la resolución de Naomily y con un climax muy abierto, muy
Skins y nada halagüeño para Cook, Effy y Karen, la hermana de Freddie. Asimismo, da tiempo a contestar preguntas sin respuesta de episodios anteriores, aunque se cierran de manera algo torpe y acelerada los destinos de algunos personajes que apenas habían vuelto a visitarse.
Tirando mucho de suposiciones (y aquí es cuando fallan las elipsis) vemos que Thomas llevaba un tiempo corriendo, mientras que Pandora había desaparecido en combate porque había estado estudiando como una loca para obtener su beca de Historia para Harvard, tal y como se deduce de su
'Unseen' (otro recurso malgastado este año, que, además, se escapa de quienes siguen la serie a la

manera tradicional). Todo ello en el único episodio en el que vemos a los personajes en grupo, sin percatarse de la terrible verdad del paradero de Freddie, sobre el que Effy piensa que se ha ido temporalmente, asustado por la complicada situación de su novia.
En mi cabeza, estoy segura de que el Cookie Monster se encarga de poner las cosas en su sitio. Es más, así espero que se confirme en la
película que se está preparando sobre la segunda generación y con participación de la primera (Tony Stonem es más necesario que nunca, es el muro que debería haber sujetado a Effy este año). El guión
corre a cargo de Jack Thorne, responsable de los episodios de Chris y Effy en la primera serie, Sketch y la finale de la segunda, y el de Naomi en la tercera. Por tanto, harina fina que me hace confíar en un final cicatrizado para esta pandilla que me ha ganado definitivamente y que, de momento, como ya hiciera el año pasado se despide al grito de "I'm Cook!!".
Hablando de decir adiós, sobre la tercera generación sólo adelantar que Bryan Elsley, el otro creador de
Skins junto a su hijo Brittain, no estará al frente de ella. De hecho, su vinculación a la cuarta temporada casi se ha limitado a la escritura de la finale porque se encuentra preparando el remake americano (miedo) del que hace poco trascendió el
cast. ¿Ha influido esto en cómo se ha desarrollado la recién finalizada tanda de episodios?
Un caso de "JJtismo Abramsiano' a la británica que espero no se extienda a las nuevas historias y personajes el año que viene.